El manejo del perdón.
Orientación acerca de lo que significa perdonar, cómo superar resentimientos y culpas y comprenderá el proceso de elaboración del perdón, así como sus beneficios físicos y emocionales.
Pedir perdón y perdonar se perfilan como procesos terapéuticos importantes en la psicoterapia actual
Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y lo principalmente vivir. Dalai Lama.
¿Por qué es tan difícil perdonar? ¿Por qué se afirma que si no perdonamos no tenemos paz con nosotros mismos? En ocasiones, el dolor “atorado” se vuelve contra uno mismo a través de conductas autodestructivas, o se traduce en frustración, deseos de venganza, odio, estados depresivos y demás emociones negativas, por las cuales resulta impostergable perdonar. Negarnos a perdonar es una manera muy disfuncional de responder a una ofensa, ya que no hacerlo rompe toda alternativa de diálogo, pero sobre todo impide que tengamos paz y, por lo tanto, cualquier posibilidad de resolver el conflicto. Para poder perdonar lo primero es evaluar el daño causado y los costos físicos y emocionales que conlleva albergar resentimientos, así como trabajar en cada uno de los sentimientos que se desprenden de ello.
Cuando nos hacen daño la reacción inmediata y lógica es ir contra quien nos lo hizo; pero esta reacción lógica y natural tiene sus problemas. A corto plazo, tratas de impedir que el daño continúes; pero si la acción sigue por mucho tiempo, te puedes ver reflejado en la siguiente metáfora:
Cuando alguien te hace daño es como si te mordiera una serpiente. Las hay que tienen la boca grande y hacen heridas inmensas. Una vez que te ha dejado de morder, curar una mordedura así puede ser largo y difícil; pero cualquier herida se cierra finalmente. Pero el problema es mucho peor si la serpiente es venenosa y, que, aunque se ha ido, te deja un veneno dentro que impide que la herida se cierre. Los venenos más comunes son el de la venganza, el del ojo por ojo y el de buscar justicia y reparación por encima de todo. El veneno puede estar actuando durante muchos años y, por eso, la herida no se cierra, el dolor no cesa durante todo ese tiempo y tu vida pierde alegría, fuerza y energía.
Cada vez que piensas en la venganza, o la injusticia que te han hecho, la herida se abre y duele, porque recuerdas el daño que te han hecho y el recuerdo del sufrimiento te lleva a sentirlo de nuevo. Sacar el veneno de tu cuerpo implica dejar de querer vengarse, en resumen, dejar de hacer conductas destructivas hacia quien te mordió. Como te decía, solamente pensando en la venganza el veneno se pone en marcha. Por eso, si quieres que la herida se cure, has de dejar los pensamientos voluntarios de venganza hacia quien te hizo daño.
Indudablemente tendrás que procurar que la serpiente no te vuelva a morder; pero para eso no tendrás que matarla, basta con evitarla o aprender a defenderte de ella o asegurarte de que lo que ha ocurrido ha sido una acción excepcional que no se volverá a repetir.
El proceso de perdón no implica el abandono de la búsqueda de la justicia ni de dejar de defender tus derechos, solamente se trata de no buscar en ello un desahogo emocional, que implique que la búsqueda de la justicia se convierta en el centro de tus acciones y que dificulte tu avance en otros de tus intereses, objetivos y valores.
Es una forma de presentar que el perdón es terapéutico, resaltando los procesos psicológicos que subyacen y los beneficios personales que tiene ejercerlo. De esta forma, se ven los efectos que tiene perdonar, dejando a un lado las connotaciones religiosas sociales, etc. que tiene la palabra perdón y que pueden hacer difícil entender que puede ser un proceso terapéutico.
Perdonar es un elemento relativamente nuevo en la terapia, comienza a introducirse tímidamente en los años 70; pero no es hasta los 90 cuando se empieza a considerar una herramienta terapéutica a tener en cuenta (Wade y otros, 2008), aunque sus efectos positivos en la persona son importantes.
Qué es el perdón
El perdón es muchas cosas.
Una decisión.
Una actitud.
Un proceso.
Una forma de ver la vida.
Algo que ofrecemos a otra persona.
Algo que aceptamos para nosotros.
Hay consenso en considerar que perdonar consiste en un cambio de conductas destructivas voluntarias dirigidas contra el que ha hecho el daño, por otras constructivas. (McCullough, Worthington, y Rachal, 1997).
