martes, 23 de mayo de 2017

Los niños tienen derecho a saber la verdad sobre la muerte

.Muchas veces como adultos nos es difícil hablar de la muerte a  los niños, pues suponemos que están muy pequeños para comprender lo que sucede o que van a sufrir si saben que alguien está muy enfermo, con posibilidades de morir o bien que ya falleció.
Sin embargo, es importante que los niños tengan un concepto de muerte que les permita encontrarle un sentido a la vida, esto se da cuando hablamos con los niños acerca de la muerte y de las experiencias que el menor vaya teniendo y su interpretación de las cosas.
En los infantes menores de 5 años, la muerte no tiene no tiene un significado,  es fácil ver cuando los niños juegan, ellos se matan y en cuestión de segundos reviven, pero a partir de ahí,  algunos empiezan a desarrollar su idea de ella y tiene que ver  lo que van  viviendo en su entorno, como el deceso de familiares,  con la naturaleza (mascotas y plantas), incluso algunos de ellos han vivido separaciones dolorosas,  tales como las separaciones de amigos o maestros, con los cambios de escuelas, de cuidad o bien la separación de los padres.
Platicar de la muerte es un tema que involucra a la religión que practicamos, pero también puede ser vista como algo espiritual, puede ser vista como el camino en que cada ser humano descubre su particular y personal forma de entrar en contacto con la “Energía Divina”. El concepto de muerte es diferente de persona a persona, lo más importante es que los hijos aprendan a ver la bondad y la belleza de la vida misma y que se dé cuenta que hay ciclos y nosotros no somos la excepción. Que cada vida tiene un determinado tiempo, distinto para cada quien y hay que ser feliz disfrutando de este maravilloso  mundo.
Es importante que le encuentre un sentido a su existencia, vivir con esperanza y no asustado por lo que le espera en el final de sus días o que piense que lo mejor es morir para disfrutar de las maravillas que habrá después de vida.
Si a tu hijo se le muere su mascota, es un buen momento para platicar de ello, pero no lo ridiculices, como decirle es tan solo un animal, pues se han generado sentimientos hacia ella. que tampoco cabe la idea de comprarle otra, pues esta nunca la sustituirá. Dale tiempo de vivir su perdida y  él decidirá cuando tener una nueva mascota, (no necesariamente tendrá que ser la misma especie que tuvo).
El niño tiene derecho a saber la verdad sobre la muerte, a ponerse triste y expresar sus sentimientos, hacer un pequeño ritual de entierro y despedida, incluso hasta de orar de acuerdo a su religión. Si tiene algún amigo o familiar enfermo, hay que explicarle con palabras sencillas lo que está sucediendo. Llevarlo a visitar a su amigo y permitirles que jueguen, si esto no es posible llamarlo.
Antiguamente la mayoría de las personas morían en casa con los cuidados de toda la familia, esto permitía que los infantes también participaran en ello, podían convivir y jugar con las personas enfermas. Si el enfermo permanece en casa, los niños pueden jugar, hacer pequeñas tareas de ayuda para sentirse que son tomados en cuenta.
 Actualmente, la mayoría de los enfermos son hospitalizados, (con la idea de no generar problemas a la familia) donde los horarios de visita se ven limitados y muchas veces no permiten la entrada a niños en las visitas. Una forma de mantener contacto con estos familiares puede ser que  escriban cartas o hagan dibujos para que ellos puedan expresar su cariño y sus sentimientos.
Como cualquier persona, algunos niños pueden expresar tristeza por el sufrimiento de los otros, rabia contra su ser querido enfermo, porque este no mejora, contra los médicos o contra Dios. Puede sentirse abandonado. También puede negar la posibilidad de muerte, creer que no se va a morir. Incluso, en algunos casos, sentir culpa, al suponer que fue su mala conducta la causante de la enfermedad o muerte. Así  mismo, algunos menores pueden entonces presentar bajas notas escolares, agresividad, mucha tristeza, desordenes en el apetito y sueño, lo mismo que puede exteriorizar un adulto.

Ante todo esto el niño tiene derecho, si así lo quiere, de asistir al velorio, entierro o cremación de sus seres queridos, ya que estos rituales le permitirán cerrar ciclos e iniciar procesos de duelo.  

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