Dicen que se pierde la memoria, que el
entusiasmo se apaga, que la soledad arrecia, pero lo que realmente hay, es una
mirada muy prejuiciosa sobre lo que implica tener más de 60 años. La publicidad
nos llena de estereotipos, presentando a inofensivos jubilados en los lagos
pescando truchas, a tiernas abuelitas abrazando a sus nietos, infinidad de
hombres “viejos” luciéndolos como el típico "rabo verde”, el “tonto”, el “achacoso”,
o bien los comerciales nos presentan imágenes tranquilizadoras de viejos
saludables, eternos jóvenes que bailan rock and roll.
Se pueden encontrar un sinfín de creencias
comunes, tales como: Es raro que alguien de más de 65 años haga un trabajo de
arte, de ciencia o académico. Los segundos matrimonios a menudo son un fracaso.
Las mujeres no disfrutan el sexo después de la menopausia. Los ancianos no están
muy interesados en el sexo y si lo están, la mayoría de ellos son catalogados como
exhibicionistas. Es más difícil motivarlos que a los jóvenes. Se enfadan más
fácilmente. Prefieren reducir el número de actividades y amigos. No se les
puede ayudar con psicoterapia o se supone que eso debió hacerse hace años.
Estereotipos, mitos y prejuicios por donde
se mire. Menos gente real. Como los que trabajaron toda la vida y no llegan a
fin de mes; los que sí llegan a fin de mes, pero ya no tienen con quién
sentarse a platicar porque todos murieron; los que tienen con quién, pero no pueden porque
están enfermos, la pareja de esposos enfermos que no tienen hijos ni quien
pueda cuidarlos. Los que se resignan, los que extrañan la juventud, los que se
rebelan, los malhumorados, los comprensivos, los intolerantes, los apáticos,
los que están bien, incluso hasta los se
niegan a envejecer dentro del molde. Esta mirada social llega a determinar cuál
es el rol del anticuado.
Muchas personas de la tercera edad se quejan
que los traten como niños, cuando aún se sienten que pueden ser
autosuficientes. No quieren sentir que dependen de los hijos o bien que todavía
son capaces de realizar sus tareas cotidianas, quizás no al mismo ritmo que lo
hacían antes. Se tiene la creencia que los adultos mayores se vuelven como
niños caprichosos, pero no deben ser tratados como tales, porque no lo son. Tienen
conocimientos y experiencias que no deben ser desvaloradas y que les otorgan
toda la capacidad para crear un proyecto de vida.
Varias mujeres de la tercera edad son
motivo de burlas, hasta por parte de sus propios hijos, tan solo porque han
decidido verse bien. Les dicen que ya no están para lucirse delante de la
gente, que hacen el ridículo, que ya están viejas y feas o simplemente que ya
no están para buscar marido. También las empiezan a limitar en sus acciones,
como el no dejarlas salir, las critican si tienen alguna actividad física o
recreativa, esto se amplifica si han sufrido algún accidente, en lugar de eso quisieran verlas sentadas frente
al televisor y tejiendo prendas para la familia.
En relación para conseguir un nuevo
compañero, socialmente se le argumenta que ya no están para esas cosas, aun y
cuando realmente quisieran. Si es un hombre quien busca pareja, solo se le
compara con el “viejo rabo verde”, se pensara que si anda con una mujer más
joven, esta lo busca por su dinero y que jamás se fijaran en mujeres de su
misma edad. También la mujer no sale
bien librada, en ella suele tener connotaciones peyorativas, pues en las
tradiciones y cuentos, una mujer vieja es comparable con la bruja y es rechazada
en la vida amorosa, esto provoca un miedo de ser descalificadas por la
sociedad. Al ser más valorada la juventud que la senectud hace que eso sea algo
difícil enfrentar, pero deben darse cuenta que siempre habrá un sitio para los
hombres y mujeres en la edad de oro y que es posible encontrar alguien para
compartir y disfrutar espacios, intereses, deportes, distracciones y hasta encuentros
sexuales que no implica necesariamente llegar a un matrimonio.
Un gran error generalizado con el que viven
muchas personas, entre ellas muchos ancianos, es el prejuicio de creer que la
vejez es un período necesario y fatalmente de declinación, deterioro y caos en
todos los sentidos. Los resultados de las investigaciones actuales en el campo
de la gerontología han demostrado lo incierto y falso de esta idea.
Se ha evidenciado que las características de la tercera edad o vejez
dependen mucho de las características de la personalidad de cada quien, de las
condiciones del ambiente y del modo de vida que se lleve, y no tanto de la
edad, si el individuo se mantiene sano.
Probablemente, se perciba muy estricto,
pero hay que romper muchos mitos acerca de la existencia de los adultos mayores.