Mucha gente supone que el duelo y el luto son sinónimos,
pero el duelo es un sentimiento subjetivo provocado por la muerte de un ser
querido, transcurre por la mente de las personas y puede estar formado por
pena, impotencia, tristeza o culpa. El luto es el conjunto de ritos sociales
que ayudan a superar el duelo y son aquellas manifestaciones externas que
reflejan la tristeza, como puede ser usar ropa negra, prohibiciones, los
rosarios, oraciones e ir a la iglesia.
Actualmente, el luto
es considerado como una "costumbre obsoleta", arraigado sólo en el
medio tradicional y los funerales suelen ser breves, la cremación es cada vez
más frecuente y las lágrimas cada vez brillan más por su ausencia.
Desde épocas bíblicas y griegas se ha considerado el llanto
excesivo como algo peligroso, tanto para la persona como para la comunidad. Por
ser las lágrimas y los gritos la primera manifestación del duelo interno son
dolorosas tanto para quien llora como para quien las observa, además se teme
que las personas que están a un lado también lloren por ser una emoción
altamente contagiosa entre las personas, o, que lleguen a desfallecer. En la
antigua Grecia las demostraciones de pena eran desgarradoras, tanto los hombres
como las mujeres podían manifestarse sin
ningún límite hasta el punto del desmayo.
Todavía en la Edad Media el llanto era permitido, entre los caballeros de la mesa redonda, mientras
ellos aceptaban su destino como algo natural, en paz y con tranquilidad, sus
compañeros podían estallar en lágrimas y protagonizar escenas violentas y
llenas de desesperación. Ya a finales de este periodo, se separó a que las
mujeres y los hombres siguieran lutos distintos, a ellas se les dio el papel de
demostrar su afectividad con el llanto, mientras que a él solo se le permitía apretar los dientes y
guardar el dolor porque socialmente el hombre representa la sobriedad y la
dominación de uno mismo. San Agustín promovía que ante un muerto se debería
estar alegre, pues si fue un buen cristiano estaría en el reino de los cielos,
además queda la esperanza para el día de la resurrección, a pesar de ser una
prohibición impuesta, las lágrimas continúan brotando.
La muerte causa una perturbación enorme y duradera en el equilibrio
de la persona. Preservar el luto es cumplir con una serie de obligaciones y
prohibiciones que desde la antigüedad se ha considerado como una manera de
haber demostrado afecto a la persona que se nos fue y de quedar en paz. La
duración del luto ha sido diferente en cada religión y cada época. Para los
católicos puede estar regida con la misa del año, aunque hay personas que les
toma hasta 2 años en aceptar la perdida.
Socialmente se acepta que una persona no llore y la
consideramos como entera, incluso se le dice: “debes ser fuerte”, pero cuando
hay un duelo hay dolor, sufrimiento y cada pérdida necesita su periodo de
transición, guardar las emociones nos hace daño, nos puede volver insensibles o
enfermar. Pero cada persona expresara sus emociones o llanto de diferente
forma, y esto no significa que no lo sienta. Esto tiene que ver con el tipo de
personalidad, la forma de la perdida, la capacidad de recuperación de cada
quien, incluso la edad. No se comprende la partida a los 5 años, en la
adolescencia, juventud, madurez o a mayor edad. Si fue una larga agonía o una
muerte repentina.
Si tienes ganas de llorar, hazlo y no pienses en que haces
el ridículo, desahógate para realizar los trámites que tendrás que cumplir.
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