Muchos hombres se sienten incómodos e incluso inseguros ante
la idea de tener al lado a una mujer “tan independiente” que no solo no
necesita de su protección, sino que también puede hacerse cargo de los gastos
cotidianos y de los hijos. También hay a
quienes no les gusta que su esposa trabaje fuera de casa, prefieren que se
dedique a los niños y a lo doméstico. A veces también les afecta que ella tenga
más preparación académica, (aunque ya lo sabían antes de casarse).Pero si la
mujer debe trabajar por necesidades económicas, lo aceptan a regañadientes, y
bajo ningún concepto aceptarían que ella sea quien gane más, y aunque gracias a
esta realidad la economía del hogar fuese más holgada, se sentirían amenazados en su rol masculino
de no ser los principales proveedores del sustento familiar.
Sin embargo, no siempre lo que es un problema para una
persona lo es para la otra y en raros casos, la mujer de verdad piensa que no
es un inconveniente que él gane menos dinero o tenga menor preparación escolar.
Pero como nunca he tratado de generalizar, también podemos ver el lado opuesto,
donde a algunas mujeres si les hace ruido, el constante bombardeo ya sea
familiar o social en las que ellas deben ser las “mantenidas”, no el hombre,
eso las hace sentir que están manteniendo a un “holgazán”, aun y cuando él sea
el “amo de casa”.
Clara Coria, psicóloga clínica y autora del libro "El
dinero en la pareja", sostiene que el dinero sigue teniendo un tinte
sexual, "y ese género sexual sigue siendo masculino, aun cuando en las
últimas décadas algunas mujeres hayan accedido a la adquisición y posesión del
mismo". Pero este conflicto generalmente no queda solamente ahí, sino se suele
introducirse bajo las sábanas, ya que en la vida íntima de una pareja, en el
deseo y en el logro de placer se expresan las incidencias del poder, es decir,
muchas de las veces la competencia entre ambos se deja sentir en la cama.
Porque lamentablemente cuando nos sentimos inferiores,
tendemos a buscar la superioridad tratando de herir y menos preciar al
compañero y es allí donde comienzan las dificultades y donde uno se perciba menos, se convierte en un problema de pareja.
En general este, y cualquier tipo de roce dentro de una
pareja se puede superar con buena voluntad, confianza, respeto y apoyo mutuo,
el camino es un diálogo constructivo, basado en los mismos puntos y que incluya
las opiniones y sentimientos de cada miembro de la pareja buscando en todo
momento una mayor armonía y comprensión solidificando los lazos de la relación,
evitando cualquier tipo de comentarios sarcásticos o fuera de tono, que podrían
resquebrajar el entendimiento o a uno de los miembros de la pareja.
Si la pareja está
bien constituida no tendrá ningún tipo
de influencia negativa proveniente de los familiares o amistades que suelen
hacer comentarios, siempre y cuando ambos se respeten, se quieran y se admiren.
Indiferentemente de cual sea la situación específica, es un
tema que debe ser tratado abiertamente y sin recelos dentro de la pareja,
manteniendo el nivel de respeto, y jamás haciendo sentir al otro como inferior porque tiene mayor preparación o aporta más dinero.
¿Qué es lo mejor para los miembros de una pareja? Pues hacer
todo lo posible para sentirse cómodos en la realidad que les toca vivir,
aceptarla, acompañarse, estimular el crecimiento del otro sin limitarlo, y, por
sobre todo, hablar de lo que les incomoda. No hay por qué subvalorarse por ser
quien menos gana, hay circunstancias que observadas desde otra perspectiva
pueden ser altamente ventajosas. Vale la pena tener en cuenta todas las
ventajas que esta situación aporta y entender que, en una pareja, el objetivo
en común es el mismo, independientemente de quién genere mayores ingresos. En
la relación de pareja lo más importante es estar apoyados y sentir que los dos
están consolidando un bien familiar.
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