Un tercio de nuestra vida aproximadamente, la pasamos durmiendo. Para el cerebro la actividad, el ejercicio, la alimentación, el estudio y el trabajo, son elementos indispensables, pero también lo es el dormir y el descansar.
El reposo es una función natural del cuerpo
humano, el dormir es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad
biológica cuya debida atención nos permite restablecer funciones físicas y
psicológicas esenciales para una buena salud y un pleno rendimiento.
Dormir es tan importante que si
pasamos una noche en vela, al día siguiente la pasamos mal, y esto lo han
vivido l@s médicos y enfermer@s y me pregunto, ¿sigue siendo válido esas
desveladas?. Gracias a los experimentos de privación de sueño, se ha
comprendido que cuando se elimina “completamente” la posibilidad de dormir a
una persona temporalmente o parcialmente, es decir, que no se le deja dormir
por periodos prolongados puede causar un desequilibrio en el cerebro a niveles
bioquímicos y varios días en vela pueden causar severos trastornos, algunos
irreversibles o incluso la muerte. El organismo siempre tratará por todos los
medios de conservar su equilibrio recuperando aquello de lo que se le ha
privado. Cuando estamos enfermos, el cuerpo nos pide descanso, ya que esto es
fundamental para mantener un sistema inmunológico saludable pues permite que
aumenten los niveles del factor de transcripción NFKB, lo cual ayuda a combatir
la infección. Un ejemplo de ello, es el resfriado que el cuerpo nos pide
descanso.
Todo ello sin obstar que, aunque estamos
durmiendo, nuestro cerebro permanece casi igual de activo que cuando se está
despierto. En el caso de otras especies, se conoce que cuando duermen los
delfines la mitad de su cerebro está funcionando y la otra en reposo.
Dormir es hallarse en el estado de
reposo que consiste en la inacción o suspensión de los sentidos, y de todo
movimiento voluntario, el cual técnicamente corresponde a un estado cognitivo
vegetativo. Sin embargo, nuestra memoria ancestral nos condiciona a que veces lleguemos
a estar en un estado de alerta, lo cual es una herencia de protección para no
ser presa de algún depredador, por ejemplo. A veces estamos cuidando a alguien
y nos quedamos dormidos, pero si se requiere una respuesta ante un peligro
reaccionamos, salvo que estemos muy cansados, estamos sedados o bajo la
influencia del consumo de alcohol u alguna otra sustancia.
La mayoría de los adultos necesitan al
menos 7 horas de dormir cada noche.
Algunos aspectos que afectan en forma negativa el dormir, son la ansiedad, el estrés, la mala alimentación, algunos medicamentos, cambios de horario, problemas de pareja, laborales y familiares, el frio y el calor, sudoraciones nocturnas por varias causas. Estos factores cambian las sensaciones de cansancio y descanso.
El dormir nos ayuda a disminuir la
ansiedad y mejorar nuestro estado de ánimo y entusiasmo, además que nos permite
pensar con mayor claridad, tener adecuada concentración y desempeñarnos satisfactoriamente
en nuestras actividades.
Es necesario para que el sistema
inmunitario funcione, ya que es preciso dormir para que al cuerpo se revitalice,
renueve y reponga, también, para que el proceso de envejecimiento se produzca
de forma natural y evitar la presencia de factores que propicien deterioro
prematuro y comorbilidades.
Asimismo, tiene un impacto
significativo en la salud sexual. Las personas que duermen lo suficiente suelen
tener un mayor interés y disposición para interactuar de forma erótico afectiva,
pues ayuda a regular las hormonas, incluyendo las relacionadas con el deseo
sexual, los sentimientos de amor, atracción y conexión. Una buena noche de
descanso ayuda a que tengas más asertividad, energía y placer a la hora de
tener este tipo de intimidad.
Se dice que hay gente que duerme, pero
no descansa y es que no es solo la cantidad de horas que uno duerme, sino que
la calidad del descanso es importante, pues hay personas para las cuales el
llamado ciclo circadiano o biológico suele interrumpirse o acortarse y no pasar
suficiente tiempo en sus diferentes etapas de sueño. Cada noche, mientras
dormimos pasamos por diferentes fases o estadios de sueño que se suceden con un
patrón secuencial, y es relevante cada fase, el conjunto de fases y que se
cubra la secuencia. A veces pasa que podemos dormir muchas horas, pero
despertamos con una somnolencia que dura todo el día, y es quizá porque la secuencia
de etapas debía regular el descanso no se consumó, quizá porque sonó el
despertador, nos tuvimos que levantar al baño, andaba un mosco en el cuarto, se
activó la alarma sísmica, o qué sé yo, a
veces pasa que con menos tiempo descansamos más. Esta condición puede variar
con cada persona, y a lo largo de la vida de cada quien, en general los bebés
lloran cuando su cuerpo les pide dormir, para los niños más pequeños es un
drama ser despertados para ir a la escuela, algunos adolescentes se tornan
irascibles si su descanso se ve interrumpido durante la noche o madrugada; en
cambio, en la edad madura la inercia para ir a dormir o seguir dormido parece
moderarse, además de que una taza de café puede ayudar, al menos en algunos
casos y hasta antes de llegar a ser adultos mayores.
