La preocupación es un estado de alerta, el
cual propone a ocuparse con antelación de algo, es decir, es de carácter
anticipatorio, nos avisa y nos ayuda a prevenir, eso le confiere un valor
funcional importante, por que nuestro sistema nervioso se activa y facilita la
capacidad de respuesta. Se puede considerar como un mecanismo de adaptación que
permite la supervivencia y que tiene su base en algo que puede solucionarse o
resolverse. Sin embargo, en la actualidad, este sentimiento esta mas vinculado
a generar zozobra o nerviosismo. Surge
cuando sentimos dudas sobre el futuro, llegando a ser una cadena de
pensamientos que no llegan a una conclusión, ya que a veces sobre una duda
surge otra y otra.
Algunas preocupaciones se pueden
considerar como menores, es decir, que pronto se quedan atrás. Como cuando nos inquietamos
por llegar a un evento, cuando estamos esperando que gane nuestro equipo o
competidor favorito.
Existen otras que requieren mayor
desgaste de energía y atención, pero que pueden ayudar a generar una respuesta,
por ejemplo: “me quede sin empleo y empiezo a buscar”,
“acudo
al médico porque me he sentido mal y empiezo a ocuparme de mi”.
En cambio, hay otras que persisten en el
tiempo y llegan a derivar en trastornos
como ansiedad o depresión. Es ésta donde está más asociada al miedo, parte de
una idea “irracional”, pero que nuestro
cerebro se encarga de hacerlo pasar por muy racional, donde toda la información
negativa que hemos escuchado, visto u oído se acomoda en nuestros pensamientos,
y que suele degenerar la inquietud y la angustia, propiciando en algunas
personas que se ocupen en cuestiones sin solución, estas preocupaciones son
aquellas donde se dice que se piensa mucho y se hace poco. La persona imagina
distintos escenarios creyendo que se prepara para lo peor, pero mientras deja
de ocuparse en su presente y de tomar decisiones necesarias para afrontar la
situación que si tiene en sus manos. Generalmente se preocupa por cosas que no
están bajo su control, es decir, que no
dependen de uno, pero se bloquea y se vuelve inoperante.
En alguna van acompañadas con la idea de
“y si”, y si llego tarde y no me atiende el medico”, “ahora me siento bien, y ¿si
empeoro’” , “y si mi hija se embaraza”, y si me quedo sin casa”, y si “no soy
una buena madre o padre”, “y si me asaltan”.
Vivimos con un perceptible nivel de
incertidumbre, que cada vez menos podremos saber con el cien por ciento de
seguridad que va a pasar en el futuro, o saber que piensan los otros de uno
mismo. Simplemente en los últimos años han pasado cosas inimaginables.
Si hiciéramos una lista de preocupaciones,
de seguro aparecerían las siguientes: mis hijos, mi familia, mi casa, mi salud,
el trabajo, la muerte. Todo el mundo se
preocupa de sus hijos, no sería un buen padre o madre si no me preocupara por
ellos, ¿seré una buena madre, esposa, hija? ¿estaré haciendo bien las cosas? Nos
agobia lo que piensan los demás de mi o bien , de que no me quieran.
Detrás de la preocupación esta la
inseguridad y el miedo, pero, como no sabemos aceptar lo que sentimos le
ponemos un sin numero de nombres y eufemismos como, “estoy estresado”, “mi
pareja no me comprende”, “estoy nervioso”, “qué van hacer mis hijos”, “no sé si
mi cliente se interese en mi propuesta” entre muchos. Es mas alarmante cuando
es pensada hacia otros, como cuando
vemos que nuestros hijos no estudian, se la pasan en la calle, que se fueron a
un evento y simplemente no llegan a la hora esperada a casa, ¿ les habrá pasado
algo?. Y es que la sociedad y el aislamiento promueve la preocupación y la
culpa, bajo la falacia de equiparar a ambas con el amor, - Si quieres a alguien,
debes preocuparte por él o ella-, Frases como: “por supuesto que estoy
preocupado por el o ella; es natural cuando quieres a alguien” o “no puedo dejar de preocuparme porque te quiero”, ¿así pruebas tu amor preocupándote lo suficiente? Aunque en realidad no tiene nada que ver con el amor.
La culpabilidad y la preocupación son
quizá las dos formas más comunes de angustia en nuestra cultura, éstas pueden
ser consideradas como dos extremos en una línea, donde el presente se encuentra
en medio, la culpa se sitúa en el pasado, mientras que la otra se plantea a
futuro. Tanto la una como la otra pueden llegar a ser sentimientos inútiles, ya
que pueden ser grandes despilfarros de energía y atención. Con la culpa
desaprovechas tus momentos presentes al estar inmovilizado por causa de tu
comportamiento pasado, mientras que la preocupación es el mecanismo que te
mantiene inmovilizado por algo que esta en el futuro y que no sabes si pasará o
no, además, es algo sobre lo que no se tiene ningún control, ambas tienen el
mismo propósito inútil de mantenerte inquieto o inmóvil , sobre todo porque repites
situaciones pasadas en tu mente para intentar cambiar o corregir lo sucedido,
elucubrar en dónde estuvo la falla, imaginas eventos o situaciones futuras, por
ejemplo: No puedes esperar a que te respondan un mensaje y llamas para que te
den una respuesta. Antes de salir empiezas a cuestionar el plan y dudas en
hacerlo, piensas en escenarios catastróficos o bien planificas todo al detalle
para tratar de minimizar errores, al final quieres controlar todo y te sientes
mal si los eventos no salen como tu quieres.
El mundo esta poblado por personas que se
sienten pésimamente por algo que no deberían de haber hecho o se asumen asustados
y consternados por cosas que pueden llegar a pasar. Todo esta relacionado con
la importancia que le des a los problemas.
¡No hay de que preocuparse! ¡Absolutamente
de nada! Puedes pasarte el resto de tu vida preocupado por el futuro y por
mucho que te preocupes, no cambiarás nada.
¿Cuántas cosas que te preocupaban la
semana pasada, el año pasado, o hace 3 años, no han sucedido? La preocupación nunca cura nada, pero te roba
la vida.
No te obsesiones si algo tiene que pasar,
sucederá. Si alguien te tiene que buscar, te encontrará, céntrate en estar en
calma. Dedícale tiempo a tus sensaciones, cuanta más atención les des, más las
entenderás y mejor sabrás cuestionarlas y gestionar las emociones y las
reacciones que generan.
No confundas la preocupación con hacer
planes para el futuro con falsas expectativas y la actividad del momento presente
pues, puede contribuir a que ese futuro sea mejor. Piensa que no es buena señal
cuando ésta sólo te inmoviliza o bien te orilla a pensar que tu problema no
tiene solución, que no depende de lo que hagas, sino que la respuesta depende
de otros. Recuerda que gran parte de tu preocupación se refiere a cosas sobre
las que no tienes absolutamente ningún control.
Si te preocupa el cambio climático, la
polución, la gente desaparecida, o cualquier otro problema social, infórmate de
manera seria y sistemática, únete a algún grupo o genera alguna organización de
la sociedad civil o genera una para apoyar y hacer algo por estas causas.
Recuerda que hay muchas personas interesadas en búsqueda de soluciones de lo
que a ti también te inquieta.
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