miércoles, 7 de septiembre de 2016

EL CARIÑO NO SE IMPONE, SE GANA.

[Ahora que soy adulta, he llegado a la  conclusión de haber sido una hija no deseada, que fui una carga para mi madre. De pequeña nunca comprendí porque me abandonaba, me insultaba tanto y me rebajaba como persona.
Desde muy chica me responsabilizo  de mis hermanos menores, debía yo cuidarlos, darles el biberón, cambiarles el pañal, mi juego era estar con ellos. Nunca tuve una muñeca, tan solo mis hermanos, para los cuales fui una madre. Sufrí mucho en la primaria y secundaria por solo tener un solo apellido, mis compañeros se burlaban, no tuve el valor de comentarle a mi madre que me decían bastarda u otros insultos, por temor a que ella me regañara o me pegara.
Cuando llego el momento para inscribirme a nivel preparatoria, me dijo “como no tienes padre no podrás seguir estudiando, dime ¿quién te va a pagar los estudios?  “Siempre me decía que las mujeres no debían estudiar”. Me creía todo lo que me decía, pues yo la veía “grande”, la percibía como una mujer fuerte que podía hacer muchas cosas. Le creí bastantes de sus mentiras y sus humillaciones, hasta la idea de que las mujeres no somos para el estudio sino para la casa, sentenciando que de ella dependía que yo no terminaría nunca una carrera. Así que dije adiós a mis sueños de estudiar y me dije aunque sea “Belleza” y de esa forma puede estudiar secretariado, que fue en lo que trabajé.
Actualmente mi madre está muy enferma y me cuesta mucho irla a cuidar, mis hermanos me exigen pero evito ir lo más que puedo. Platicando con ellos me doy cuenta que no solo a mí me maltrataba de niña. Ahora que soy adulta me duele la situación que viví y me hace sentir triste. Ahora me digo “No porque sea mi madre debo de cuidarla, si no siento amor por ella”. ]
Es difícil comprender que puedan existir madres que no quieran a sus hijos, sobretodo en una sociedad patriarcal como la nuestra. Ya que socialmente creemos que existe un “instinto maternal” donde la mujer debe brindar un amor incondicional y automático, que no se agota y todo acepta. Sin embargo, en la realidad esto no siempre es así. Hay madres que se separan de sus hijos porque se sienten privadas de su libertad. Un embarazo no planeado puede romper cierta comodidad en la relación de pareja y de esta forma, un hijo puede significar una frustración a un estilo de vida o un rompimiento de sus sueños.
Independientemente de  las cuestiones de parentesco,  es indispensable establecer buenas relaciones afectivas entre los miembros de la familia para generar sentimientos de cariño. El amor se construye con la convivencia, se cimienta día a día con el trato, con amabilidad, con ternura, en el preocuparse por el otro, darse ese vínculo amoroso que si no está el otro  lo extraño.
Es lógico suponer que no se sienta cariño por una persona que nos ha maltratado en la infancia, donde no hay grandes recuerdos con muestras de cariño de la madre, ni siquiera un recuerdo de un abrazo o de una palabra de aliento, al contrario, sentimientos de abandono y maltrato.
 No es necesario amar  a los hijos o a los padres tan solo por razones de parentesco, pero al menos respetarlos, como sería con cualquier ser humano.