Algunos consideran que perdonar no solamente incluye que cesen las conductas dirigidas contra el ofensor, sino que incluye la realización de conductas positivas (Wade y otros, 2008). Como indica la metáfora anterior, es preciso dejar de pensar en las conductas destructivas; pero dejar de pensar en algo voluntaria y conscientemente lo único que consigue es incrementar su frecuencia (Wegner, 1994). En consecuencia, para perdonar, es preciso comprometerse, por el propio interés, con el pensamiento de querer lo mejor para esa persona, aunque sea solamente que recapacite y no vuelva a hacer daño a nadie o deseando que le vaya bien en la vida, etc.
Si el proceso de perdón se hace adecuadamente, se modificarán en consecuencia, los sentimientos hacia el ofensor. Aunque algunos autores consideran que son los sentimientos los que originan las conductas, desde la terapia de aceptación y compromiso se parte de que los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones no condicionan obligatoriamente la conducta y que lo importante es la modificación de la conducta, que finalmente llevará a un cambio en los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Por eso, perdonar no es contingente con la reducción o cese total de los pensamientos o sentimientos “negativos”; no es un estado afectivo o una condición emocional ni una colección de pensamientos y sentimientos; perdonar es una conducta libremente elegida de compromiso y determinación (Zettle y Gird, 2008).
El perdón no es un acto único que se hace en un momento dado, es un proceso continuo que se puede ir profundizando y completando a lo largo del tiempo. Por eso se dan varios niveles de perdón (Case, 2005) que se pueden considerar como una serie de tareas que van completando e incrementando el proceso hasta llegar al grado más completo de perdón. El primer paso consiste en dejar de hacer conductas destructivas abiertas y explícitas (como cesar de buscar venganza o justicia, quejarse a todo el mundo, etc.) o encubiertas e implícitas (como desear conscientemente mal al agresor, rezar para que le pase algo malo, rumiar el daño que se ha recibido, etc.). El segundo nivel es hacer conductas positivas hacia él. Completando el perdón, si hay respuestas positivas por el perdonado, se puede llegar a restaurar la confianza en el agresor.
El considerar que hay distintos niveles de perdón, implica que para entender realmente en qué consiste el perdón terapéutico y hasta donde está dispuesto a llegar el paciente, sea necesario explicar con detalle el proceso que se va a seguir para perdonar.
Qué no es el perdón
Debido a que perdón es una palabra muy cargada ideológicamente, proponer los pacientes que realicen un proceso de perdón puede llevar a malos entendidos y por ello es necesario discutir con ellos qué es y qué no es el perdón que se propone. Algunos de los puntos que puede ser necesario aclarar son los siguientes:
El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación. Perdonar o pedir perdón son opciones personales que no necesitan de la colaboración de la otra persona. Sin embargo, la reconciliación es un proceso de dos. Por ejemplo, el perdón no supondrá nunca restaurar la relación con alguien que con mucha probabilidad pueda volver a hacer daño.
El perdón no implica olvidar lo que ha pasado. El olvido es un proceso involuntario que se irá dando, o no, en el tiempo. Solamente implica el cambio de conductas destructivas a positivas hacia el ofensor, tal y como se ha indicado. Hay ideas erróneas asociadas con el perdón como que si se perdona no se debe acordar o sentirse enfadado por lo ocurrido. Recordar algo es un proceso automático que responde a estímulos que se pueden encontrar en cualquier parte y los sentimientos que se tienen no se pueden modificar voluntariamente, las respuestas que damos cuando tenemos esos sentimientos si pueden llegar a ser voluntarias. El perdón no supone justificar la ofensa que se ha recibido ni minimizarla. La valoración del hecho será siempre negativa e injustificable, aunque no se busque justicia o se desee venganza.
El perdón del que se trata tampoco supone obligatoriamente levantar la pena al ofensor y que no sufra las consecuencias de sus actos. Para que se dé la reconciliación es preciso que el ofensor realice una restitución del daño que ha causado, si es posible, o cumpla la pena que la sociedad le imponga. El perdón consiste en que el que perdona deja de buscar activamente que se haga justicia y es parco en las consecuencias que busca y, sobre todo, no intenta obtener una descarga emocional junto con la justicia.
Perdonar no es síntoma de debilidad, porque no se trata de dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar cuidando de que no nos hagan daño de nuevo.
El perdón:
Perdonar es un acto de voluntad. La palabra griega para referirse al perdón literalmente significa “soltarse”
Esencialmente significa abandonar nuestra insistencia en permanecer enfadados y desear venganza.
