En sociedades como la nuestra donde se exalta la juventud,
llegar a los 60 es excluir a las personas de la actividad económica y social,
ahora pareciera que la longevidad es sinónimo de decadencia, cuando
antiguamente era sabiduría.
Sin embargo, muchos
jóvenes parecen haber sido siempre “viejos” –usando un toque peyorativo- pues
se sienten arcaicos, prematuramente envejecidos no sólo en su aspecto físico
sino en su estado anímico, son personas
entre los 40 y los 50 años completamente deterioradas que parecen ancianos.
Unos gordos poco saludables, otros flacos cadavéricos, mal vestidos y
abandonados en su apariencia.
Del otro lado, existen personas mayores de 60 años francamente
envidiables, ágiles, en buena forma, elegantes e irradiando energía. Esto no
significa que con los años, aún bien llevados no vengan algunas enfermedades y
achaques. Es cierto, el cuerpo humano va sufriendo desgastes, llámeles por
herencia, otros por circunstancias y accidentes, pero por supuesto que aquellos
provocados son los que más pronto afloran, como el cigarro, el exceso de licor,
la vida con estrés y la mala alimentación, entre otros.
A veces se critica a los “viejos” por sentirse jóvenes, “ya
no están en edad de ponerse esa ropa, de salir a la calle, de bailar, de tener
pareja, de, de, de, de,…”.
Y es que el concepto de vejez es tan relativo, afortunadamente,
siempre hay seres extraordinarios que nos hacen ver que la vejez no es sinónimo de decadencia, de vivir con
problemas de articulaciones o bien estar
atados a un bastón o silla de
ruedas. Algunos ejemplos de ello está el ciclista francés Robert Marchand de
105 años de edad quien rompió record, demostrando que a su edad se puede andar en bicicleta. Este
hecho me recordó a Rosario Iglesias Rocha, mejor conocida como Doña Chayito, la
atleta mexicana de 95 años; el Dr. Charles Eugster, suizo levantador de pesas a
sus 93 años y vienen a mi mente los videos de mujeres octogenarias bailando o
demostrando su elasticidad, como Tao Porchon-Lynch que a sus 98 años tiene una
fuerza increíble y sus movimientos de Yoga lo demuestran, además baila increíblemente
bien.
Esto nos da un
ejemplo de que llegar a ser un adulto mayor nada tiene que ver con estar encorvado
o achacoso, ni con dolencias de articulaciones o del uso del bastón o andadera. No existe la
vejez, existe la edad interior, la que sentimos.
Es muy frecuente que las ideas que tenemos acerca de los
ancianos sean erróneas, esto en parte se debe que reflejan creencias tan
caducas y otras contradictorias, muchas de ellas basadas en ciertas
concepciones filosóficas. Eurípides
decía “ AHORA QUE HE LLEGADO A LA VEJEZ, ¡COMO LA DETESTO¡”, en cambio Platón,
predicaba “REPRESENTA UN GRAN PLACER CONVERSAR CON LAS PERSONAS DE EDAD. ELLAS
HAN RECORRIDO EL CAMINO QUE TODOS DEBEMOS SEGUIR Y SABEN DÒNDE ÈSTE ES ÀSPERO Y
DIFICIL Y DÒNDE ES LLANO Y FACIL “.
Jean Paul Sartre dijo
alguna vez, “Un viejo nunca se siente viejo. Mi vejez no es entonces algo que
de por si me enseñe nada, como si lo hace la actitud de los demás con respecto
a mí. La vejez es una realidad mía que no siento pero que otros perciben. Me
ven y dicen: “ese viejo”. Y son amables porque pronto moriré: los otros son mi
vejez”.
Envejecer puede ser algo hermoso si lo sabemos llevar,
partiendo del entendimiento lógico del paso de los años y saber aceptarlo,
preparase para ello física y mentalmente, saber llevar los años con dignidad,
con optimismo e ilusión, pues no se trata de acumularlos sino de vivirlos. La
vida es bella y hay que saberla vivir con acierto y dignidad. Hay tantas cosas
que se pueden hacer, siempre y cuando se esté creciendo y aprendiendo, la edad
no importa. Cuando las personas se detienen es cuando comienzan a ponerse
viejos, el ser útil nos hace sentir
vivos.
La sociedad ve en los ancianos exclusivamente su
comportamiento, su capacidad para relacionarse con las personas, con las cosas,
pero no ve los afectos que revisten en su conducta. Los afectos es lo más
valioso que el ser humano tiene. Podrán cambiar infinidad de situaciones pero
al final de la vida lo que queda son los afectos. En los senescentes, los
afectos son su riqueza y nadie se los podrá quitar.
Los ancianos
deben ser respetados en sus sentimientos y en sus afectos-El
envejecimiento debe ser considerado una etapa de plenitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario