¿Te has visto envuelto en un malentendido? ¿Qué haces cuando
una persona te malinterpreta?
Cuántas veces has dicho una frase sin pensar o que crees que
te estás explicando claramente, y resulta que tus palabras fueron tomadas de
una manera que nunca podrías haber imaginado. Peor aún, probablemente, no con
la intención que pretendías o de forma negativa, y después quieres explicar y
pareciera ser que se empeora la situación.
Los malentendidos son una de las primeras fuentes de tensión
y conflicto en las relaciones humanas. Se producen cuando una de las partes
involucradas se equivoca interpretando el comportamiento o las palabras de
otra. A veces, sencillamente es que no conseguimos comunicar las ideas con la
claridad y la precisión deseadas; y también existe la tendencia a
malinterpretar ciertos gestos.
Esta mala interpretación tiene que ver con la percepción
subjetiva de la otra persona, es decir, como todos tenemos una historia de
vida, en la que posiblemente nos han
dañado con algún comentario. Pero, eso no es todo, también contamos con conceptos que provienen
de nuestras creencias, valores, recuerdos, educación, cultura, todo esto hace
que, ante un mismo mensaje las personas podamos entender cosas diferentes. Y si
eso no fuera poco, también, depende, y mucho, de nuestro estado físico y
emocional. Así mismo, cada persona tiene una percepción propia y única, fruto
de su fisiología, educación, valores y recuerdos, significa que es imposible
saber cómo una persona va a descifrar el mensaje que estamos enviando. Es
decir, somos dos personas con historias diferentes y cada una trae su
información subjetiva. Somos dos realidades distintas y para cada uno es verdad lo que vivimos. Ante
lo cual, ambos podemos estar correctos, pero también equivocados, podemos estar
viendo la misma película, y aun así, podemos tener versiones distintas.
Después de todo esto, parece sorprendente que, cuando hablamos, nos lleguemos a entender.
Existe una frase que dice “Yo sólo soy responsable de lo
que yo digo, no de lo que tú entiendas”. Así que, cuando el
malentendido se produce, no puede trasladarse la responsabilidad total del
mismo al emisor, por todo lo que hemos explicado.
Se puede estar de acuerdo con esta frase, aunque, sólo en
parte, porque quedarse ahí significa que uno se convierte en víctima de los
malos entendidos, pero cuando estamos con personas que son significativas en
nuestra vida, lo que queremos es comunicarnos y hacernos entender lo mejor
posible con ellas.
Efectivamente, cuando me comunico, yo no tengo la culpa que
las otras personas tengan una cultura, unas creencias determinadas y que
además, esté en un estado emocional
determinado. Sin embargo, hay algo que sí puedo hacer para conseguir hacerme entender.
Humberto Maturana lo dice con las siguientes palabras: “Yo soy absolutamente responsable de lo que digo, pero irresponsable de
lo que tú escuchas”. Sin embargo es mi responsabilidad cotejar constantemente
lo que yo digo con lo que tú escuchas.
Efectivamente, si quiero que mi mensaje llegue a la otra
persona, no puedo evitar que el otro individuo entienda una cosa diferente de
la que yo haya dicho. Eso no está en mi círculo de responsabilidad o de
influencia, pero si está en mi círculo de preocupación. Ahora bien, como es
realmente importante para mí que el mensaje llegue a mi interlocutor, sí que
está en mi ámbito de responsabilidad e influencia el preguntar por lo que el
otro ha entendido.
Ahora bien, si ambos están dispuestos a arreglar ese mal entendido,
quizás se tendrá que mover de nuestra
área de confort y ponernos en el lugar del otro, debemos de aprender a
escucharlo, pues es importante que las personas se pongan humildemente a
platicar y estén dispuestos a entender cómo se sintió la otra persona y como
hizo sentirme. Nunca dar por hecho las cosas. Sin embargo, siempre habrá alguna
persona con la que se ha tenido algún roce emocional y esta no querrá escucharnos y sin duda alguna nos sentiremos frustrados
por no haber podido aclarar la situación. Debemos entender que algunas veces
estas fricciones pueden llegar a tener un arreglo, pero otras no.
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