Hay momentos en que nuestros pequeños nos sacan de nuestras
casillas, nos desesperan, nos hacen enojar y hasta se llega a pensar que lo
hacen a propósito. Generalmente es mal visto manifestar emociones “negativas” con
nuestros hijos, como enojarse, sentir desesperación, gritarles. A muchos padres les da vergüenza corregir a
sus hijos en el momento preciso frente a otras personas por temor a ser
criticados. En cambio, sentir alegría,
cariño, protección es aceptable e incluso reforzado por los medios de
comunicación, como los comerciales. Se nos impone manejar la imagen de que
siempre tenemos que ser generosos, amorosos, mostrar gratitud y deseo de entrega, de
complacer en todo a nuestros críos.
Esto ha generado un sentimiento de culpa alrededor de la
educación de los hijos donde jamás se debe de regañar, gritar, incluso ni dar un pequeño jalón. Cuantos de nosotros no
recibimos una fuerte reprimenda de nuestros padres para corregirnos, por
diferentes razones, como haber llegado
tarde a casa sin avisar, por haber pegado a alguien o tomado algo que no nos
pertenecía. Sin embargo, es importante señalar que el problema no es que nuestros
hijos nos hagan enojar, sino como expresamos el enojo, pero ¿cómo podemos
expresar nuestro enojo sin llegar a la ira o a la violencia?
Muchas veces sentimos confusión, porque en realidad se está aprendiendo
a educar a los hijos, ya que no se asistió a una escuela para padres y ni los
hijos vienen con un instructivo bajo el
brazo. ¿Qué palabras o actitudes utilizas para expresar tu enojo? Muchos padres
utilizan la mirada, un grito, un “oye te
estoy hablando”, ponerse serios, no dejándolos salir, castigándolos de
cualquier otra manera.
Es de suma
importancia no humillar, a veces es mejor, avisar que queda pendiente y hablar
al día siguiente, cuando la ira haya disminuido, porque en un momento de cólera
podemos humillar, discriminar, amenazar, denigrar y hasta golpear. Hay una gran
diferencia entre lo que digo y como lo digo. Una cosa es ser fuerte, recio,
manifestar autoridad y otra ser agresivo.
Conocer nuestras
emociones como padres implica que además de sentir alegría, también podemos
sentir enojo con nuestros hijos, pero que eso no significa que los dejamos de
querer. Actualmente pareciera ser que los padres esperan la aceptación de los hijos. No los
quieren lastimar emocionalmente, debo tener mucho cuidado en lo que digo. Que
le hablara muy lindo y no enojarme, querer complacerlos en todo. A veces
repetimos la manera en que fuimos educados de niños, pero también queremos
hacer lo contrario de como fuimos educados y pasamos a los extremos, donde no
les damos responsabilidades ni obligaciones a los hijos. Donde se les da todo,
tan solo por ser hijos. Nunca los padres podrán dar todo a sus hijos y esas
carencias suelen ser positivas para la vida.
Existe una presión social de que papa y mama deben
desempeñarse como “buenos” padres, en
tal caso podría señalar que en realidad
lo que se necesita son padres lo suficientemente buenos, es decir, que sean capaces
de dar cabida al desarrollo del verdadero yo del niño, es decir acoger su gesto
espontáneo, en el sentido de lo que el niño quiere expresar, e interpretar su
necesidad y devolvérsela como gratificación, lo que importa es que se dé un equilibrio entre una
madre suficientemente buena y una "madre banalmente dedicada" al
niño.
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