El perdón es la clave de la libertad, de esa libertad autentica que todos ansiamos y buscamos a lo largo de nuestras vidas.
El real sentido del acto de perdonar es soltar las ataduras a hechos, personas, situaciones o comportamientos que son dolorosos, aprender lo que sea de ellos y seguir adelante.
¿Para qué elegir perdonar?
Para perdonar el daño que alguien pudo causarnos, al desprendernos de esa escena toxica que convive con nosotros.
Para convertirnos en nuestro propio cirujano emocional y extirpar la enorme cantidad de frustración e infelicidad que genera.
El perdón no significa traicionar tus principios o permitir a cualquier persona vuelva a dañarte en la forma que ha sido, no se trata de eso.
MITOS SOBRE EL PERDON
No puedo perdonar porque no puedo olvidar
Algunas personas no merecen ser perdonadas
Sólo Dios perdona, ¿quién soy yo para perdonar?
Si perdono tendré que confiar en esa persona
Pedir perdón implica decir: estoy equivocado y tu tenías razón.
Perdonar a alguien es dejarle las manos libres para que vuelva a repetir lo que hizo.
Perdonar y pedir perdón son señales de debilidad.
Las personas que se aman no tienen que pedir perdón.
Si pido disculpas la otra persona debería perdonarme.
Perdonar no es hacer como que todo va bien cuando sientes que no es así.
Perdonar no es adoptar una actitud de superioridad.
El perdón no significa que debas cambiar tu comportamiento.
El perdón no exige que te comuniques verbal o directamente con la persona a la que has perdonado.
Otra de las razones por las que resulta difícil perdonar –añadió, es porque no admitimos ni expresamos claramente nuestras emociones y sentimientos, especialmente nuestra ira.
¿Cómo desahogar los sentimientos negativos?
–Exprese abiertamente el enojo de una forma adecuada. Aprenda a reconocer la ira cuando la sienta. En primer lugar, exprese su ira en privado, escriba cómo se siente, más adelante decidirá si la comparte o no; realice ejercicio físico, siempre ayuda en el proceso –afirmó.
Agregó que hay muchas otras actividades que pueden realizarse, y citó, bailar, correr, nadar, yoga, box, entre otras. Recomendó practicar lo que quiere decir a la persona involucrada; el ejercicio de la silla vacía puede ayudar. Es decir, visualizar a la persona que quiere perdonar sentada en esa silla, frente a usted y retomando el diálogo que usted inició.
ALGUNAS IDEAS SOBRE EL PERDÓN
El rencor, el odio, el coraje, son como enfermedades que nos marcan y nos paralizan, nos roban la felicidad, amargan la existencia, provocan dolor, frustración y acaban con la armonía y la paz a nuestro alrededor.
Guardar estos sentimientos es como cargar toda la vida una mochila muy pesada de cosas que no nos sirven.
Un secreto infalible para quitar esos sentimientos de nuestra vida es el perdón y la reconciliación, porque son caminos que nos ayudan a restaurar nuestro significado de Vida, nuestra seguridad y nuestra capacidad de socializar con los demás.
Perdonar es liberarnos de sentimientos negativos que son un estorbo en nuestra vida, que nos roban la paz interior y que provocan muchas enfermedades. Es vaciar la mochila…
EL PERDON ES UN CAMINO A TRANSITAR, ES UN PROCESO.
I.-El perdón como proceso
II.- El perdón a nosotros mismos
La historia personal.
Actitudes negativas: culpas, frustración y vergüenza
Amarse a sí mismo.
III.- El perdón a los demás
Personalidad: cada persona es única
Otra manera de ver la vida
El resentimiento
Una opción: la reconciliación
El proceso de perdonar
Cuando perdonar
Si el daño que se ha recibido trasciende el hecho emocional de sentirse injustamente tratado y lo único que se va a conseguir del otro es una compensación emocional, el perdón está plenamente indicado. También, cuando la búsqueda de la reparación se ha convertido en el centro de la vida del ofendido o interfiere con el seguimiento de otros valores, el perdón le permitirá poner distancia emocional para tener en cuenta todos los valores que está dejando de atender.
Hay que tener en cuenta que no se trata de ponerse en riesgo de que el daño se pueda volver a repetir.
