martes, 4 de diciembre de 2018

Ay el aborto parte 2


El peso recae en quien lo vive.
El aborto es un problema de justicia social, de salud, de igualdad y de género. En México existen 7 causales legales de interrupción del embarazo; por violación, por alteraciones genéticas, imprudencia o culpa, peligro de muerte, grave daño a la salud, inseminación no consentida y razones económicas. 
Cada año 227 mujeres son denunciadas, aunque se haya tratado de abortos espontáneos. La mayoría tienen bajos recursos y poca información. En casi todos los casos las denuncias son realizadas por el personal de salud que al igual de las procuradurías las tratan como criminales.
En una encuesta que realizó la organización “Católicas por el Derecho de Decidir”, reportan que un gran porcentaje de la población católica está a favor del aborto y mencionan que en el Concilio Vaticano se aprobó que ellas tienen el derecho de elegir si son madres o no, además, en el caso de un aborto, la mujer no queda excomulgada automáticamente. En la ley de la iglesia que se llama Derecho Canónico mencionan en el canon 1323; que no se puede castigar a la mujer cuando es menor de 16 años, cuando ignoraba que infringía una ley, si actuó de manera accidental, cuando actuó presionada por miedo o para evitar un daño grave. Esto contrasta con lo que se suele difundir en las escuelas pastorales, en las que los seglares a cargo, a veces ponen de su propia cosecha, en cuanto a prejuicios y falacias se refiere, ya hasta la situación cambia según la diócesis que se trate. Hoy día la iglesia trata de ponerse al día en este y otros temas por la desbandada de fieles.
Un artículo publicado por Carolina Torreblanca, menciona que entre 2002 y 2016, la causa de muerte específica de 624 mujeres fue un aborto. Mientras que solo el 7% de las mujeres que parió durante ese mismo periodo tenía una escolaridad de preescolar, ese porcentaje sube hasta 23.4% en el caso de las que murieron y que habían estudiado solo hasta ese grado, ignorancia igual a muerte. Hace hincapié, en que es muy difícil tener cifras exactas de las mujeres que abortan, ya que es una práctica criminalizada, además que esta se realiza en plena clandestinidad. En el centro del debate está la idea de que ellas no van a dejar de abortar, pero que su criminalización la vuelve una práctica insegura por que no se hace en condiciones adecuadas.
Muchas mujeres para abortar se introducen vía vaginal, en el mejor de los casos, hierbas, otras utilizan instrumentos no esterilizados, como ganchos de ropa, incluso hasta productos que lleguen a quemar las paredes de la misma. También están las que llegan a consultorios clandestinos y son maltratadas, algunos médicos abusan sexualmente de ellas o bien las denigran, con la posibilidad de que les hagan un mal procedimiento y queden expuestas a infecciones y hemorragias internas. Solo las que cuentan con los recursos económicos suficientes pueden realizarlo en un hospital y salir bien libradas.
Sin duda alguna es un tema de múltiples matices y es que en esta materia de la sexualidad se concentran diferentes puntos de vista desde el familiar, lo político, económico, social, moral, religioso, inteligencia y de género.
Sin lugar a dudas, cualquier embarazo es algo sorpresivo en cualquier mujer, porque durante la relación no se piensa en ser fecunda, sin embargo, la noticia siempre es impactante, se puede reaccionar con ilusión o con miedo, pero pasada esta emoción surgen otros sentimientos, dudas y temores a partir de su historia personal. Muchas chicas tienen miedo de anunciar a sus padres que están embarazadas, algunas toman la decisión cuando ya ha pasado mucho tiempo. Otras tienen miedo de no recibir el apoyo de su familia, ellas se sentirán señaladas y solas, siempre se sentirán culpables de su estado, también en el caso de violación.
Por otro lado, si bien en cierto que hemos avanzado en brindar educación sexual en primarias y secundarias sigue habiendo prejuicios en especial por parte de los padres que no quieren que se imparta, pues temen que se les quite la “inocencia”, ello implica que queden al margen del conocimiento de su cuerpo y por lo tanto más expuestas. De cualquier forma, ellas siempre serán las señaladas y culpables.
Muchas mujeres sufren de la falta de información, otras son obligadas a la “llamada prueba de amor”, otras quieren experimentar, otras por estar enamoradas, deciden tener relaciones sexuales, pero, aun conociendo métodos anticonceptivos, ellas tienen miedo de pedir expresamente a su pareja usarlos para no ser catalogadas como “güilas”, y en el caso de que falle, suele ser “vistas como tontas por no saber cuidarse”, aun cuando no hay un método 100 por ciento seguro. La libre decisión a seguir o interrumpir el embarazo es lo menos que la sociedad les puede ofrecer.
El pasar por un aborto voluntario es una situación que puede ser compleja y desafiante en muchos sentidos para la mujer; algunas de ellas generan emociones y asumen creencias que pueden perjudicar su equilibrio emocional, como es el caso de aquellas que cargan sentimientos de culpa tras la interrupción de un embarazo, incluso por años. Arrastran el peso de la religión, la condena moral que las culpabiliza con expresiones como “pero bien que lo gozó, ahora que pague las consecuencias”.
