miércoles, 28 de abril de 2021

Los adolescentes deber saber sobre su sexualidad

El sexo es discutido, disfrutado, practicado, libera tensiones, es decir, suele resultar estimulante, además de tener varios beneficios para la salud, aunque esté lleno de prejuicios, tabúes, mentiras y de doble moral.

El sexo es una parte muy importante en la vida del ser humano, pues se sabe que una vida sexual satisfactoria puede influir positivamente en el estado anémico y físico de los individuos. Sin embargo, algunos jóvenes son presionados por familiares, generalmente, del mismo sexo para tener una vida sexual activa desde el inicio de la adolescencia y la técnica que se utiliza es insinuar que si no lo hacen podrían ser considerados como homosexuales, cuando momentos atrás estos chicos eran considerados seres asexuados. Así, llenos de miedos son empujados a tener relaciones sexuales, algunas veces con trabajadoras sexuales en un acto que muchas veces no es muy satisfactoria y ni conlleva a una enseñanza de las artes amatorias, algunos adolescentes están todavía sin descubrir su inclinación, y la mayor de las veces la presión familiar los orilla casarse y con ello, llevar una doble vida, que no les hace sentir satisfechos ni felices.

 A este respecto, recuerdo en mi adolescencia una discusión entre amigos, pero hasta hace poco descubrí un texto de Theodor H. Van de Velde, quien fue director del Instituto Ginecológico de Haarlem. Su libro Het volkomen huwelijk (El matrimonio perfecto,1926) lo hizo internacionalmente conocido. El libro versaba sobre la vida erótica y la sexualidad, animando a los matrimonios a disfrutar del sexo, que me recuerda aquella charla.

Una vez Val de Velde comentando con su discípulo sobre su manual de sexualidad decía

-Maestro estoy perplejo ante un aspecto de su obra.

- ¿de qué se trata?

-Si no he comprendido mal su libro, usted opina que la novia debe llegar virgen a la noche de bodas.

-Naturalmente- responde Van de Velde.

-pero usted dice que un marido debe llegar al matrimonio ya experimentado sexualmente.

-Así es. No debemos confiar una potranca que nunca ha sido montada a un jinete que nunca ha cabalgado antes.

-más adelante, usted se opone al adulterio.

-es el destructor de la felicidad conyugal.

- y denuncia el trato con prostitutas …

-con toda mi vehemencia,

- entonces, ¿con quién puede adquirir el novio su experiencia pre conyugal?, pregunto triunfalmente el joven. Van de Velde quedose confundido, por fin halló la respuesta y dijo: siempre hay viudas.

Hace ya casi 100 años de que Van de Velde escribió aquellas recomendaciones exclusivamente para matrimonios donde a los jóvenes se les negaba la posibilidad de descubrir su sexualidad y son Ideas que se siguen reproduciendo como es el caso del libro “Juventud en éxtasis” de Carlos Cuauhtémoc Sánchez que a través de ejemplos en un lugar que parece no ser México; lleno de falacias, (argumentos que parecen validos que se utilizan para persuadir o manipular a los demás), y de silogismos, (razonamientos formados por dos premisas para dar una conclusión que no necesariamente puede ser cierta). Lo que hace con su libro, que lo recomiendan en muchas escuelas como libro de texto, es impulsar el conservadurismo que impera en los diferentes sectores de la población. Llevar un control sobre los cuerpos de los adolescentes.

A lo que recurro apreciable lector, ¿Tu primera experiencia sexual fue placentera?

Generalmente es llena de miedos, en pleno desconocimiento de la situación, en especial si es la primera vez para ambos. tal parece que en nuestra sociedad las enseñanzas sexuales van encaminadas a prevenir embarazos y enfermedades de transmisión sexual que a mostrar cómo se puede tener un buen disfrute sexual.

Y es que todavía no les hablamos a nuestros hijos de sexualidad, de crecimiento, de respeto, de empatía, de diversidad, de libertad, de responsabilidad y de salud, de cómo acariciar, de cómo obtener más placer, más orgasmos, cómo sentir nuestro deseo y abrazarlo, cómo respetarnos a nosotros mismos en ese encuentro. Si el contacto físico y la sexualidad fomentan los vínculos y estrechan los lazos dentro de una comunidad, ¿por qué no enseñar cómo conseguirlo?

En 1998, Cristóbal Henestrosa, escribe un libro llamado “la juventud merece el éxtasis” que nos recuerda la importancia de la lucha por las libertades sexuales, y pone en claro que los adolescentes en plena euforia hormonal jamás cesaran en la búsqueda de satisfacer sus deseos, por lo que es importante generar una mejor alternativa para una sexualidad activa y responsable.

Recordemos que La sexualidad en casi todas las grandes culturas universales fue un motivo sagrado, de veneración y profundo respeto; porque ello constituía el arcano fiel de su existencia, es decir, la vida, la continuidad de la especie humana y el poder supremo que enfrenta a la muerte.

Arcaica sexualidad de dominación.

 Existen un conjunto de creencias transmitidas por los padres, las familias, las mujeres y los medios de comunicación, en las que se condiciona a los varones a comportarse de cierta manera, acorde al ideal  social que se tiene en torno de “ser hombre”, como es valerse por sí mismos, cumplir con las 3 “f” (feo, fuerte y formal), que sea él quien toma las decisiones, que mantenga siempre una imagen de dureza y fuerza, en fin, que adopte un rol masculino rígido, heteronormado, homofóbico, hipersexuado, agresivo y controlador.  

Esta construcción de la masculinidad hegemónica está directamente relacionada con la adopción de algunas prácticas arriesgadas y abusivas, como en el caso de la actividad sexual, que en condiciones no consensuadas tienden a rechazar el uso del condón y otros medios de salud reproductiva, porque  “no se siente igual” o es “cosa de mujeres”, pero también el exhibicionismo y petulancia, la falta de respeto a la intimidad, la promiscuidad, y engaños que parecen generar adrenalina.