Primera etapa: análisis y reconocimiento del daño sufrido
El proceso comienza en la fase de análisis de lo ocurrido, incluyendo en ella el reconocimiento del daño que se ha recibido. Es preciso reconocer que se ha recibido un daño que duele, y aceptar ese dolor. Se hace de forma lo más objetiva posible, lo que va a permitir un distanciamiento emocional y los primeros pasos para entender las motivaciones del ofensor; lo que constituye un comienzo para construir una cierta empatía hacia el otro que está en la base del perdón. También han de analizarse con detalle las circunstancias que han influido para llevarle a hacernos daño, porque una atribución externa, inestable y específica del daño contribuye al perdón (Hall y Fincham, 2006) frente a la atribución interna, estable y global que lo dificulta.
Segunda etapa: elegir la opción de perdonar
El perdón para la víctima es una buena opción, en cualquier caso. La metáfora del anzuelo que sugiere Steven Hayes, indica de forma clara cómo el no perdonar a alguien nos coloca en una situación permanente de sufrimiento y puede ayudar en este proceso:
Quien nos ha hecho daño nos ha clavado en un anzuelo que nos atraviesa las entrañas haciéndonos sentir un gran dolor. Queremos darle lo que se merece, tenemos ganas de hacerle sentir lo mismo y meterle a él en el mismo anzuelo, en un acto de justicia, que sufra lo mismo que nosotros. Si nos esforzamos en clavarle a él en el anzuelo, lo haremos teniendo muy presente el daño que nos ha hecho y cómo duele estar en el anzuelo donde él nos ha metido. Mientras lo metemos, o lo intentamos, nos quedaremos dentro del anzuelo. Si consiguiéramos meterle en el anzuelo, lo tendríamos entre nosotros y la punta, por lo que para salir nosotros tendremos que sacarle a él antes.
Si salimos del anzuelo, tendremos cuidado de no estar muy cerca de él porque nos puede volver a meter en el anzuelo y si alguna vez nos juntamos, tiene que ser con la confianza de que no nos va a volver a hacer daño.
Pero no es la opción de no sufrir lo que justifica una elección, sino una opción basada en los valores de la persona (Hayes y otros, 1999). Hay que tener en cuenta que se trata de valores como los define la terapia de aceptación y compromiso, es decir, como consecuencias deseadas a muy largo plazo, y no solamente como valores morales o éticos. Cuando hemos dejado a un lado esos valores para centrarnos en la venganza y se le hemos dedicado tiempo y recursos, pueden estar afectadas otras áreas de nuestra vida. Es en los valores afectados por la concentración en vengarnos en los que tenemos que encontrar los motivos para elegir perdonar.
Tercera etapa: aceptación del sufrimiento y de la rabia
El perdón no supone que se rechacen y esté mal tener sentimientos de rabia, de ira o deseos de venganza, aunque a algunos pueda parecerles que el perdón lo implica (Wade y otros, 2008). El problema no está en tener esos sentimientos o pensamientos, sino en actuar dejándose llevar por ellos en contra de los valores e intereses más importantes en ese momento (Hayes y otros, 1999). La propuesta de la terapia de aceptación y compromiso consiste en abrirse a sentir el sufrimiento, la rabia, la depresión y cualquier pensamiento, sentimiento, sensación o emoción que surja asociado al daño recibido, sin ninguna defensa; mientras nuestra acción sigue el compromiso con los valores que en ese momento sean más relevantes (Hayes y otros, 2004).
Si se ha elegido la opción del perdón, para llevarlo a cabo es preciso aceptar, en el sentido expuesto, los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. La aceptación es un proceso que finalmente lleva al cambio; pero hay que tener en cuenta que su objetivo no es la extinción del sufrimiento, sino el compromiso con los valores y el fortalecimiento de la acción comprometida con ellos (véase, por ejemplo, García Higuera, 2007).
Cuarta etapa: establecer estrategias para auto protegerse
El perdón no implica la aceptación incondicional del peligro de que ocurra de nuevo el ataque. En el análisis de lo ocurrido hay que incluir también la consideración de cómo los comportamientos de la víctima que han podido permitir o favorecer la ofensa (Case, 2005). Analizando lo que ha ocurrido, la víctima se puede dar cuenta de cuáles eran los indicios que indicaban el peligro, lo que le dará más posibilidades de evitarlo en el futuro.
Quinta etapa: una expresión explícita de perdón
La expresión explícita del perdón es un paso importante, aunque algunos pacientes puedan pensar que es solamente simbólico y vacío de contenido. Se pueden articular muchos ritos o maneras hacerlo. Esta acción explícita no es el final del proceso de perdón, sino la oficialización del inicio. Hay que tener en cuenta que es preciso volver a repetir el proceso siempre que sea necesario, ya que el ofendido no está libre de que le aparezcan de nuevo los, pensamientos, emociones, sensaciones y sentimientos asociados a la ofensa. Cada vez que surjan de nuevo los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones asociados a la ofensa, se tienen que repetir los pasos que sean necesarios.
