jueves, 19 de noviembre de 2020

¿Es difícil ser hombre? ¿O ser un hombre de verdad?

 


Ser un hombre de verdad, tal vez sea una pregunta que pocos hombres se hacen, o tal vez sea una pregunta que se siguen formulando los adolescentes.  “Se un hombre”, “responde como hombre”, “Compórtate como un verdadero hombre” son frases que se pueden escuchar a diario, pero no se logra entender bien su significado. A este respecto, Elizabeth Badinter menciona “Implica que no se es algo que se dé por sentado y que la virilidad puede no ser tan natural como pretende”. Se dice que, para el hombre, la búsqueda de su identidad es más compleja que para las mujeres, pues para él se requiere aceptar y asumir un papel cultural que tradicionalmente se le exige ser.

El problema es que no basta con nacer hombre, aunque ya nacer, como tal, es recibir una crianza basada en un privilegio, pero a diario un hombre tendrá que demostrar a la sociedad que realmente lo es. - (Freud hablaba que las mujeres tenían el complejo de la envidia del pene, y según algunos de sus seguidores, él se refería a que ellas lo que verdad envidiaban es la serie de privilegios que él tiene solo por ser varón). -, pero también existe en el imaginario social el miedo a ser catalogado como homosexual o afeminado como si eso fuera lo peor.  

A veces las mujeres dicen que prefieren a los hombres verdaderos, el clásico pareces nena si no lo haces como un “verdadero hombre”, “quiero encontrar en mi vida un verdadero hombre”, “un hombre en amplio sentido de la palabra”, algo difícil de entender, pues cabria preguntarse a que se refieren por “verdadero”.

En nuestra sociedad mexicana, el modelo tradicional masculino es el que define cómo deben sentir, pensar, dicta las normas de lo que les está permitido o prohibido hacer. Aunque dichas normas no son muy claras a lo que respecta ser hombre. Sin embargo, la masculinidad es un conjunto de características, valores y comportamientos que una sociedad impone como el "deber ser". Entre algunos de los atributos que se deben poseer para considerarse como un “verdadero hombre” están: ser poderoso, fuerte, rudo, ocultar su miedo y su dolor, se fomenta la competencia entre ellos, en todos los ámbitos, incluido el sexual, como poseer más mujeres, dominante, triunfador, seguro de sí mismo, decidido, agresivo, fuerte, arriesgado, poco emotivo.

La práctica de lo masculino suele identificarse con experiencias extremas, como el ganar batallas, seducir a mujeres o ejercer el mando, demostrar que eres mas capaz que otros congéneres, ¡la pura adrenalina! Todo eso significara que serán más hombres.

Debe ser el proveedor de la familia, (una gran responsabilidad para él), el que sabe hacer casi de todo, ser mecánico, plomero, electricista, etc., saber resolver cualquier tipo de problema que se presente, estar siempre dispuesto a las relaciones sexuales; Además, como lo masculino debe ser lo contrario de lo que se considera femenino, el hombre tiene prohibido manifestar emociones como la ternura y la delicadeza, o sentimientos de debilidad como el llanto, el miedo y la inseguridad. Habrá que tener mucho cuidado de no caer para perder la hombría,

Se impone una manera rígida de comportarse, basada en aspectos de poder y de violencia, características que el debe mostrar y reafirmar constantemente, es decir, siempre debe estar demostrando que es un hombre.

Aunque en nuestra sociedad se espera que un hombre llegue a pensar, sentir y actuar conforme a un modelo de lo masculino, es difícil que algún hombre llegue a cumplir con todas estas exigencias. (lo mismo ocurre con las mujeres, donde tienen que demostrar día a día que son femeninas y cualquier comportamiento fuera de este pueden ser catalogadas como marimachas).

 Sin embargo, bajo estas premisas, los machistas no toleran ser contrariados y en muchas ocasiones se niegan a escuchar opiniones distintas, esto suele manifestarse como necedad; “no me importa lo que piense la gente”, como una forma autoritaria; “yo soy el que manda aquí”, incluso llegan a considerar poco varonil el tener que pedir perdón. Cómo los conceptos de cómo ser hombre no son claros y específicos, se generan tantas ideas falsas en torno de cómo comportarse y no parecer mujer, que pueden entrar ideas que se nos pueden parecer inverosímiles, por ejemplo, para algunos el baile esta considerado como un afeminamiento, tal vez la razón porque muchos de ellos no bailan en las fiestas. Algunos no desean ir al médico, pues rompe con su concepto de macho, de soportar dolores y de verse avergonzados. Otros no quieren usar alguna crema en su piel pues es una actividad femenina, (el tener las manos cuidadas), y así se podrá hacer una gran lista. Esto comprueba que no todos asumen el rol masculino en forma hegemónica, pero se dan en una amplitud en el imaginario social.

Grayson Perry, ha escrito un manifiesto para hombres, (la caída del hombre, en el año 2018) donde analiza con humor fenómenos tan masculinos como la violencia, el exhibicionismo físico y la competitividad.  Menciona que todo hombre simplemente por nacer con pene recibirá una educación diferente y siempre será a partir de un privilegio, más aún cuando este es blanco y heterosexual. Su mirada del mundo será a partir de ese privilegio.

Una de sus propuestas es renunciar a la voluntad de poder y asumir las emociones como parte esencial de nuestra felicidad. "

¿Qué pasaría si redefiniésemos la vieja, machista y anticuada versión de la masculinidad para abrazar una nueva manera de «ser hombre»? hasta ahora han sido las mujeres que han encabezado el debate sobre el genero, al fin y al cabo, han sido ellas las que se han visto mas oprimidas por sus restricciones. Sin embargo, también el hombre ha sido victima de alguna forma, aun y cuando este ha estado privilegiado, situación por la cual también recibe beneficios y no quiera arreglar algo que supone que está bien. Retomando a Grayson, la masculinidad podría ser una camisa de fuerza que esta impidiendo ser ellos mismos y en su afán de dominio se están descuidando aspectos esenciales de su propia humanidad. En esa lucha por querer ser masculinos, podrían estar impidiendo que su Yo sea mas feliz. Sin embargo, cada hombre tiene la capacidad de decidir si está de acuerdo con los patrones de conducta impuestos, o bien, prefiere vivir su masculinidad de manera diferente; de tal manera que no exista una, sino muchas masculinidades.

 

Afortunadamente existen hombres que fueron educados fuera del machismo tradicional y otros que desde pequeños se han estado cuestionando acerca del “deber ser un hombre”, y han optado por un cambio, situación que no es fácil, ya que tanto hombres como mujeres no lo ven con “buenos ojos”, así que muchos de ellos tendrán que afrontar en sus culturas todo tipo de burlas, hostilidad y cuestionamientos acerca de su hombría, Saben que al actuar con valentía, cuestionar las normas, alzar la voz y hacer públicas sus creencias y emociones se arriesgan a ser marginados y atacados  por ser considerados raros.