Dentro de este imaginario social figura el hombre que siempre está presto a la actividad sexual, que debe ser como un “tigre” para las relaciones sexo genitales, debe cumplir con cuanta mujer se le cruce en el camino le guste o no. (“A quién le dan pan que llore?”, reza el dicho). Muchos de ellos piensan que su hombría debe estar gobernada por un frecuente deseo sexual, como si se tratasen de unas máquinas sexuales insaciables, han creído que a eso legítimamente los predestina estar siempre fisiológicamente aptos, ya que, en caso de rechazar la oferta, podría ser señalado como homosexuales o pusilánimes. También incluye esa ansiedad de lograr una mayor cantidad de “conquistas sexuales”, “acostones” o como se le conozca anecdóticamente.

Apenas en el siglo pasado, el conocimiento sobre lo sexual, tanto en lo referente a lo masculino, y en especial sobre el funcionamiento de la genitalidad femenina estaba bajo el control del macho, aunque en realidad no tuviera los suficientes conocimientos, pero se daba por hecho que los tenía. Cuando surgió la píldora anticonceptiva, era él y no ella quien debería saber cómo administrarla. Claro que esto tenía que ver con un control sobre ellas, pues son ellos los históricamente encargados de iniciar sexualmente a la mujer y de alguna manera, hacerle sentir que el placer de ella depende de lo que él sabe, por lo cual no es fácil tolerar a una mujer con cierta experiencia sexual, puesto que al final la terminan cuestionando, sobre ¿Con quién lo aprendió? Así como también ser el responsable del orgasmo de ella, él es quien se lo proporciona. Cabe cuestionarse entonces, si no sería mejor que la pareja pudiese aprender bajo una actitud de respeto y de enseñanza mutua. Hoy en día muchas mujeres son más libres con su cuerpo y sexualidad, cuentan con experiencia y capacidad para identificar lo que les resulta placentero, aun así ello genera mucho miedo, porque se cree que las faculta para humillar al varón llamándole “inexperto” o “poco hombre”, como con justa razón podría suceder, con hombres que por egoísmo o falta de sensibilización llegan a ser realmente torpes en la interacción sexual.

Por otro lado,  los hombres se han encargado de evaluar minuciosamente con otros congéneres los cuerpos femeninos, valorarlos o devaluarlos, como en los concursos de belleza o bien con la mirada cómplice  y acosadora entre ellos al ver pasar por la acera a una hermosa chica, calificar sus atributos físicos, la magnitud de los senos, en fin, les genera un abyecto y pírrico poder decidir quién tiene buen cuerpo, como si pudieran disponer de este a voluntad.

Por otro lado, tenemos a la rudeza como signo inequívoco de masculinidad, por lo cual muchos hombres llegan a ser toscos en las relaciones sexuales, lastimándolas. A todas luces, no es concebible que la tosquedad sea una característica innata de la personalidad, sin embargo, llega a ser entendida, en incluso demanda por muchos hombres y mujeres al expresar “Abrázame fuerte, como hombre”.

Muchos hombres suponen que existen mujeres que están para acostarse con ellas y luego poder exhibirlas como trofeo de caza con los amigos, en algunos casos el triunfo es mayor si estas son vírgenes, (actualmente este valor de la virginidad ha ido careciendo de importancia, sobre todo en grandes ciudades y en generaciones más recientes), sin embargo sigue siendo preocupante el índice de menores de edad obligadas a casarse, embarazos adolescentes, o los delitos de trata de personas, explotación sexual, pornografía y violaciones, que afecta a niñas y mujeres muy jóvenes.

Se da por hecho que los sentimientos no entran en este terreno, pues lo importante es el éxito y la supremacía, y por lo tanto también en esta lógica resulta totalmente justificable distinguir  a esas otras mujeres que, sí serían para casarse, para formar una familia “bien”, pues corresponden a una categoría de mujer que no ha cedido fácilmente al sexo, a la cual se le pueda confiar la procreación, crianza y educación de los hijos, sobre todo cuando la decencia es un valor imperativo.

Hace no mucho, de forma expresa se enunciaba que el matrimonio es para la reproducción de la especie, y por lo tanto, la falta de fertilidad  era uno de los motivos por los cuales podría proceder  la disolución del vínculo matrimonial. Bajo estos infortunados supuestos, la esposa tenía que cumplir con sus obligaciones maritales, accediendo toda vez que el esposo lo exigiera, y no había opción a poner su protección y su sexo en manos de él, era incluso motivo de divorcio si no accedía, pues ella debía ser pasiva en lo que atañe a la genitalidad, esto es, no tener deseos propios, ya que, como ya se dijo, los varones son los que deben iniciar y hacerse responsables del placer de la compañera. Indudablemente esto genera incomprensión, que ellas vayan perdiendo el interés hacia lo sexual, falta de realización y de identificación mutua en la pareja.

Seguramente seguirán existiendo hombres, aquí y en otras partes del mundo que se aferren en continuar con el antiguo modelo de aquella arcaica sexualidad de dominación, pero cada vez serán menos, porque ya no son creíbles, muchas mujeres abiertamente dicen que “prefiero estar sola que mal acompañada” y la verdad echan en muy poca falta la interacción sexual con sus parejas, porque se dan cuenta que eso es solo una faceta de su ser, no las define, a la par cada vez más hay hombres que ven desmoronarse su anterior dominación, y aumentan aquellos que buscan grupos de hombres para debatir los antiguos modelos y proponer nuevos conceptos en la búsqueda de un crecimiento compartido.