Es un tema que puede crear situaciones de roce, de fricción
y ser causante de malentendidos en la pareja, porque involucra sentimientos
profundos, sensaciones de insatisfacción y de frustración así como de
minusvalía del uno frente al otro.
Como hemos crecido en sociedades machistas; en las cuales se
refuerza el estereotipo que el hombre es el que trabaja, el que mantiene a la
mujer y la casa; por lo tanto debe
conseguir más dinero que ella. Esta imagen tiene que ver con el orgullo
masculino, con su necesidad de ser respetado y valorado a través de ser quien
cubre las necesidades materiales de la casa. La idea fundamental es que el
hombre es el proveedor, el no hacerlo implica perder parte de su “hombría”, por
lo cual, muchos hombres se sienten incomodos cuando saben que su mujer gana más
que él. (o de plano quedarse en casa al cuidado de los hijos).
De esta forma, los hombres que ganan menos que sus parejas
se sienten avergonzados, amenazados en su papel histórico de proveedores,
piensan que han perdido una de las bases de la masculinidad. Dinero es igual a
poder y respeto, esto se lee como auto valía. Cobrar menos que su mujer es
faltar como hombres, es ser menos, es valer menos. Los hombres se creen del
tamaño de su sueldo, para ellas no. Y aunque los hombres se han creído mejores
para manejar el dinero, la mayor de las veces son ellas las mejores administradoras.
Ellas generalmente invierten en el bienestar del hogar; mientras
que ellos quieren comprar estatus: un súper carro, el mejor reloj, teléfono
celular, computador. Para ellas, recibir más es poseer libertad e
independencia, para ellos es perder su derecho legítimo de controlar, poseer y
dominar. Muchas veces, él al sentirse amenazado tiende a descalificar todas las
actividades de ella, la agrede verbal o físicamente hasta llegar a la
humillación, sugiriendo que tiene coqueteos con el jefe u hombres que
supuestamente la favorecen.
Al principio la pareja busca estrategias para esconder esta
realidad, no quieren que se enteren los demás, ambos sienten vergüenza y
mienten a su familia y a sus amigos acerca de la desproporción de sus ingresos.
Sin embargo, obtener menos o más dinero, no es lo que hace a un hombre, es solo
una apreciación que hacemos, además que nos encontramos con la posibilidad de
que el hombre piensa que su pareja no lo valora lo suficiente, o se siente mal
porque el gana menos que ella. Sin embargo, no siempre lo que es un problema
para una persona lo es para la otra, en raros casos, la mujer de verdad piensa
que es un inconveniente que el perciba menos dinero que ella. Quizás el mayor
peso que puede sentir él, es la cuestión social, donde los familiares o amistades
lo catalogan como “el mantenido”.
Este tipo de problemas depende del manejo que se le dé
dentro de la pareja y de cada uno de los miembros en particular y el ejemplo
que se da a los hijos en su casa. Entender que los dos son un equipo y que la
pareja es para apoyarse y ayudarse. Comprender que tras siglos de
desigualdades, las mujeres han conseguido más equidad incluso en el ingreso.
Aunque estando en las mismas condiciones académicas y de competencias, los
hombres siguen siendo mejor remunerados. Actualmente, las condiciones han
cambiado y hoy son muchas las que ganan mucho más que ellos.
El objetivo en la vinculación de pareja es la felicidad. La
mayoría de las parejas se valen del dinero para potenciar y condimentar esa
felicidad. Juntos pueden elegir una manera de integrar la economía al amor,
creando una administración solidaria en donde cada uno pague según el
porcentaje de ingresos y festejen que lo importante no es quién gane el dinero
sino cómo se usa para fortalecer el encuentro.
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