Que hermosa palabra, “amante”, que corresponde a la persona
amada. Con la que se siente una intensa atracción emocional y sexual, además se
desea compartir una vida en común con una persona o bien que se tiene una
afición apasionada hacia determinada cosa, como un deporte, la música,
actuación, hacia los animales, etcétera.
Así se le debería de llamar a la pareja, pero el término fue
utilizado para referirse a una mujer cuyos gastos solventa un hombre en
posición acomodada y ella debe estar a
su disposición para brindarle placeres sexuales. Hoy por hoy, la palabra amante es sinónimo de
adulterio y hace referencia a una cariñosa femenina de un hombre que se encuentra
casado con otra mujer. Históricamente el hombre ha "mantenido" a su
amante aunque bien podría ser al revés.
Los matrimonios eran concertados por los padres para unir
fortunas y poderío, por lo cual las uniones
nunca fueron por amor. Ya que el noviazgo no existía, pues la boda la decidían
los padres. De esta forma la novia, casi una niña, no conocía al hombre que sería su amo o
administrador.
En los tiempos de los griegos los enamorados eran objeto de
burla, pues se pensaba que era una pasión indeseable ya que el hombre perdía el
juicio y la autonomía.
Con la llegada de la Edad Media, no cambio mucho este tipo
de uniones, seguían siendo los Reyes quienes concertaban las bodas de sus hijos
aun antes de que estos nacieran. Las uniones nunca fueron por amor, y solo eran
para dar herederos al reino. Por lo cual un rey podía tener numerosas amantes
pero tenía una única "amante favorita" o "amante oficial".
En las cortes de Europa, especialmente en Versailles y Whitehall durante los
siglos XVII y XVIII, una amante tenía mucho poder e influencia, como por
ejemplo Luis XV y Madame de Pompadour. Y entre las amantes se hacían intrigas palaciegas
y el chisme erótico.
En 1736, cuando Jorge II acababa de ascender al trono, Henry
Fielding (en Pasquin) coloca en boca de Lord Place las siguientes palabras,
"…pero, señorita, hoy todos mantienen y se es mantenido; actualmente no
existe tal cosa como un casamiento, solo contratos de forma, y estos solo para
mantener a las familias; pero luego el esposo y la esposa en un santiamén
pronto tienen sus mantenidos."
Durante el siglo XIX, una época en que la moral se tornó más
puritana, el tener una amante se hizo más prudente, pero por otra parte este
recrudecer de la moralidad también producía un mayor deseo en un hombre por
conseguirse una amante. Cuando un hombre de una clase superior se casaba con
una mujer de igual rango, como era la costumbre, era probable que ella hubiera
sido educada en la creencia de que el acto sexual era para la procreación en
vez de para la recreación. Algunos hombres por lo tanto recurrían a una amante
si querían una compañera femenina que fuera menos recatada.
Durante este sigloXIX, surge el Romanticismo, quienes
establecen que el enamoramiento era un requisito esencial para acostarse con
una mujer. Que el erotismo sin amor era carente de sentido. Y también aparecen
los victorianos que para ellos el hogar es un lugar sagrado, pero la elección
de la pareja es de conveniencia. El coito debía ser rápido y la satisfacción de
la mujer no tenía importancia. Posibilitando con esto, más la necesidad de
buscar una amante.
Actualmente las mujeres casadas, al enterarse que su esposo
tiene una amante, van y agreden a la otra mujer, culpabilizándola de destrozar
matrimonios; como si fuera una competencia por el dinero y por el macho. Asumen
que el hombre no tiene la culpa, sino que es la otra la oportunista en la
triada. No contemplan que el marido participo activamente para enamorar a la
otra mujer. Como lo plantea Emilio Carballido en la obra dramática “Rosa de dos
aromas”, donde 2 mujeres engañadas perpetúan el machismo fomentado, defendido y
heredado por la misma mujer y colocando como el peor enemigo de la propia mujer,
que difícilmente podría ser su aliada en la defensa de sus derechos como
mujeres y no la esperanza de concebir la construcción de la solidaridad ante el
reconocimiento de la igualdad. Dos mujeres trabajando juntas por su mutua
felicidad y progreso.
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