A veces se piensa solo en las mujeres que viven en las principales ciudades del país, y no en aquellas que la mayoría de las veces ni tienen la opción de tener un condón en las manos, muchos menos otros tipos de anticonceptivos como la pastilla del día siguiente. Además, debemos tener presente que una relación sexual es de dos, en la cual algunos hombres no permiten o se niegan a usar algún tipo de anticonceptivo.
Existe un temor social mal infundado que, si se legaliza el aborto, se abusará de este como método anticonceptivo, la típica frase “No pueden estar abortando como ir al baño”, se cree que con eso se fomentara “la irresponsabilidad”. Sin embargo, en la ciudad de México después de haber practicado el procedimiento, se brinda información sobre sexualidad y los métodos anticonceptivos para cuidarse, aunque las usuarias del servicio señalan que no lo volverían hacer.
¿Qué pasa por la cabeza y el corazón de una mujer tras un aborto? Tanto si es espontaneo e inesperado, como si es voluntario, se identifican aspectos en común. El primero es el síndrome de culpabilidad, en el caso de aborto espontaneo la mujer tiende a pensar que no se ha cuidado lo suficiente su salud o que se ha esforzado más de la cuenta, entre otras ideas, de cualquier modo, es un estado de ánimo que destruye por dentro.
El segundo factor que se debe tener en cuenta tras un aborto es la ansiedad, evidente en el espontáneo, genera la duda de si la mujer se volverá a quedar embarazada, si la pérdida sucederá otra vez o si hay distintos factores amenazantes escondidos. En el caso del programado, la ansiedad "pesa" más antes de tomar la decisión de interrumpir el embarazo, unida a la inquietud de enfrentarse a un proceso quirúrgico. Ambos factores, culpabilidad y ansiedad, están relacionados con la reacción del entorno de la mujer antes, durante y después del aborto, sea espontáneo o programado, puesto que su estado de ánimo es vulnerable a la opinión de los padres, los amigos, es decir de su núcleo más cercano. Es muy importante, por tanto, descartar cualquier tipo de reacción punitiva, juicio o sesgo.
Mucho se puede decir acerca del duelo por la muerte de un hijo en la interrupción del embarazo espontaneo. Hay padres que lo viven de una forma desgarradora y terriblemente desquiciante; sin embrago, hay otros que, sin dejar de sentir dolor, pueden alcanzar un estado de tranquilidad y resignación al cabo de un periodo de tiempo. En un proceso de duelo, en ocasiones, entran en juego las creencias familiares, las culpas y las obligaciones asignadas. La mujer que lo vive, sufre la perdida pues ya tenía planes para la crianza, Sin embargo, la muerte gestacional puede derivar en Trastorno de Estrés Postraumático, tanto en la madre como el padre.
Por otro lado, a muchas chicas se les obliga a continuar con un embarazo no deseado, y se les ofrece la opción que den a su niño en adopción. De cualquier modo, ellas no saldrán bien libradas del asunto, serán señaladas por la sociedad como malas madres y continúan trayendo al mundo niños no deseados, con riesgo de que lleguen a ser niños maltratados.
También, se les plantea la posibilidad de llegar a término y se les presiona a recibir ayuda de grupos políticos. Uno de tantos casos, que se viven día con día es como lo que le paso a  Paulina del Carmen Ramírez Jacinto, la niña que a los 13 años fue violada en 1999 y su proceso fue muy conocido en todo México porque la iglesia y el Gobierno Panista de Baja California le impidieron abortar. Ella asegura que debe ser la mujer quien debe decidir sobre su cuerpo porque es suyo, según su opinión, su situación económica, sus sueños, y no terceras personas, pues a ella y a su familia les hubiera gustado decidir su destino. En su recuerdo quedó grabada la intolerancia de un gobierno que trasgredió las leyes para impedir que interrumpiera su embarazo.
El gobierno de Baja California tardó seis años en resarcir -al menos económicamente- el perjuicio que provocó una decisión administrativa sustentada en creencias religiosas. La objeción de conciencia que pretextaron los médicos del Hospital General para no interrumpir el embarazo de la adolescente. Aun así, el Estado debió garantizar el cumplimiento de la Constitución que establece que el aborto se encuentra en los márgenes legales tratándose de una violación, como en este caso.
Mientras el aborto siga siendo criminalizado en el resto del país, ya sea provocado o espontaneo, seguiremos viendo una serie de atrocidades que pensaríamos que ya deberíamos de haber corregido en este siglo, con este gran avance socio-cultural y tanta modernidad que hemos tenido, pero todavía en algunos casos se impone la postura del doctor, el criterio de las autoridades, y las presiones sociales, religiosas, familiares, psicológicas, en fin, tantos factores que no han permitido que este asunto se resuelva como debería ser, a favor de la salud de las mujeres.
En todo esto trasciende el temor de dar autonomía a las mujeres, desmantelar el control de la vida y el control sexual sobre las mujeres y por ello se ha escatimado a las mujeres el derecho a ejercer su autodeterminación.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Ay el aborto, parte 1