Es de vital importancia que sepan que existen grupos de hombres que están apoyando a otros y en búsqueda de nuevas masculinidades, donde se reconoce que no es suficiente con ser buenos o sensibles con las mujeres, que no es suficiente con combatir el sexismo y la violencia masculina, sino que su lucha debe encaminarse en acciones positivas, concretas y asumir con determinación y compromiso para erradicar las pautas de opresión y junto con ello también contra el racismo y homofobia.

 

viernes, 18 de septiembre de 2020

¿Son celos o una forma rara de amar?

 La mayoría de las personas los hemos sentido y se han considerado como comunes y naturales, siempre y cuando éstos cuadren dentro de cierta medida y no falten al respeto, sin embargo, los celos tienden a presentarse en forma exagerada y llevar a cometer acciones violentas, contrarias al amor y a una sana vida en común.

Los celos enfermizos y posesivos son el argumento ideal y pasional de la violencia en la pareja y hasta suelen ser justificados socialmente. Mucho se ha dicho que el fondo de los celos es la inseguridad de quien los sufre y el miedo de perder el amor, pero esto no se agota en una situación meramente sentimental, ya que cuando una relación está gobernada por esta aprensión, se torna en una relación de poder, en la que una o las dos partes luchan por tomar el control del cuerpo, la mente y el alma del otro(a).

Es necesario subrayar la irracionalidad que entrañan los comportamientos de los celosos enfermizos y de los argumentos encubridores que usan para legitimar su conducta, pues quien los padece puede no ser plenamente consciente de los motivos de su actuación, ni del perjuicio que acarrea en otros, para sí mismo y en la relación.

Cantaba José José: “Cuando vayas conmigo no mires a nadie, que tú sabes que yo no consiento un desaire, que me sienta muy mal que tu vuelvas la cara, cuando tienes al lado a quien tanto te ama, cuando vayas conmigo no mires a nadie, que alborotas los celos que tengo del aire, que me sienta fatal cuando alguien que pasa, por un solo momento distrae tu mirada”.

De esta forma, tanto en canciones o telenovelas, y entre otros medios, los celos enfermizos son normalizados, lo cual de por sí resulta bastante ruin. No obstante, si ponemos más atención podemos comprobar que es mucho más recurrente que estas expresiones hablen de los celos que siente un hombre hacia una mujer, como una manera de culpabilizarlas y perpetuar esta idea en la cultura. Sin duda es algo que se viene arrastrando desde Eva, porque a las mujeres se les califica de tentadoras, provocadoras, mientras que eso no sucede para el hombre.

Los celos suelen presentarse cuando sentimos amenazada nuestra relación con otra persona, la cual puede ser de amistad, amor, de pareja, familiar, laboral o cualquier otro vinculo, que percibimos que puede quebrantarse o incluso terminar. Desde muy temprana edad son externados y tienen que ver con un acto totalmente egoísta.

Según los estudiosos han distinguido tres tipos de celos. En primer lugar, los preventivos o de sospecha, que tienen la función de anticiparse ante la posibilidad de que la pareja sea infiel. En segundo lugar, los reactivos también llamados provocados o emocionales, que son la respuesta emocional negativa al involucramiento de uno de los miembros en una relación con otra persona. Finalmente, los ansiosos identificados como celos neuróticos o cognitivos, según los cuales, el (la) celoso(a) genera imágenes de su pareja que se involucra con alguien.

Sin embargo, en el caso del hombre macho, estos tienen que ver además con un fuerte sentido de posesión, el suponer que las otras personas le pertenecen, en especial la pareja y los hijos, y estos son un medio de control, además, de ser una extrema absorción del uno con el otro. Existe la premisa de que se puede disponer de la voluntad de los demás sin ninguna reserva, es decir, se supone que es un estado deseable, aceptado con gusto por aquellos en los que recae y hasta una manera de hacer sentir elevada valía.

Dentro de esa posesividad, el hombre machista tiende a hacer prohibiciones a su pareja. Por miedo a perderla no le permite ver a sus amistades o familia, abundan frases como “Tengo que cuidarte porque te amo”. De esta manera, se tiende a controlar todos sus movimientos, saber dónde está y con quién. Se llega a revisar el celular bajo el pretexto de ver si sus amigos no se están “propasando” con ella, pero él se negará a que le revisen el suyo, bajo el supuesto de que “yo no tengo nada que esconder”, al final de cuentas es para “protegerla”. La finalidad de estos celos es siempre tener el mando de la situación, mantener la subordinación.

Que no llegue tarde a casa, porque tú vas a venir, que no llame nunca a nadie, me quieres solo para ti y criticas mis amigos y mi manera de vestir, ya no sé qué hacer para verte feliz. Que no vaya muy pintada, me controlas la mirada y me ves como una niña, no me dejas ser mujer y yo sé que es lo que tienes, son los celos nada más, que rara es tu forma de amar” entonaba Sonia Rivas.

La fórmula “peculiar forma de amar” hace ver como admisible la conducta de un machista, bajo la idea de un amor romántico, la cuestión es que, si la pareja no muestra celos, entonces no hay un verdadero amor. De esta manera, el hombre que no finge por lo menos sentirlos, y no se comporta lastimosamente como si en verdad los sintiese, es desdeñado e insultado.

La triste realidad es que muchos hombres han asesinado, escandalizado y destruido sus hogares porque la sociedad y su educación conspiraron para conducirlos a esa conducta tan desdichada. La moral celosa no es considerada igual entre las diferentes clases sociales, ciudades, niveles culturales y educativos, contextos religiosos, rango de edades, sin embargo, un común denominador es que detona violencia física, sicológica y patrimonial, envilece la condición humana y acaba por abatir la confianza y la decisión de estar juntos.

Como en el caso de la obra de Otelo de William Shakespeare, donde Yago empieza a insinuarle que Desdémona le es infiel con Casio. Y entre él y su mujer hacen evidente la infidelidad de Desdémona ante los ojos de Otelo. Convencido de que su esposa le es infiel, Otelo la mata estrangulándola.

Efectivamente, los celos afectan la relación de pareja y paulatinamente van alterando la autoestima de ambos, al tener cada vez menos identificación y forma de cumplir las expectativas mutuas, ya que al asociarse con la angustia, a menudo desembocan en enojo contenido, expresado en violencia y si dura lo suficiente, depresión y pocas ganas de vivir. También, cada pequeño incidente se hace más grande de lo que es, por la suspicacia, malos entendidos e interpretaciones que no se hablan ni se resuelven con consenso.

