jueves, 15 de noviembre de 2018

¿Los hombres son de marte y las mujeres son de venus?



Los cerebros humanos, aunque se dice que biológicamente son diferentes nos han hecho creer que somos tan diferentes que nunca podremos coincidir. En el caso, de que si fuesen tan distintos tenemos una gran facultad de adaptarnos uno con respecto al otro, y además tenemos una capacidad de complementarnos.  Nuestro cerebro permite una mejor adaptación cuando más diferencias se presenten y una mayor capacidad para entender.  Además, nos han hecho creer que las féminas tienen un tipo de sentimientos tan diferentes a los hombres, por ejemplo; ellas son sentimentales, pacificas, débiles, falta de iniciativa, toda su energía se vuelca hacia el interés de los suyos y en especial ser agradable al hombre. A él, se le ha colocado en el lado opuesto, ser activo, valiente, agresivo, aunque generalmente él tenga la necesidad de demostrar su ternura y muchas veces no sea capaz de resolver todo tipo de problemas, más bien estas diferencias son de tipo cultural.
¿Creen ustedes que hay sentimientos o actitudes exclusivas de un sexo o de otro? 
Los recién nacidos expresan de igual forma sus emociones, su llanto, su risa, algunos muestran parte de su temperamento, sin embargo, la expresión de los sentimientos son aprendidas a través de la socialización, es decir, son condicionadas por nuestra sociedad, actualmente al varón se le niega expresar su llanto con la típica frase “los hombres no lloran”, cuando en la antigua Grecia las demostraciones de pena eran desgarradoras, tanto los hombres como las mujeres  podían manifestarse sin ningún límite hasta el punto del desmayo. Todavía en la Edad Media el llanto era permitido entre los caballeros de la mesa redonda, mientras ellos aceptaban su destino como algo natural, en paz y con tranquilidad, sus compañeros podían estallar en lágrimas y protagonizar escenas violentas y llenas de desesperación.

 ¿Qué sucede cuando una persona expresa un sentimiento que normalmente se le atribuye al sexo opuesto?
VIVIERON FELICES Y COMIERON PERDICES.
El cuento nos dice que fueron felices, pero nunca nos habla acerca de lo que ocurría cuando esas jovencitas pasaban a constituirse en mujeres de más edad, ni de las labores de limpieza, cierto eran princesas y contaban con servidumbre, hasta para vestirlas. Tampoco narraron que se comprometían a tener relaciones sexuales por imposición del macho.
Si creemos que esas emociones y sentimientos que se viven al inicio de la relación son los que siempre mandarán en la pareja, estamos muy equivocados. El enamoramiento es una fase del amor. Este se va transformando y hay que adaptarse a eso: si no, estamos perdidos.
Al principio de la relación se pudieron haber generado ciertos ideales, objetivos comunes, a veces no declarados, incluso a veces ya casados comienzan a trazar cada quien sus propias metas y que dejan de tener elementos en común. Por ejemplo, ambos quieren tener hijos, uno lo decide a la brevedad y el otro pasando unos años. En fin, cada integrante de la pareja viene de una familia con costumbres diferentes que pueden meter en conflicto al otro, pero con buena comunicación y disposición puedan comer perdices después de solventar algunas diferencias.

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