Los sinónimos de la palabra aborto son: malogro, fracaso, frustración, perdida o interrupción, que vocablos tan fuertes.
La idea del aborto comienza prácticamente en la edad media al extenderse el cristianismo, ya que en la tradición judeocristiana se señala que no podemos disponer de nuestra vida ni de nuestra muerte, porque ella ha sido dada por el creador y él decide cuándo quitárnosla, por ello, se castiga la tentativa de suicido, no somos dueños de la vida. Sin embargo, Norma Ferro, en su libro “El instinto maternal o la necesidad de un mito” plantea que tal instinto es una de las expresiones de la dominación de la mujer fuertemente asentada en nuestra cultura, puesto que, en la antigüedad, en algunas sociedades era común la práctica del infanticidio, incluso, si la mujer no mataba a sus hijos podía ser estigmatizada como cuidadora de niños. En otras comunidades se promovían los abortos, aunque por diversas circunstancias y creencias. Se cuenta que los griegos mataban a los bebes que eran “feos” o contaban con alguna anomalía, como en algún momento de la historia de los judíos, se puede sospechar que también lo practicaban, pues en un pasaje en el Antiguo Testamento en el Levítico 21:17-23a  (NVI) “Dios le ordena a Aarón: ‘Ninguno de tus descendientes que tenga defecto físico deberá acercarse jamás a su Dios para presentarle la ofrenda de pan’. En efecto, no deberá acercarse nadie que tenga algún defecto físico: ninguno que sea ciego, cojo, mutilado, deforme, lisiado de pies o manos, jorobado o enano; o que tenga sarna o tiña, o cataratas en los ojos, o que haya sido castrado …. por causa de su defecto no pasará más allá de la cortina ni se acercará al altar, para no profanar mi santuario”. Y cuando se imponen las reglas es porque eran prácticas cotidianas. 

Fue hasta en la modernidad, que el aborto es altamente señalado. Elizabeth Badinter menciona que la sociedad en general manejó el desprecio o la piedad para las mujeres que no tenían o querían hijos. Ella menciona “quienes definieron la naturaleza femenina tuvieron cuidado de hacerlo de manera tal que implicara todas las características de la buena madre: eso es lo que hacen Rousseau y Freud, que con ciento cincuenta años de distancia elaboran una imagen de la mujer singularmente coincidente y destacan el sentido de la abnegación y sacrificio que según ellos caracteriza a la mujer normal. Tachada de egoísta, de malvada, hasta desequilibrada, la mujer que desafiaba la ideología dominante no tenía otra alternativa que asumir mejor o peor su anomalía”. De esta manera se desarrolló una concepción apoyada por algunos supuestos científicos del determinismo biológico que promueven la idea del “instinto maternal”, que para algunos políticos y religiosos que defienden esta postura, les queda como anillo al dedo, por ejemplo, el catolicismo promueve la maternidad al mencionar que se deben recibir los hijos que Dios les mande, por lo cual condena el aborto ya que mientras más descendientes más seguidores de la religión y la iglesia. Fue en el siglo XIX donde se criminaliza el aborto a nivel mundial. El papa Pio IX (uno de tantos papas corruptos), fue quien toma la decisión de declarar que todos los abortos son condenables desde el punto de vista moral. Desde entonces existe un pánico en especial de la iglesia por la autonomía, de la igual dignidad y de la igual condición humana de las mujeres.