Se llega a pensar que los celos como cualquier sentimiento podrían ser buenos sí logramos comprenderlos y controlarlos para motivar el mejoramiento de las relaciones, lamentablemente en el mundo machista tienden al lado opuesto, generando violencia contra las mujeres.

jueves, 18 de junio de 2020

Conferencia sobre los conceptos erróneos del amor.


El amor es una palabra que puede tener muchas definiciones y están incluidas las relaciones con los padres, hermanos, primos, hijos, amigos.
El concepto de amor, ha sido en muchas ocasiones idealizado y difícilmente descifrable. Aunque no lo creas, el amor, como casi todas las cosas en esta vida, se aprende. Y, en momentos, lo asimilamos de forma incorrecta. Y esto afecta a todas las personas, al tratarse de uno de los sentimientos más potentes y universales que existen, cada uno le otorga unas características propias y unas ideas que, muchas veces, no son del todo ciertas.
1-    AMOR A PRIMERA VISTA. 
El amor es espontáneo, inesperado, fortuito, impredecible: no puedes controlar de quién te enamoras.
¿Dónde está escrito eso? La espontaneidad en el amor no es del todo cierta: requiere predisposición por parte de la persona.  El amor no es algo mágico que sucede sin más, sin que podamos hacer nada por evitarlo. Cada persona elige de quien se enamora porque, para que en esa relación exista el amor, debe haber todos esos componentes que no surgen misteriosamente, sino que hay que trabajarlos y conseguirlos.
A veces el cerebro juega con nosotros y nos hace creer el que cuando ves a una persona y sientes una gran atracción por ella, la supones perfecta, sin embargo, a veces esa elección tiene que ver con un estereotipo de gustarnos la gente atractiva. O que se hace una asociación de la belleza con la bondad. También cuando se cree tener esa sensación de amor a primera vista inmediatamente nuestro cerebro comienza hacer planes mentales de un sinfín de cosas,
Dicen que cuando tienes la oportunidad de tener un amor a primera vista, todo tu futuro a lado de esa persona pasa por tus ojos, haces planes mentales de su primer beso, sus viajes y un sinfín de cosas que sí, suenan demasiado intensas y aterradoras para quienes somos testigos del escenario desde afuera. Idealización que nos lleva a un amor romántico, el cual se basa en las ilusiones positivas que podrían llevarte a una relación duradera.
¿Qué es el amor a primera vista?
La mayoría de la gente lo define como un enamoramiento instantáneo de un extraño que, al verlos por primera vez, te generan una explosión de amor en el estómago. Los científicos lo definen de una manera más compleja...
Si bien hay un montón de argumentos en contra, el amor a primera vista rompe con los esquemas de la Parte de la ciencia detrás de esta escuela de pensamiento se basa en estereotipos, y uno de los principales argumentos de la misma, es que justamente no podemos simplemente mirar a una persona y conocer sus características y enamorarnos, esta suposición es incorrecta.
Según la ciencia, el amor a primera vista es conocido también como el “halo atractivo”, y se refiere básicamente Ojo, esto no quiere decir que estamos utilizando estereotipo, la imaginación y la asunción de “enamorarnos” puede ser sincera y sí, súper intensa.
Si bien el “halo atractivo” se refiere a las personas que son físicamente guapas, también incluye a otras personas que pueden resultar atractivas por diferentes razones:
¿Él o ella se parece a alguien con quien hayas tenido una relación sentimental antes? ¿Te provoca nostalgia por alguien del pasado? Si es así, es probable que el “amor” haya sido solamente una conexión subconsciente. Así es, el cerebro puede haber decidido, sin siquiera consultarte, que esta persona te recordaba a alguien que te importa / importaba y recordó el impacto positivo que esa persona tenía en tu vida.
¿Por qué nuestro cerebro nos engaña? El hecho de que tu cerebro forme estas conexiones sin que te des cuenta, no significa que sea tu enemigo. Lo más probable es que el cerebro no pueda evitarlo… Tenemos la tendencia a relacionarnos con los rasgos faciales y las características de alguien, así que si inconscientemente encuentras similitudes, te puedes enamorar del impacto positivo que alguien dejó en ti, a través de un desconocido que por alguna extraña razón te hace recordarlo sin que te des cuenta.
Sabiendo esto, parece más comprensible por qué algunos de nosotros estamos seguros de que hemos experimentado el amor a primera vista, aunque de antemano, pensamos que era imposible.
Lo único malo dentro de todo este rush de romanticismo, es que las relaciones que llegan a iniciar de esta manera, tienen un potencial de ruptura más alto y cuando esta falla, nos deja la sensación de que hemos perdido algo el destino había previsto.
En resumen: El amor a primera vista es real pero no todo es miel, perfección y mariposas. No tengas miedo a terminar con esa relación solamente porque crees que “el destino” te lo puso enfrente.
No confundas la necesidad de alguien con el amor de alguien. Ahora bien, existe la posibilidad de que sí lo estés viviendo y si consideras que es así, no tengas miedo de que te rompan el corazón, no te preocupes por el futuro.
2.- AMAR ES DARLO TODO SIN ESPERAR RECOMPENSA.
Tenemos un concepto muy equivocado de lo que es el amor, podemos decir que amar es dar todo por alguien sin esperar recibir nada a cambio, cuando en realidad si esperamos de los demás, y mucho. Es muy rara la vez que damos sinceramente sin interés, pero a veces hasta nos engañamos a nosotros mismos cuando lo que buscamos es reconocimiento. Cuantas veces al terminar una relación, el afectado se queja de haber sido el que más dio. Las madres esperan por lo menos un agradecimiento. Muchas veces esperamos una reciprocidad.
Cuando justificamos diciendo que hicimos algo por amor (generalmente decimos esto después de causar un daño a alguien o a nosotros mismos), no lo hicimos por amor, más bien para demostrar a quien sea cualquier cosa y así manipular situaciones o pensamientos y acciones de personas.
El amor es mucho más complejo que dar y recibir, también es mucho más que el "auto sacrificio" por alguien. El amor es el más puro estado de conciencia, al estar "En Amor" no es posible el sufrimiento, tampoco es posible la desgracia, el rencor, la tristeza o el temor, ya que todos estos sentimientos vienen del ego, que es desunión.
3.- ¿Yo te amare por los Dos? O ¿El Amor lo puede todo?
 Quizá “todo” sea generalizar en exceso. El amor puede con casi todo, pero no con todo. Básicamente puede con las cosas que se decidan juntos, según lo que se haya aprendido a lo largo de toda la relación y lo asimilado cada uno por su cuenta. Puede ser que uno de los dos sea capaz de superar una dificultad que el otro no; por eso es tan importante la comunicación y la negociación en los momentos de conflicto en la pareja.
Se plantea que el amor es la base sobre la que se sustenta la pareja, que mientras haya amor no importara las dificultades que se presenten.
Resulta que conoces a un ser especial y te enamoras, pasan horas, tal vez días, o un par de semanas y de repente deja de buscarte, es posible que te pida tiempo para saber que prosigue. Y tú quieres mantener la relación, dices que no te importa si te quieren, propones que con el tiempo ganaras su amor.

