lunes, 3 de octubre de 2022

La dichosa preocupación.


La preocupación es un estado de alerta, el cual propone a ocuparse con antelación de algo, es decir, es de carácter anticipatorio, nos avisa y nos ayuda a prevenir, eso le confiere un valor funcional importante, por que nuestro sistema nervioso se activa y facilita la capacidad de respuesta. Se puede considerar como un mecanismo de adaptación que permite la supervivencia y que tiene su base en algo que puede solucionarse o resolverse. Sin embargo, en la actualidad, este sentimiento esta mas vinculado a generar zozobra o nerviosismo.  Surge cuando sentimos dudas sobre el futuro, llegando a ser una cadena de pensamientos que no llegan a una conclusión, ya que a veces sobre una duda surge otra y otra.

 

Algunas preocupaciones se pueden considerar como menores, es decir, que pronto se quedan atrás. Como cuando nos inquietamos por llegar a un evento, cuando estamos esperando que gane nuestro equipo o competidor favorito.

Existen otras que requieren mayor desgaste de energía y atención, pero que pueden ayudar a generar una respuesta, por ejemplo: “me quede sin empleo y empiezo a buscar”, “acudo al médico porque me he sentido mal y empiezo a ocuparme de mi”.  

En cambio, hay otras que persisten en el tiempo y llegan a derivar  en trastornos como ansiedad o depresión. Es ésta donde está más asociada al miedo, parte de una idea  “irracional”, pero que nuestro cerebro se encarga de hacerlo pasar por muy racional, donde toda la información negativa que hemos escuchado, visto u oído se acomoda en nuestros pensamientos, y que suele degenerar la inquietud y la angustia, propiciando en algunas personas que se ocupen en cuestiones sin solución, estas preocupaciones son aquellas donde se dice que se piensa mucho y se hace poco. La persona imagina distintos escenarios creyendo que se prepara para lo peor, pero mientras deja de ocuparse en su presente y de tomar decisiones necesarias para afrontar la situación que si tiene en sus manos. Generalmente se preocupa por cosas que no están bajo su control, es decir,  que no dependen de uno, pero se bloquea y se vuelve inoperante.

 

En alguna van acompañadas con la idea de “y si”, y si llego tarde y no me atiende el medico”, “ahora me siento bien, y ¿si empeoro’” , “y si mi hija se embaraza”, y si me quedo sin casa”, y si “no soy una buena madre o padre”, “y si me asaltan”.

Vivimos con un perceptible nivel de incertidumbre, que cada vez menos podremos saber con el cien por ciento de seguridad que va a pasar en el futuro, o saber que piensan los otros de uno mismo. Simplemente en los últimos años han pasado cosas inimaginables.

 

Si hiciéramos una lista de preocupaciones, de seguro aparecerían las siguientes: mis hijos, mi familia, mi casa, mi salud, el trabajo, la muerte.  Todo el mundo se preocupa de sus hijos, no sería un buen padre o madre si no me preocupara por ellos, ¿seré una buena madre, esposa, hija? ¿estaré haciendo bien las cosas? Nos agobia lo que piensan los demás de mi o bien , de que no me quieran.

Detrás de la preocupación esta la inseguridad y el miedo, pero, como no sabemos aceptar lo que sentimos le ponemos un sin numero de nombres y eufemismos como, “estoy estresado”, “mi pareja no me comprende”, “estoy nervioso”, “qué van hacer mis hijos”, “no sé si mi cliente se interese en mi propuesta” entre muchos. Es mas alarmante cuando es pensada hacia otros,  como cuando vemos que nuestros hijos no estudian, se la pasan en la calle, que se fueron a un evento y simplemente no llegan a la hora esperada a casa, ¿ les habrá pasado algo?. Y es que la sociedad y el aislamiento promueve la preocupación y la culpa, bajo la falacia de equiparar a ambas con el amor, - Si quieres a alguien, debes preocuparte por él o ella-, Frases como: “por supuesto que estoy preocupado por el o ella; es natural cuando quieres a alguien” o “no puedo dejar de preocuparme porque te quiero”, ¿así pruebas tu amor preocupándote lo suficiente? Aunque en realidad no tiene nada que ver con el amor.

 

La culpabilidad y la preocupación son quizá las dos formas más comunes de angustia en nuestra cultura, éstas pueden ser consideradas como dos extremos en una línea, donde el presente se encuentra en medio, la culpa se sitúa en el pasado, mientras que la otra se plantea a futuro. Tanto la una como la otra pueden llegar a ser sentimientos inútiles, ya que pueden ser grandes despilfarros de energía y atención. Con la culpa desaprovechas tus momentos presentes al estar inmovilizado por causa de tu comportamiento pasado, mientras que la preocupación es el mecanismo que te mantiene inmovilizado por algo que esta en el futuro y que no sabes si pasará o no, además, es algo sobre lo que no se tiene ningún control, ambas tienen el mismo propósito inútil de mantenerte inquieto o inmóvil , sobre todo porque repites situaciones pasadas en tu mente para intentar cambiar o corregir lo sucedido, elucubrar en dónde estuvo la falla, imaginas eventos o situaciones futuras, por ejemplo: No puedes esperar a que te respondan un mensaje y llamas para que te den una respuesta. Antes de salir empiezas a cuestionar el plan y dudas en hacerlo, piensas en escenarios catastróficos o bien planificas todo al detalle para tratar de minimizar errores, al final quieres controlar todo y te sientes mal si los eventos no salen como tu quieres.