Simone de Beauvoir relata que, en la Francia de 1810, el aborto se consideraba un crimen, fue hasta 1955, que en la entonces Unión Soviética se podía practicar con previa solicitud del médico, posteriormente se sumaron Hungría, en 1956; Polonia, en 1959; y EEUU, en 1973.

No obstante, parece curioso, pero también en los países que hace mucho eran de régimen comunista también se prohibía el aborto y se perseguía a las que lo cometían y a quienes ayudaban. Tal fue el caso Rumania por el dictador Ceaucesco, cuando en los años sesentas ilegalizó el aborto porque se estableció que el feto era de toda la sociedad, al final la razón era la misma, fomentar el crecimiento de las masas a quien dominar.

En los años 20 del siglo XX comenzó la llamada Revolución Sexual que alcanzó su máxima expresión en los sesenta, cuando se inventó la píldora anticonceptiva. Se suponía que eso permitiría que al fin la mujer podría tener un mejor control sobre su propio cuerpo, sin embargo, sigue imperando que el hombre se mantenga al mando, puesto que a la fecha a la mujer se le niega la capacidad de conocer cómo funciona su propio organismo, todavía hace unas décadas si la mujer le solicitaba al médico que le colocara un dispositivo intrauterino (DIU) este se negaba o pedía que el esposo estuviese de acuerdo, ya que quizás no quería verse amenazado por el marido. En muchos casos, los controles de la administración de las pastillas anticonceptivas eran llevadas por el novio, el esposo o en algunos casos, la propia madre.

Por cuestiones más bien económicas y por presión y compromisos internacionales, en México han avanzado los programas de salud reproductiva, pero es alarmante el ascenso en embarazos de alto riesgo por diabetes e hipertensión y en adolescentes, los casos de cáncer de mama y cérvico-uterino. Aunque sea arcaico, se sigue diciendo que una madre-mujer-mártir se va derechito al cielo y es una superstición que sirve para sublimar la situación de rezago y precariedad médica que impiden salvarle la vida, la idea posiblemente venga de nuestros antepasados, puesto que en la cultura azteca el cuerpo sin vida de las mujeres fallecidas en labor de parto era venerado a un grado divino y su valentía era admirada por la sociedad. Hoy día la salud reproductiva es una cuestión de derechos humanos en la que se deben tomar decisiones informadas y libres.

Actualmente en México a nivel federal se sigue discutiendo sobre el derecho a la interrupción legal del embarazo, pero llama la atención de que los órganos legislativos, jurisdiccionales, secretarías de estado, partidos políticos, iglesias, medios de comunicación, sociedad civil y demás instancias que intervienen en este debate están dominadas por varones, y que se excluye a las mujeres en esta toma de postura. Los partidos políticos que contendían en el proceso electoral de 2018 presentaron plataformas electorales regresivas en la materia, en el mejor de los casos una conveniente ambigüedad, las sentencias de la Suprema Corte de la Nación también han sido de toma y daca, hacen avanzar dos pasos y luego retroceder uno.

Desde hace 11 años en la Ciudad de México se permite la interrupción legal del embarazo, sin importar de que estado de la republica sea la embarazada, y en todas las demás entidades del país es un delito que se persigue y castiga, aun y cuando este puede ser espontaneo, (que es la pérdida de un embrión o feto por causas no provocadas intencionalmente), solo se exenta cuando se llega a comprobar que es producto de una violación. Aunque la polémica entre la penalización y la despenalización del aborto sigue polarizando a la sociedad. Los datos duros indican que quienes más la practican son jóvenes de 18 a 24 años, ¿Significa esto que los jóvenes son los más expuestos a embarazos no deseados?, ¿Hace falta una mejor educación sexual? Y en este sentido, ¿Cuáles son las implicaciones de realizarse un aborto? ¿Y cuáles son sus consecuencias? ¿Quién debería de tomar la decisión? ¿Y qué facilidades debe de proporcionar el Sector Salud?
Globalmente, las estadísticas muestran que generalmente en los países donde es legal ésta práctica, suelen realizarse los abortos voluntarios de manera segura y las complicaciones son poco frecuentes. La muerte materna por causa de un aborto inducido afecta al 13% de las mujeres que se lo realizan, la mayoría de estos decesos ocurren en países donde el aborto es ilegal y tienen un ambiente sociocultural muy represivo y sus políticas en torno a esto son restrictivas.