El doctor
Eduardo Calixto hace mención que durante la noche, cuando soñamos, en especial
entre la una y las tres de la mañana, es cuando el cerebro cambia su
metabolismo, en este momento se hace limpieza, se ordena y se formula un balance
de lo necesario para que al día siguiente se realicen las actividades con
eficiencia, entonces dormir mal o despertarse en ese horario de la madrugada
disminuye la capacidad de memoria, aprendizaje y atención al día siguiente. En
particular, esta limpieza elimina los recuerdos que no son necesarios o
emocionalmente no importantes, para dejar espacio a nueva información o
aprendizaje. Por ello, entre otras cosas, no es recomendable desvelarse
estudiando.
Otro tipo muy
diferente de procesos sucede cuando estamos despiertos, cuando somos
conscientes de la realidad, toda vez que la corteza prefrontal nos obliga y
permite estar atentos a las consecuencias de nuestras decisiones, a operar los filtros sociales tales como la culpa y
vergüenza, a estar alertas y a desarrollar las funciones cerebrales superiores como
la reflexión, la lógica y el pensamiento matemático,
Algunos investigadores opinan que
dormir contribuye a consolidar los recuerdos del día anterior, otros que
restablecen los niveles de neurotransmisores. Otra teoría afirma que es el modo
en que el cerebro, da sentido y orden a su propia actividad cuando está aislado
del mundo y sin estar sujeto a la infinidad de estímulos externos. Dormir
proporciona al cerebro la ocasión para terminar su trabajo administrativo, asentar
y dimensionar los acontecimientos, reírse de los sucesos del día y disfrutar un
poco de tiempo de calidad del “Yo”. En este contexto, dormir bien reorganiza
gradualmente las conexiones neuronales.
Desmond Morris, autor de libros y
estudios zoológicos indispensables como "El Mono Desnudo", resaltó la
rotunda afirmación de que el niño debe dormir siempre cerca de su madre,
y que eso es beneficioso para ambos. Dormir juntos es lo que la naturaleza ha
programado para los humanos y es como se ha dormido en todas las culturas y
pueblos desde los primeros tiempos en los que los seres humanos poblaron la
Tierra.
Es más, el autor citado no tiene
ningún reparo en afirmar que son brutales y terribles los métodos
conductistas que recomiendan que se deje al bebé llorando
en la cuna o que se le muestre frialdad cuando reclama compañía. Puesto que el pequeño,
al escuchar los latidos del corazón, estos le proporcionan una gran
tranquilidad; asimismo, recalca la importancia de darle amor sin medida y
de no dejarle dormir solo, ni mucho menos que llore
en la noche.
En el caso de los adultos mayores, llega
un momento en que así como el hambre disminuye considerablemente, también tienden
a dormir por más horas.
Muchas personas mayores de 65 años se
quejan de problemas para conciliar el sueño por la noche y de despertares
precoces que los hacen levantarse antes de lo deseado. De igual forma, refieren
tener más sueño durante el día y, en general, sentir que su descanso ha perdido
calidad respecto a épocas vitales anteriores. Pero, también hay ciertas
condiciones que pueden impedir un descanso reparador, como la apnea y
otros problemas respiratorios o el síndrome de piernas inquietas, frecuentes en
estas edades.
Curiosamente, es posible que esta
pérdida de sueño no sea tan perjudicial. Y es que se ha visto que, en
comparación con los jóvenes, los adultos mayores muestran un mejor rendimiento
cognitivo y menos somnolencia tras una noche de privación de sueño.
Los adultos mayores también suelen
sufrir una mayor sensación de sueño durante el día y un menor nivel
de alerta y actividad, lo cual les lleva a tomar siestas. Hay otras condiciones
que contribuyen a esta mayor somnolencia diurna; por ejemplo, la presencia de
enfermedades como la depresión y el consumo de fármacos. Ahora bien, estos
efectos no necesariamente están relacionados con la edad, sino con ciertas
condiciones comórbidas, en la tercera edad, las enfermedades físicas son
más comunes y también algunos trastornos mentales.
Antes que recurrir en primera
instancia a los somníferos para remediar el insomnio que puede tornarse
crónico, se puede voltear a ver a la meditación, la cual tiene la capacidad de
disminuir la actividad de áreas cerebrales relacionadas con las emociones,
además favorece a tener un mejor control con la ira y en consecuencia promueve
una mejor calidad del sueño. También puede usarse la relajación, escuchar
música suave.
Es importante saber que entre más madura nuestro cerebro, la calidad del dormir, puede disminuir, por ello debemos realizar mejorías en la salud de nuestro descanso es determinante puesto que, muchas cosas ocurren cuando dormimos, para la producción de antioxidantes la reparación de tejidos para el sistema inmune para sistema gastrointestinal, para hacer una buena desintoxicación si hay un daño en el ADN este se pueda reparar de manera correcta y esas células no se vuelvan tumorales.
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