 

El mundo esta poblado por personas que se sienten pésimamente por algo que no deberían de haber hecho o se asumen asustados y consternados por cosas que pueden llegar a pasar. Todo esta relacionado con la importancia que le des a los problemas.

¡No hay de que preocuparse! ¡Absolutamente de nada! Puedes pasarte el resto de tu vida preocupado por el futuro y por mucho que te preocupes, no cambiarás nada. 

¿Cuántas cosas que te preocupaban la semana pasada, el año pasado, o hace 3 años, no han sucedido?  La preocupación nunca cura nada, pero te roba la vida.

No te obsesiones si algo tiene que pasar, sucederá. Si alguien te tiene que buscar, te encontrará, céntrate en estar en calma. Dedícale tiempo a tus sensaciones, cuanta más atención les des, más las entenderás y mejor sabrás cuestionarlas y gestionar las emociones y las reacciones que generan.

 

No confundas la preocupación con hacer planes para el futuro con falsas expectativas y la actividad del momento presente pues, puede contribuir a que ese futuro sea mejor. Piensa que no es buena señal cuando ésta sólo te inmoviliza o bien te orilla a pensar que tu problema no tiene solución, que no depende de lo que hagas, sino que la respuesta depende de otros. Recuerda que gran parte de tu preocupación se refiere a cosas sobre las que no tienes absolutamente ningún control.

 

Si te preocupa el cambio climático, la polución, la gente desaparecida, o cualquier otro problema social, infórmate de manera seria y sistemática, únete a algún grupo o genera alguna organización de la sociedad civil o genera una para apoyar y hacer algo por estas causas. Recuerda que hay muchas personas interesadas en búsqueda de soluciones de lo que a ti también te inquieta.  

todos hemos dicho mentiras

 

Todos hemos dicho mentiras; desde las piadosas, hasta las que nos pueden salvar el pellejo en determinadas circunstancias., y actualmente se han identificado dos tipos de mentiras, y las motivaciones detrás de ellos. De acuerdo con Psychology Today, estos dos tipos de mentiras son las egoístas y las mentiras de buen corazón, y cada una sirve a los propios fines de la persona que las dice. El primer caso tiene la intención de ayudar a una persona a salir bien librada de alguna situación, la segunda, por el contrario, Un artículo de la revista National Geographic que aparece en la edición de junio, informó la mentira por el bien personal es más común de lo que se piensa. La revista examinó un estudio realizado por Bella DePaulo, una psicóloga social de la Universidad de California, Santa Bárbara, quien le preguntó a 147 adultos las mentiras que han dicho a lo largo de una semana.

Los investigadores descubrieron que las personas mienten en en promedio una o dos veces al día. La mayoría de estas mentiras fueron pensadas para enmascarar deficiencias o para proteger los sentimientos de los demás; y algunas mentiras eran excusas.

Sin embargo, otras mentiras son utilizadas para reflejar una imagen falsa, mentiras que son consideradas graves, que incluso ya entran en el aspecto de convertirse en declaraciones falsas.  Los investigadores concluyeron que la mentira es tan antigua como la lengua, y se vio favorecida por la violencia física, así como por el hecho de obtener el control sobre los demás.

" La mentira es tan fácil en comparación con otras formas de obtener el poder,” dijo Sissela Bok, una especialista en ética de la Universidad de Harvard. “Es mucho más fácil mentir con el fin de obtener dinero algo más de alguien, que golpearlos".

En cuanto a las mentiras de buen corazón, básicamente existen para evitar lastimar a un tercero.

Mentiras de buen corazón son tan comunes que De Paulo escribió un libro sobre él, y cuando la verdad duele: La mentira de ser amable explora la navegación buenas intenciones, junto con el engaño.

¿Cómo saber si te mienten?

Todos somos expertos en la mentira, nos mentimos con facilidad, en pequeña o gran escala y sin importar a quien.  Nuestra necesidad de confiar en los demás, irónicamente nos hace más mentirosos y terribles para detectar cuando alguien nos la aplica, aquí algunos tips para detectar cuando alguien miente:

Cambios en el tono de la voz.

Parpadeo inusual o inquietud.

Utilizar menos palabras en primera persona.

Menor tendencia a utilizar palabras emocionales, tales como dolor o enojo.

Dificultad para hacer contacto visual al hablar (miradas furtivas).

El uso de técnicas para relajarse como tocar el cuello, taparse la boca o jalarse el oído.

La inconsistencia de los gestos / expresiones faciales en contraste con el contenido del mensaje.