 “He aprendido que no puedo exigir el amor de nadie” William Shakespeare
Es decir, no puede obligar a que alguien te quiera, ¿tu serias feliz si alguien te obligara a estar con él y tú no quisieras? si una parte de la pareja no ama jamás se logrará que ese ame a la otra persona
Quizá sea el momento de reflexionar sobre lo que es realmente el amor y no otorgarle falsas creencias. Como el amor es sufrimiento. Si sufres en una relación no es amor, la finalidad de tener una pareja es para estar en paz, en crecimiento, en armonía, puede haber pequeños inconvenientes, desacuerdos, pero no implica llegar a degradar a tu pareja y menos a los golpes, una vez que se dan se pierde el respeto.
Recuerda: el amor no es más que un concepto, la pareja necesita mucho más.
A veces la pareja toma mucho alcohol o consume drogas que generan problemas en la pareja y pretendemos que podemos cambiarlas, mucha gente necesita tocar su fondo, y a veces lo mejor es huir, sobre todo si esta relación te hace daño, se llegan a insultos y golpes.
Se tiene una expectativa del ser que será amado, alguna idea, puede ser color de piel, nivel socioeconómico, valores, cualidades, y cuando uno se topa con alguna característica se empieza a idealizar a la persona.
Entre más personas más experiencias, tendremos mejores relaciones interpersonales.
El amor puede o no sentirse. Como únicos cada quien siente el amor de diferente forma.
Este adoctrinamiento involuntario que hemos sufrido desde pequeños han naturalizado estos conceptos y se nos han encarnado estas idealizaciones culturales han logrado crear un estereotipo que nos costara mucho vencer y superar.
Estar enamorado es estar "En Amor", eso significa amor puro, paz, libertad... no presunción.
El amor es unión, es el perfecto conocimiento y aceptación total de que todos estamos conectados, que somos parte de una unidad mucho más compleja de lo que podríamos imaginar y por ende surgen sentimientos de compasión, alegría, paz.
En el momento que logremos comprender y vivir en el amor, todo será de diferente manera. Comprenderemos que somos libres y no necesitamos a alguien más que nos "complete", ya que ESTAMOS COMPLETOS, estamos viviendo en amor absoluto. Al estar "En Amor" no tendremos más temor de nuestra vida, no tendremos la necesidad de tratar de controlar el exterior para tener una ilusión de seguridad. Tendremos el conocimiento absoluto de que todo se encuentra exactamente de la manera que debe ser, PERFECTO.
4.- Encontrar a mi media naranja.
No se puede ser feliz sin pareja.
¿Cuántas veces hemos dicho erróneamente que estamos enamorados de alguien? Y solo se han visto 1 o 2 veces, o han pasado solo un par momentos agradables.
Muchas veces tenemos un ideal de cómo será nuestra pareja y cuando surge un ser con algunas de esas características se nos eleva la dopamina y lo idealizamos, suponemos que es la media naranja perfecta, pero el amor es un proceso de adaptación, de madurez y de aceptación. Pero ¿quién ha dicho que debemos encontrar a nuestro complemento?
Uno de ellos fue Jean Jacques Rousseau como representante de la ilustración (escritor, pedagogo, filósofo, músico, botánico y naturalista), escribió, en 1762, su libro “Emilio” planteo el tipo de educación que deberían recibir tanto el hombre como la mujer. A cada uno los concibió como seres incompletos, que al unirse serian su otra mitad. Describió a la mujer como el ser contrastante del hombre. Presenta a Sofía como el modelo deontológico de su género y le adjudica características de pasividad, debilidad y sumisión, exigiéndole rasgos de masoquismo, falta de iniciativa, abandono a su agresividad y competencia, para volcar toda su energía hacia el interés de los suyos y en especial ser agradable al hombre.
Hemos aprendido que el amor es darlo todo por la otra persona, que se trata de encontrar a una “media naranja” y suponer que los conflictos se resolverán si hay amor de por medio; en pocas palabras, que nuestra vida tiene sentido si tenemos una relación amorosa.
Algunas de las veces esta la búsqueda de un ser amado, no es tan sólo por no sentirse vacío, sino por cumplir con una expectativa social de contar con una pareja. Nos han dicho que debemos encontrar a nuestra media naranja para no sentimos como fragmentados, que nos hace falta otro ser, sin embargo, debemos de comprender que somos libres y no necesitamos de alguien más que nos “complete” pues estamos perfectos.
5.- ¿Contigo pan y cebolla?
 Pero cuando la economía en el hogar es escaza o nula. Se vuelve un problema cuando no se pueden cubrir las necesidades más elementales. O bien, Si la pareja tiene deudas, El dinero puede ser un motivo de conflicto y separación si no se habla claramente sobre los gastos.
 ¿Tengo que rescatarlo financieramente? o ¿puedo ayudarle a administrarse? Hay quienes piensan que lo mejor es ¡huir! pero no siempre la salida tiene que ser tan drástica, quizás no puedes rescatar a tu pareja de sus deudas, pero si puedes apoyarlo para que se haga cargo.
En muchas parejas, el poder en las relaciones de pareja, simbólicamente está representado en el dinero, porque muchas veces, quien decide en la relación es el que gana más.
Es importante hablar en pareja y sobretodo poner límites. Por tanto, únicamente con el amor no es suficiente.
6.- ¿Me cela porque me ama?
La mayoría de las personas los hemos sentido y se han considerado como comunes y naturales, siempre y cuando éstos cuadren dentro de cierta medida y no falten al respeto, sin embargo, los celos tienden a presentarse en forma exagerada y llevar a cometer acciones violentas, contrarias al amor y a una sana vida en común.
Los celos enfermizos y posesivos son el argumento ideal y pasional de la violencia en la pareja y hasta suelen ser justificados socialmente. Mucho se ha dicho que el fondo de los celos es la inseguridad de quien los sufre y el miedo de perder el amor, pero esto no se agota en una situación meramente sentimental, ya que cuando una relación está gobernada por esta aprensión, se torna en una relación de poder, en la que una o las dos partes luchan por tomar el control del cuerpo, la mente y el alma del otro(a).
Es necesario subrayar la irracionalidad que entrañan los comportamientos de los celosos enfermizos y de los argumentos encubridores que usan para legitimar su conducta, pues quien los padece puede no ser plenamente consciente de los motivos de su actuación, ni del perjuicio que acarrea en otros, para sí mismo y en la relación.
Cantaba José José: “Cuando vayas conmigo no mires a nadie, que tú sabes que yo no consiento un desaire, que me sienta muy mal que tu vuelvas la cara, cuando tienes al lado a quien tanto te ama, cuando vayas conmigo no mires a nadie, que alborotas los celos que tengo del aire, que me sienta fatal cuando alguien que pasa, por un solo momento distrae tu mirada”.
De esta forma, tanto en canciones o telenovelas, y entre otros medios, los celos enfermizos son normalizados, lo cual de por sí resulta bastante ruin. No obstante, si ponemos más atención podemos comprobar que es mucho más recurrente que estas expresiones hablen de los celos que siente un hombre hacia una mujer, como una manera de culpabilizarlas y perpetuar esta idea en la cultura. Sin duda es algo que se viene arrastrando desde Eva, porque a las mujeres se les califica de tentadoras, provocadoras, mientras que eso no sucede para el hombre.
Los celos suelen presentarse cuando sentimos amenazada nuestra relación con otra persona, la cual puede ser de amistad, amor, de pareja, familiar, laboral o cualquier otro vinculo, que percibimos que puede quebrantarse o incluso terminar. Desde muy temprana edad son externados y tienen que ver con un acto totalmente egoísta.
Según los estudiosos han distinguido tres tipos de celos. En primer lugar, los preventivos o de sospecha, que tienen la función de anticiparse ante la posibilidad de que la pareja sea infiel. En segundo lugar, los reactivos también llamados provocados o emocionales, que son la respuesta emocional negativa al involucramiento de uno de los miembros en una relación con otra persona. Finalmente, los ansiosos identificados como celos neuróticos o cognitivos, según los cuales, el (la) celoso(a) genera imágenes de su pareja que se involucra con alguien.
Sin embargo, en el caso del hombre macho, estos tienen que ver además con un fuerte sentido de posesión, el suponer que las otras personas le pertenecen, en especial la pareja y los hijos, y estos son un medio de control, además, de ser una extrema absorción del uno con el otro. Existe la premisa de que se puede disponer de la voluntad de los demás sin ninguna reserva, es decir, se supone que es un estado deseable, aceptado con gusto por aquellos en los que recae y hasta una manera de hacer sentir elevada valía.
Dentro de esa posesividad, el hombre machista tiende a hacer prohibiciones a su pareja. Por miedo a perderla no le permite ver a sus amistades o familia, abundan frases como “Tengo que cuidarte porque te amo”. De esta manera, se tiende a controlar todos sus movimientos, saber dónde está y con quién. Se llega a revisar el celular bajo el pretexto de ver si sus amigos no se están “propasando” con ella, pero él se negará a que le revisen el suyo, bajo el supuesto de que “yo no tengo nada que esconder”, al final de cuentas es para “protegerla”. La finalidad de estos celos es siempre tener el mando de la situación, mantener la subordinación.
“Que no llegue tarde a casa, porque tú vas a venir, que no llame nunca a nadie, me quieres solo para ti y criticas mis amigos y mi manera de vestir, ya no sé qué hacer para verte feliz. Que no vaya muy pintada, me controlas la mirada y me ves como una niña, no me dejas ser mujer y yo sé que es lo que tienes, son los celos nada más, que rara es tu forma de amar” entonaba Sonia Rivas.
La fórmula “peculiar forma de amar” hace ver como admisible la conducta de un machista, bajo la idea de un amor romántico, la cuestión es que, si la pareja no muestra celos, entonces no hay un verdadero amor. De esta manera, el hombre que no finge por lo menos sentirlos, y no se comporta lastimosamente como si en verdad los sintiese, es desdeñado e insultado.
La triste realidad es que muchos hombres han asesinado, escandalizado y destruido sus hogares porque la sociedad y su educación conspiraron para conducirlos a esa conducta tan desdichada. La moral celosa no es considerada igual entre las diferentes clases sociales, ciudades, niveles culturales y educativos, contextos religiosos, rango de edades, sin embargo, un común denominador es que detona violencia física, psicológica y patrimonial, envilece la condición humana y acaba por abatir la confianza y la decisión de estar juntos.
Como en el caso de la obra de Otelo de William Shakespeare, donde Yago empieza a insinuarle que Desdémona le es infiel con Casio. Y entre él y su mujer hacen evidente la infidelidad de Desdémona ante los ojos de Otelo. Convencido de que su esposa le es infiel, Otelo la mata estrangulándola.
Efectivamente, los celos afectan la relación de pareja y paulatinamente van alterando la autoestima de ambos, al tener cada vez menos identificación y forma de cumplir las expectativas mutuas, ya que al asociarse con la angustia, a menudo desembocan en enojo contenido, expresado en violencia y si dura lo suficiente, depresión y pocas ganas de vivir. También, cada pequeño incidente se hace más grande de lo que es, por la suspicacia, malos entendidos e interpretaciones que no se hablan ni se resuelven con consenso.
Se llega a pensar que los celos como cualquier sentimiento podrían ser buenos sí logramos comprendedlos y controlarlos para motivar el mejoramiento de las relaciones, lamentablemente en el mundo machista tienden al lado opuesto, generando violencia contra las mujeres.