NEGACION: No creer en lo que está pasando.
ENOJO: sentir ira.
REGATEO:
DEPRESION: tristeza profunda.
ACEPTACION – Renunciar a la necesidad de venganza
- Absolver de responsabilidad la parte culpable.
En el ámbito clínico se han propuesto distintas intervenciones diseñadas para estimular el perdón, que tienen a centrarse en el daño de la ofensa y a dar tiempo para que la víctima exprese sus reacciones, pensamientos y sentimientos.
1.- Reconocer la existencia de la ofensa y su importancia.
Evitar la negación de la violación de la relación, a la vez que se evita la reacción exagerada en el sentido contrario, magnificar el daño; este primer paso tiene como objetivo ver la ofensa con más perspectiva, objetivarla y reducir los sentimientos de victimización innecesarios.
2.- Intentar considerar el punto de vista del ofensor.
Perdonar una acción es un acto influenciado por nuestra capacidad de entenderlo (incluso si la ofensa no es algo que nos imaginaríamos capaces de hacer). Para entender por qué he sido dañado, debo entender primero el mundo agresor. Esto es más que una estrategia para llegar al perdón, es algo central en él.
3.- Sentir empatía con el agresor.
La empatía seria, pues, un predictor crucial del grado de perdón o no-perdón que la víctima siente hacia el ofensor.
Las intervenciones que han tenido éxito promoviendo la empatía de la víctima hacia el ofensor han ayudado también a estas víctimas a perdonar, encontrándose correlación entre empatía y disminución de no-perdón.
4.- Recordar ocasiones en las que nosotros mismos hemos sido ofensores y nos hemos sentidos agradecidos por recibir el perdón de otros.
LA TRAMPA DEL PERDON.
-Ahorrarse buena parte del trabajo doloroso de la terapia.
-Aferrarse a sus fantasías.
-Considerar que el perdón es el comienzo y no el final del proceso.
El perdón, propiamente entendido, debería ocurrir desde una posición de fuerza, no de debilidad, porque el perdonar reconoce una injusticia y la considera en lo que es. Los peligros del falso perdón, o pseudo-perdón o servilismo son la manipulación, la negación, la evitación, la injusticia o la cronificación del daño.
-perdonar implica que cada persona que ha vivenciado el dolor de una ofensa reconoce la naturaleza hiriente de esta y, aun a sabiendas de que la situación puede ser injustificada y la persona no merece ser perdonada, decide hacerlo.
- el perdón no cambia el pasado, pero agradece el futuro.
LA HISTORIA PERSONAL. Cada persona ha vivido diferentes eventos que lo hacen suponer diferencias en la vida.
-Aferrarse al enojo es como agarrar un carbón caliente con la intención de aventárselo a alguien más, el que sale herido eres tú. Buda.
CULPA.
Es un sentimiento displacentero de autoacusación, el dedo con el que me apunto porque hay otro que padece a partir de algo que yo estoy haciendo, hice o dejé de hacer. Jorge Bucay.
La autocrítica actúa como un ladrón que nos roba el presente, nos mantiene atados al pasado y asustados con respecto al futuro.
Es la muerte segura de la autoestima.
Es un círculo vicioso;
Fuentes de culpa.
Relaciones personales
Papel en la sociedad.
Intentar diferenciar entre las muchas y variadas demandas, identificar aquellas que producen culpa y hacer un esfuerzo consiente por limitar nuestra susceptibilidad. Tal vez la mejor manera de identificar las presiones productoras de culpa no sea buscar las causas de la culpa, sino analizar nuestras actitudes, creencias y esquemas de conducta y tratar de identificar por qué hacemos lo que hacemos.
ALTERNATIVAS.
Abandonar la mentalidad dual. dejar de pensar que las cosas son buenas- malas, perfectas- incorrectas. Cada persona da la mejor respuesta que puede a cada situación.
Renunciar al perfeccionismo. La perfección no es posible y un alto nivel de autoexigencia es agotador.
Confesión. contarlo
Disculparse.
Penitencia. Dispuesto a pagar el precio.
Escribir. Redactar los eventos en diferentes formas
Visualización. Alejarse del evento y percibirlo como si le estuviese sucediendo a otro.