7.- La protección
Creemos que la protección es amar, y no dan espacio a que uno experimente y viva su vida. esto es, la idea de cuidar a la otra persona, estar al pendiente ahora con el celular, la idea que transmiten es saber donde estas para que en el momento que te pase algo ir a protegerte, en este caso tendría que ser un guardaespaldas pegado las 24 hrs. no quiero que te pase algo, que te roben, que te caigas, que tropieces, que 
8.- ¿El amor es para siempre?
 Las personas vamos evolucionando no somos los mismos desde que teníamos 2, a 5 , 12, 15, 18 años.
El amor se va transformando, cambia, y hay que adaptarse a eso: si no, estamos perdidos.
No es amor si tu pareja te hace bromas hirientes, te cela en exceso, te humilla en público, te descalifica, es decir, te hace sentir menos. , te chantajea, te miente, te amenaza, te ignora, te ridiculiza, te culpa o te hace sentir culpable de todo
9.- Amarse a sí mismo.
Existen personas más sensibles a los dictados sociales o de la moda que se dejan impresionar por ellos. De este modo suponen que si no tienen algún artículo de lujo, ell@s no valen. Incluso, tienden a regalar objetos “lujosos” porque la otra persona se “lo merece” o lo “vale” o los exigen pues es una manera de saber que es importantes para los otr@s. Algunas de estas personas han asimilado que primero se debe pensar en los demás y luego en ell@s, pues la sociedad nos dicta que no debemos ser egoístas y por lo cual  debemos pensar primero en los demás. Generalmente cuando algún familiar se enferma inmediatamente nos preocupamos por él y buscamos todos los remedios posibles, pero cuando uno mismo se enferma dejamos para después la cura, pensamos que al rato va a pasar el malestar o que no es necesario acudir al médico.
Desde niños nos  enseñan a no ser egoístas y darles a otros nuestros objetos, (dulces, ropa, aparatos electrónicos, juguetes, etc.), pero el compartir no es el problema sino más bien el hecho de dar todo a los otros hasta el punto de anular a la propia persona. Es cuando algún amante dice dar todo por la persona amada y se queja de no recibir nada a cambio.
La religión nos dice ama a tu prójimo como a ti mismo, pero, ¿cómo amar al otro si se hemos aprendido a derogarnos? ¿Cómo amar al otro si no nos amamos a nosotros mismos? .La sociedad nos dice que la “buena educación” es no pensar en uno mismo.
La sociedad, sobre todo los medios de comunicación, a cada instante nos recuerdan que no amemos a nuestro cuerpo. Cuántas veces hemos pensado o dicho que no nos agrada alguna parte de nuestro cuerpo, cómo es: el tipo de nuestro cabello, que si es rizado se desea lacio, que si tenemos demasiado largas o cortas las piernas, que el tipo de ojos, el color de la piel, etc.  No es fácil ponernos a pensar que parte es la que nos gusta de nuestro cuerpo, ya que la televisión  nos bombardea con  anuncios de lo imperfecto que es nuestro cuerpo, ya sea un abdomen abultado, no poseer una dentadura perfecta, y así podemos encontrar miles de ejemplos donde los comerciales nos exigen un cuerpo perfecto que no existe. La industria y la sociedad nos envían constantemente mensajes para avergonzarnos de nuestro cuerpo y tenerlo que disfrazar con algún producto.
Y no es que tengas un excelente cuerpo, tu eres tu cuerpo y el que no te guste alguna parte no significa que no te aceptes a ti mismo como ser humano, puede que ese fragmento de tu cuerpo sea fácil de modificar como el abdomen con dieta y ejercicio, pero aquellas otras que desapruebas y que no pueden ser modificadas, como el color de la piel, pueden ser vistos bajo una óptica diferente. Se puede descubrir las ventajas de nuestro cuerpo, por ejemplo, que beneficios tiene ser alto, ser bajo, ser delgado, tener las manos largas o cortas, podemos encontrar un sinfín de utilidades que tiene nuestro cuerpo.
El amarse implica el amar el propio cuerpo y la posibilidad de disfrutar del mismo. Gozar de ser uno mismo. Si alguna vez has odiado tu cuerpo o has actuado de una forma que no te ha gustado, no lo veas así, piensa que eso te inmoviliza y te perjudica, aprovecha que eso te sirvió de aprendizaje y no los asocies con tu autoestima. ¿Cómo puedes dar amor si no te amas a ti mismo?
10.- Definición de amor.
La capacidad y la buena disposición para permitir que los seres queridos sean los que ellos eligen por si mismos sin insistir en que hagan lo que a ti te satisface o te gustase.
Respetaremos las decisiones de todos viéndolos como un ser más que desea tener cierta experiencia en esta vida y no es nuestro lugar entrometernos, ya que meternos en la vida del de enfrente es no tomar responsabilidad por la propia.