EL PERDON A NOSOTROS MISMOS.
¡Perdonarse a sí mismo es esencial! En todos nosotros existe una tendencia a exigirnos más de lo que le exigimos a otros. Tal vez usted ha sido uno de los que pueden justificar el perdonar a otros, hasta por una ofensa atroz, pero no encuentra ninguna justificación para perdonarse a sí mismo por una ofensa igual o menor. Tal vez usted cree que perdonarse a sí mismo no es digno de consideración, porque piensa que debe mantenerse en un estado de constante recuerdo, no sea que se le olvide. Tal vez usted cree que hay un precio, alguna forma de penitencia de por vida que debe pagar. El perdonarse a sí mismo es simplemente dejar ir lo que usted tiene en contra suya para poder seguir adelante.
La vida está llena de decisiones y cada decisión que tomamos nos llevará en una dirección positiva, dadora de vida, o nos robará la oportunidad de ser un individuo dador de vida. El perdonarse a sí mismo no nos absuelve, no justifica lo que hayamos hecho, y no es una señal de debilidad. Perdonar es una decisión que requiere coraje y fortaleza, y nos da la oportunidad de convertirnos en un vencedor, en lugar de permanecer víctima de nuestro propio desprecio.
Si usted no se perdona a sí mismo por los actos pasados, eso es una forma de orgullo. Cuando creamos un conjunto diferente de reglas, un conjunto de estándares más altos para nosotros que para otros, eso es orgullo. Cuando podemos perdonar a otros, pero no a nosotros mismos, estamos diciendo que nosotros somos menos capaces de tomar una mala decisión que los demás. Somos de alguna manera más intuitivos, más sabios, más perspicaces, más cuidadosos que los demás, y, por lo tanto, no tenemos excusa y no debemos perdonarnos.
¡Perdónate!
–Perdonarse y perdonar es una decisión para estar bien con uno mismo, antes que con los demás. El perdón a nosotros mismos es el proceso de aprender a amarnos y aceptarnos pase lo que pase.
–Perdonarnos es el proceso de reconocer la verdad, asumir la responsabilidad, reconocer que hay sentimientos que motivaron y pensamientos que hacen sentir culpa; escuchar compasivamente los temores y peticiones de ayuda que hay en el interior, y cicatrizar las heridas emocionales de manera sana, amorosa y responsable.
–Para perdonarnos es necesario también, amarnos –expuso. “Cada persona es la medida de su amor a sí mismo, por lo que su autoestima es el marco de referencia desde el cual se proyecta”.
Proceso de descubrimiento- reconocer
Eres y eras una persona digna de amor.
Eres inocente.
Eres digno de respeto y aceptación.
Ya se te ha perdonado.
El perdón a nosotros mismos es un proceso de descubrir, reconocer y sanar lo que aprendimos sobre nosotros mismos.
Asumir las propias responsabilidades.
Tener en cuenta que nuestros actos siempre conllevan consecuencias es vital. Responsabilizarnos de nuestras acciones implica un esfuerzo sincero por nuestra parte. Reconocer los “errores” cometidos libera nuestra madurez y nos hace fuertes frente a la realidad.
Identificar las emociones que han llevado al origen del sentimiento.
Podemos engañarnos muchas veces. Sin embargo, si reflexionamos, aunque sea 5 minutos, visualizaremos ciertas emociones responsables de esa culpabilidad. El miedo, la inseguridad o la envidia entre otras, deben dibujar la “hoja de la ruta” para conocer el porqué de nuestro comportamiento. Sin realizar este paso correctamente, no será posible conseguir el perdón.
Desenmarañar nuestro sistema de creencias sobre nosotros mismos.
¿Cuánto tiempo lleva perdonarme?
¿cuándo voy a desengancharme de una vez y perdonarme cosas que ya están pasadas y acabadas?
¿algún día me amare de verdad?
Sentir más comprensión y amor hacia uno mismo ya son indicios de estar sanando.
El perdón a nosotros mismos echa raíces en nuestra conciencia.
Al margen de nuestras circunstancias nos sentimos seguros y aceptados.
AMARSE A UNO MISMO.
Tener una autovaloración definida en relación a la palabra valor significa ser verdaderamente quien soy, autónomo, capaz de poner límites, orgulloso de ser quien soy y por último, absolutamente abierto a recibir del universo lo que me he ganado.
En toda relación humana existe la posibilidad de sentirse herido por la conducta del otro.
PERDON A LOS DEMAS.
Guardamos la herida en el alma como un tesoro filoso, la sacamos en el recuerdo de vez en cuando y la miramos absortos como si fuera un álbum de fotos, una joya de exposición. Y en ese momento, proyectamos otra vez en nuestra mente la película triste del episodio imperdonable y revivimos todo. El enojo del pasado se alimenta con grandes bocados de presente. Eso es el rencor.
En el perdón es importante eliminar las expectativas que hemos puesto en las personas que nos rodean (padres, hijos, amigos), y aceptar a las personas como son.
Perdonar a los otros -padres, hijos, hermanos, pareja, amigos, o cualquier persona relacionada con nosotros-, resulta fundamental para nuestra paz interior y nos ofrece la oportunidad de sanar, tanto internamente como en nuestras relaciones.
Las personas percibimos diferente, dependiendo de nuestros valores, creencias, normas, experiencias y por tanto los puntos de vista pueden ser distintos a los propios.
–En el proceso del perdón hacia los demás –concluyó, es importante aceptar a las personas como son. Abandonar las expectativas que hemos puesto en quienes nos rodean. Considerar que las personas perciben diferente de acuerdo con sus valores, creencias, normas y/o experiencias. Y comprender que nadie siente, piensa o actúa de igual manera que el otro.También nos enseña que podemos estar resueltamente en desacuerdo con alguien sin retirarle nuestro cariño.
RESENTIMIENTO.
El resentimiento es la continuación de un sentimiento negativo. Una persona puede enojarse con otra y sentir odio o ira durante un largo tiempo, si el odio no cede, puede hablarse de resentimiento. La única forma de que el resentimiento se vaya es a través del perdón o de la aceptación de las situaciones. El pasado es un elemento clave del resentimiento, ya que éste siempre está basado en hechos que ya sucedieron y que causaron un dolor que no puede olvidarse. Puede asemejarse el resentimiento con una herida abierta que no sana y que no deja de producir dolor. Mostrarse nervioso o muy sensible ante ciertos hechos o personas, tener una actitud hostil, expresar dificultades para confiar en nuevas relaciones o incluso en la misma persona y sentirse menospreciado, son algunas de las consecuencias del resentimiento.
Fase que se incluye el daño originario y la respuesta inicial a este, así como la adopción a más largo plazo de las actitudes hacia el ofensor.
ETAPAS.
Etapa aguda.
1 la experiencia original del daño en el aquí y ahora.
2 temor, dolor e ira intensificados por hechos anteriores.
3 el rechazo inicial a aceptar lo ocurrido.
Etapa de recogimiento.
1 Intensificación de la ira y eliminación de la confusión u otras emociones o pensamientos.
2 La victima define al otro como malo y lo manifiesta con todo aquel que lo desee escuchar.
3 No se distingue la responsabilidad real sino lo contrario, venganza.
Etapa crítica.
1 Endurecimiento de las actitudes desarrolladas.
2 Remodelación de los sistemas de creencias y la identidad para ajustarlos a la energía del resentimiento.
Mi resentimiento me está costando demasiado en cuanto a:
Salud,
Energía,
Amor,
Paz,
Futuras posibilidades.
LA UNICA PERSONA QUE SUFRE EL IMPACTO DE MI RESENTIMIENTO, SOY YO.
PARA PERDONAR ES IMPORTANTE.
Soltarse.
a. Abandonar la lucha de poder contra lo ocurrido;
b. Aceptar que lo que ocurrió ya paso, y que no hay nada que pueda hacer para cambiar el hecho.
c. Desviar nuestra preocupación por lo ocurrido hacia otras vías que hagan avanzar las nuestras.
SANAR LA HERIDA
Significa sentir tristeza, soltar el dolor, dejar que fluya la pena y adoptar medidas correctas para reducir el dolor restante.
La búsqueda de nuevas cosas que reemplacen lo que se perdió.
También va en función del tiempo, así que puede tardar y de la percepción de quienes somos y de que lo ganado supera con creces el costo de la experiencia.
Recordar el incidente sin ponernos tensos mental, emocional y físicamente.
RECONCILIARSE.
Significa volver a crear la relación, volver a negociar sus términos, incorporando nuevos compromisos y con el tiempo, celebrar el aprendizaje y el crecimiento que resulto de la crisis.
El perdón nunca se dará porque sea merecido, sino que se da o mejor dicho “se dona”, porque es inmerecido. Nunca el que te causo daño podrá “pagarte”, por eso pagas tú, porque solo tú puedes pagar el daño. En ti está el poder de la vida y la muerte. Tú tienes el poder de decidir; sin embargo, después que lo hagas, experimentaras los beneficios de no tener hipotecada tu vida al pasado y entonces podrás vivir sin ataduras el presente.