martes, 2 de junio de 2020

No lo arregles si no está roto.


Muchas madres (solteras o casadas), que tuvieron que trabajar, decidieron encomendarles a sus hijos que participaran en las labores domésticas. Generalmente, entre todos, ya sea hijas o hijos, tenían que aprender las diversas tareas de limpieza que demanda una casa, las cuales eran repartidas indistintamente, ó aún mejor, de forma consensuada. Bajo el principio de forjar hijos independientes y responsables, éstos aprendieron a lavar, planchar, limpiar, cocinar, en fin, lo necesario para tener una existencia sana y un casa limpia y ordenada. Como resultado, aunque no se hiciera de forma expresa, esto propició la valoración del trabajo de las amas de casa, regularmente invisibilizado y otorgarle un lugar más digno. A los que nos tocó una educación así, ahora nos parece algo mucho más positivo que, lo que quizá un niño pudiera discernir sin tener dicho encauzamiento, ya que sin duda optaría por dedicarse solamente a sus juegos y distracciones.

Alguna de estas madres vivieron bajo una familia tradicional, es decir, machista, donde fueron educadas para servirle al hermano, tenerle miedo más que respeto a los hombres. No obstante, siguiendo muchas veces el razonamiento intuitivo y sentido de justicia de que hombres y mujeres son iguales, alentaron a sus hijas a estudiar, para que no tuvieran que depender de un hombre que las llegase a maltratar, ya sea física o psicológicamente. Hasta hace relativamente poco tiempo el feminismo pasaba inadvertido, si bien se le sigue denostando con expresiones peyorativas como la de “feminazis”, antes era considerado mucho menos que una doctrina exótica, propia de una élite ilustrada, ajena a la realidad cotidiana de la mayoría de las mujeres. Inevitablemente, la realidad social y las ideas han evolucionado a favor del adelanto de las mujeres.

Por lo mismo, es muy importante reconocer que en aquellos años, en esas situaciones primigenias, las mujeres llegaran a ponerse de acuerdo con sus esposos sobre el cambio de patrones de crianza de sus hijos, en cuanto a las labores de casa, incluso eran apoyadas por ellos de forma espontánea. Sin embargo, la presión familiar machista ha sido pertinaz, estas experiencias eran criticadas por ambas familias, y en algunos casos por este motivo hubo una regresión a los antiguos patrones del patriarcado.

Aún así, otras familias lograron continuar con su cambio, motivadas por buscar el amor entre sus miembros, ya que ello es indispensable para ser felices, y porque bajo el amor, florece el respeto, la lealtad, la honestidad y un bienestar común. La lección de vida va más allá al modo de “Enséñale a tu hijo independencias domesticas para que no sea un inútil, sea independiente y que busque una esposa y no una sirvienta”.

Hace años,  las feministas  han puesto los ojos en los estudios de género, para plantear nuevas formas de crear un mundo más corresponsable y empático. Es muy comprensiblemente han sido ellas, las mujeres, quienes más han impulsado el debate de género, ya que al fin y al cabo ellas han sido mas oprimidas por sus restricciones que los varones que gozan de privilegios. En contraste, desde la mirada del privilegio, se da por sentado que cualquier hombre por el simple hecho de serlo, ha recibido una educación en la cual tiene más ventajas que una mujer, no importa si este es homosexual, transgénero, indígena, simplemente por ser varón, aunque éste también sufra de una discriminación ante otros hombres.

Por lo anterior, este contexto en el que muchas injusticias se han visibilizado y otras abatido, hace más evidente que si bien las mujeres han tenido un proceso de autoconocimiento y empoderamiento, en cambio, la figura masculina no ha tenido muchos avances, sigue arrastrando tremendos lastres.