CAPITALIZAR EL PASADO
Pasado ---- banco muy especial.
-En el que cada que retiro o deposito algo en mi cuenta, los intereses se multiplican generosamente.
- Pérdidas irreparables
- Experiencias dolorosas e insoportables.
- Aprender a vivirlas con humildad y dignidad es lo más valioso, fortalecedor y trascendente para la vida.
El proceso de pedir perdón
Pedir perdón es uno de los elementos fundamentales de muchas religiones movimientos espirituales (Zettle y Gird, 2008); por ejemplo, en el cristianismo. Para los cristianos, Cristo vino al mundo a perdonar los pecados de todos los hombres, ya estamos perdonados por Dios y solamente hace falta pedir perdón. La petición de perdón la ha articulado la religión católica en una serie de pasos dentro de la administración clásica del sacramento de la penitencia: examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Siguiendo esta pauta, el proceso de pedir perdón comenzaría en una primera etapa de análisis de lo que ha pasado, de las circunstancias, motivos y emociones que han concurrido en lo el daño que hemos hecho y de los efectos que ha causado; para pedir realmente perdón tiene que haber un arrepentimiento que incluye un dolor por el sufrimiento causado que no puede quedar solamente en palabras, sino que ha de articularse en acciones comprendidas en un plan concreto que permitan que aquello no vuelva a ocurrir y que restituyan el mal realizado.
Profundizando en esta línea y dejando a un lado las connotaciones ideológicas y religiosas del perdón, desde un punto de vista terapéutico la petición de perdón se puede hacer siguiendo los siguientes pasos:
Reconocer que lo que hizo causó daño u ofendió al otro
No es obvio que el que nos ha ofendido sea plenamente consciente del daño que ha hecho y del sufrimiento que está teniendo su víctima (Case, 2005). El proceso de reconocerlo supone un acercamiento profundo al otro, con comprensión y empatía, y un establecimiento de una comunicación que no se basará en disculparse o evitar las consecuencias o el castigo por lo que ha hecho. Esto permite al otro expresar su sufrimiento de forma plena. Este proceso es positivo cuando se hace mientras se va informando al otro de lo ocurrido.
Sentir de verdad el dolor del otro
Para pedir perdón es preciso ser consciente de que se ha hecho un daño importante al otro. Ponerse en su lugar y acercarse a sus sentimientos puede llegar a hacer sentir de verdad el dolor del otro.
Analizar su propia conducta
Para el ofensor, saber cómo y por qué hizo lo que hizo es interesante en sí mismo. Compartir ese conocimiento con la otra persona es un paso necesario para avanzar en el proceso de pedir perdón y llegar a la reconciliación. Hay montones de razones por las que alguien decide hacer algo que causa daño, ninguna será aceptable para la víctima. En consecuencia, no se trata de encontrar excusas a sus actos, sino de establecer una base para poder realizar la siguiente fase: elaborar un plan que impida que vuelva a ocurrir (Case, 2005).
Es preciso reconocer también el papel que han jugado las circunstancias, pero no para quitarse culpas y echárselas a otros.
Definir un plan de acción para que no vuelva a ocurrir
Definir un plan de acción concreto para que nunca vuelva a ocurrir y compartirlo con el otro es el siguiente paso para pedir perdón. El plan puede incluir acciones dirigidas a mejorar las debilidades propias que han propiciado el daño realizado. Todo el plan ha de hacerse indicando los objetivos operativos, el tiempo y los medios que se van a dedicar a conseguirlos. No se trata de establecer solamente buenas intenciones, las acciones han de ser concretas y se han de establecer los tiempos y los recursos necesarios para hacerlas. En resumen, es preciso comprometerse con llevar a cabo el plan.
Pedir perdón explícitamente al otro.
Los pasos anteriores han de ser compartidos con el otro y han de comunicársele para que la petición de perdón sea explícita y llegue al otro, mostrando que no son palabras vanas, sino que están articuladas en un plan y en un compromiso de lucha por la relación.
Realizar un acto simbólico en el que se pida perdón al ofendido es importante para que el perdón quede muy claro.
Restituir el daño causado
Siempre que sea posible, es preciso restituir el daño causado. No sería de recibo pedir perdón y quedarse con las ventajas que se han obtenido de la ofensa.
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