Tal vez Grayson Perry tenga razón al mencionar que el pensamiento de la mayoría de los hombres es “no lo arregles si no está roto”, no hagas nada si no hay problema. Pues visto desde la mirada de un privilegio, no consideran que deba haber cambios, y si bien como dice Perry, “el hombre ha gobernado gran parte de nuestro mundo por mucho tiempo y ha hechos muchas cosas bien, sin embargo, ya es tiempo que renuncie a su hegemonía”.
¿Cuántas veces has querido llegar a un acuerdo con un hombre y este se enoja, te grita o te evade? Y es que los hombres machistas no toleran ser contrariados, y en muchas ocasiones se niegan a escuchar opiniones distintas. Esto suele manifestarse como necedad, "no me importa lo que piense la gente", hastío, "ya sé lo que vas a decir", o bajo la forma de un autoritarismo simple, "yo soy el que manda aquí". Se pierde mucho tiempo en decir no, antes que explorar cómo sí. Esta incapacidad de asimilar, o de imaginar siquiera, otros puntos de vista tienen consecuencias personales y sociales inmensas.

En primer lugar, cancela toda posibilidad de negociación, si la opinión ajena es irrelevante, entonces el único propósito de todo diálogo es convencer al otro de la opinión propia. Por ello es inútil discutir con una persona machista, sus razonamientos "lógicos" se reducen a una mera reiteración de su punto de vista inicial. En este sentido, la falta de empatía impide la resolución de los conflictos interpersonales. Asimismo, genera malentendidos continuos, la persona que no escucha interpreta equivocadamente a los demás con enorme frecuencia, lo más irónico es que los machistas acaban por no escucharse a sí mismos y a seguir solo sus arrebatos.

Además, los machistas tienden a considerar el desacuerdo como una ofensa, en una formulación clásica, "si no estás conmigo es que estás en mi contra". Por todo ello, el machismo contribuye a una agresividad generalizada e innecesaria, al convertir sistemáticamente las diferencias en conflictos.

En segundo lugar, esta dificultad para ponerse en el lugar de los demás inhibe la cooperación. Si uno considera, o espera, tener siempre la razón, el trabajo en equipo se vuelve prácticamente imposible. Si el punto de vista de los demás es irrelevante, entonces lo único que queda es imponerse a ellos. Y si todos, o varios, integrantes de un grupo de trabajo o de estudio están acostumbrados a pensar así, entonces pasarán sus reuniones disputándose el liderazgo en lugar de dedicarse a la tarea común. Podemos observar estas dinámicas muy a menudo en nuestra sociedad, cuando varias personas intentan integrar un equipo o llevar a cabo un proyecto compartido. Esto conduce a la pérdida de oportunidades, ya que a los hombres se les inculca a “jugarse el todo por el todo”, o bien a manejarse con el “si no ha de ser de mí que no sea de nadie”, cuando en realidad la vida ofrece muchas posibilidades para que todos y cada uno mejoremos sin que ello implique aminorar el bienestar de los demás.

En tercer lugar, considerar que los deseos, las necesidades, los sentimientos y pensamientos propios son los únicos importantes, prácticamente excluye la posibilidad de subordinarse al bien común. Si lo único que cuenta es la comodidad personal, entonces no hay ninguna razón para no estacionarse en doble fila, tirar basura en los lugares públicos o prender el estéreo a todo volumen a las tres de la mañana. La imposición de los intereses propios sobre los de los demás es un corolario de la incapacidad para postergar la gratificación, controlar los impulsos y tomar en cuenta la situación de los demás. El machismo promueve toda esta constelación de conductas y actitudes, y constituye por lo tanto un serio obstáculo al desarrollo de la conciencia cívica en nuestra sociedad y al reconocimiento de los otros, de la otredad.

Retomando a Grayson, la masculinidad podría ser una camisa de fuerza que está impidiendo a los varones a ser ellos mismos, a plenitud, y en su afán de dominio se están descuidando aspectos esenciales de su propia humanidad. En esa lucha por querer ser masculinos, podrían estar impidiendo que su Yo sea más feliz. Sin embargo, cada hombre tiene la capacidad de decidir si está de acuerdo con los patrones de conducta impuestos, o bien, prefiere vivir su masculinidad de manera diferente, de tal manera que no exista una, sino muchas masculinidades.

Los varones tienen que vencer muchos de sus propios monstruos y tomar conciencia de que antes de temer de otros, debe temer de sí mismos.

Creo que la diversidad en el poder puede mejorar la sociedad, equilibrar las cosas y oxigenar las reglas del juego. La presencia de mujeres y las minorías logran que en las decisiones sociales pesen experiencias vitales muy distintas.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Mujeres y hombres, distintos, pero desiguales por el privilegio


Engels escribió que la familia monogámica surgió como una necesidad para la acumulación del capital en una esfera pequeña dentro de un régimen social, en la cual no importaba el amor o las relaciones personales, puesto que eran los padres quienes concertaban las bodas de sus hijos. Lo importante era concentrar el capital y asegurarse de que este no saliera del grupo familiar, para lo cual se le exigió a la mujer obediencia, castidad y la más estricta fidelidad conyugal para asegurar que los hijos fuesen herederos directos de la fortuna del padre. Por lo tanto, la relación familiar se fundó en el poder del hombre, siendo él el único que podía romper el vínculo conyugal.
A partir de entonces el varón ha estado en una posición de privilegio ya que es celebrada la llegada de un niño a la familia y más si este es el primogénito. Como será el futuro heredero se le se le da un trato prioritario y contará con predominio sobre la mujer. Se le consiente, se le cuida, se le da más atención, se le anticipa a sus más mínimos deseos y necesidades ya sean reales o imaginarias. Su vida es más permisiva, se le alienta a participar en eventos donde pruebe su valor e independencia, se valora más su opinión, se le da mejor de comer, entre otras ventajas.
Desde pequeños, a los varones se les da medios para ser seguros de sí mismos y ejercer el poder, y aunque los padres tengan el discurso de que a hijos e hijas “se les trata igual”, muchas veces no es cierto, el resultado es que suele haber distingos entre los hermanos, conforme a su sexo. Esto no solo repercute en que en el momento presente se les otorguen desiguales oportunidades, sino que, una vez que estén fuera del ámbito estrictamente familiar, las hijas tendrán que hacer frente a desigualdades históricas que sufren las mujeres, con menos herramientas que las que sus pares varones tienen a su alcance.
Asimismo, los padres podrán decir a las hijas “nunca te has quedado sin comer”, si se atreven a reclamar, aunque aun hay niñas que no tienen una cama donde dormir, y los hijos varones sí. Pero más aun, cuando se trata de las niñas, todavía se les concibe como si no merecieran una visión de futuro, su propia visión de futuro, es decir, es posible que se cubran sus necesidades básicas pero no las estratégicas, para transformar su realidad. En las familias más acomodadas era común la expresión de las chavas universitarias de los setentas y ochentas “estudio MMC”, que significa “mientras me caso”, quizá ya no se use tanto, pero el razonamiento y el contexto que entraña sí sigue imperando. En el otro extremo del espectro, la entonces niña pakistaní Malala Yousafzai, quien ha llegado a ser estudiante universitaria en Inglaterra, hace algunos años puso en evidencia esta tremenda injusticia en el acceso a la educación.
Simone de Beauvoir, en un estudio histórico sobre la mujer, señala que “el triunfo del patriarcado no fue ni un azar ni el resultado de una evolución violenta. Desde el origen de la humanidad, su privilegio ha permitido a los machos afirmarse solo como sujetos soberanos, y no han abdicado nunca este privilegio; han enajenado en parte su existencia en la naturaleza y en la mujer, pero la han reconquistado inmediatamente”.
Cuando Jean-Jacques Rousseau, en 1762, escribió su libro “Emilio” planteo el tipo de educación que deberían recibir tanto el hombre como la mujer. Estuvo perfilando la postura actual del hombre fuerte, activo, dando el privilegio y que su mundo sea el de la política, el mundo externo, mientras el de la mujer, el interno, la casa y los sentimientos. Y uno de los motivos principales para alejarlas de las nuevas factorías fue porque ellas siguieron trabajando y recibían sueldos más bajos que los hombres, las preferían porque se aprovechaban de la necesidad y del hambre de las mujeres.
A este respecto Beauvoir apunta “Se comprende que los trabajadores machos hayan empezado por ver en esa competencia barata una amenaza temible y que se hayan mostrado hostiles”. De esta forma, se buscó la manera de confinarlas al hogar.
Milenios de poder masculino han conseguido construir una sociedad donde todos crecemos aceptando como algo natural y sensato un sistema manifiestamente sesgado a favor del hombre. Donde muchos suponen que están siendo razonables cuando en realidad se actúa de acuerdo a una  forma de pensar inconsciente, el hombre por consiguiente cree ser el paradigma según el cual se juzgan valores y culturas.
Y es que desde la mirada del hombre es con la que se interpreta la realidad. A partir de las referencias del patriarcado quedan las mujeres expuestas a esa interpretación y a las críticas que derivan de ellas y todo dependiendo del contexto y de lo que decida el hombre interprete, pueden ser esposas o amantes, santas o pecadoras, compañeras o prostitutas, madres o malas madres y cada una de esas posibilidades puede ser verdad o mentira según decida ese hombre que interpreta la realidad, además lo será, pues es “palabra de hombre “ y esa no se cuestiona. Es decir, el debate y juicio están ceñido a linderos muy delimitados, fuera de los cuales no vale nada más.
Cuando se trata de comparar a un hombre y a una mujer en su desempeño laboral, al hombre se le justifica con “es un poco exigente” pero si se habla de una mujer en búsqueda de la perfección esta “histérica” no hay modo de complacerla. Y es que hemos aprendido a justificar al hombre en su comportamiento “es un poco brusco”, “exigente”, “tiene el carácter muy fuerte”, “tuvo un padre muy difícil”, “su madre fue demasiado dura con él por eso desconfía de las mujeres”.
El machismo se puede definir según Marina Castañeda, “como un conjunto de creencias, actitudes y conductas que descansan sobre dos ideas básicas: por un lado, la polarización de los sexos, es decir, una contraposición de lo masculino y lo femenino según la cual no sólo son diferentes sino mutuamente excluyentes; por otra, la superioridad de los masculino en las áreas consideradas importantes para los hombres. De aquí que el machismo involucre una serie de definiciones acerca de lo que significa ser hombre y ser mujer, así como toda una forma de vida basada en ello”.
Pero, el machismo no significa necesariamente que el hombre golpee a la mujer, ni que la encierre en la casa. Tiene que ver con una cuestión de poder sobre los otros, de una actitud más o menos automática hacia los demás; no sólo hacia las mujeres, sino también hacia los demás hombres, niños, subordinados, pobres, adultos mayores, personas con discapacidad, minorías raciales y sexuales, es decir todo aquello que se aleje del ideal de varón hegemónico. Puede manifestarse con tan solo una mirada, la falta de atención o los gestos y en lenguaje no incluyente. Pero que el que está situado del otro lado lo percibe con toda claridad, si es una mujer, se siente claramente disminuida, retada o ignorada. No hubo violencia, regaño o disputa, pero se estableció una relación desigual en la que uno esta abajo y el otro arriba, y que sanciona duramente cualquier intento por subvertir dicho régimen.
A veces se cree, sobre todo en grandes ciudades que el machismo ha desaparecido, pero el problema de este es que ha evolucionado para transformarse en una amenaza cada vez más difícil de identificar, ya no es el machismo en que nuestros abuelos y padres fueron educados. Pero, aun  disfrazado, lastima las relaciones humanas de manera lenta, invisible y muchas veces irreversible, afectando a hombres y mujeres por igual, perpetuando las conductas sembradas desde la infancia que se convierten en un modo de vida,
Muchos hombres se dicen ser no machistas, pues están totalmente de acuerdo que ellas deben estudiar y trabajar, “a mi esposa la dejo hacer todo lo que ella quiera. Y después de una pausa, añaden bueno, siempre y cuando no descuide la casa o me falte al respeto”.
“Yo le ayudo a mi mujer con la limpieza de la casa, cuando puedo o cuando ella me lo pide”. Cuando por default la tarea del hogar es una tarea que debe realizarse entre todos los miembros de la familia, pues todos habitan la casa y la ensucian.
Ahora con las manifestaciones que hubo antes del día de la mujer, por la ola de feminicidios, se escuchó decir a los hombres, “es que nadie entiende a las mujeres y hasta entre ellas se contradicen”. Sin dejar del lado el inmediato afán supremacista del dicho, a partir de estos pensamientos se cree que estamos en lo correcto, cuestionando ¿Por qué ellas no ven las cosas del mismo modo?, devengar el privilegio machista ha conducido a una total falta de entendimiento y miopía. Ese es un falso debate, porque de suyo mujeres y hombres son distintos, tienen necesidades, expectativas e intereses que los diferencian y no se puede suponer uniformidad aunque nos parezca más cómodo. Mucho menos eso justifica que mujeres y hombres tengan que ser desiguales y que con el trato y los rezagos históricos se haga eterna tal desigualdad.
Dice Grayson Perry,  que desde chico le gusto vestirse de mujer, que muchas veces le preguntan que si por tal motivo estaría más identificado con las mujeres, a lo que respondió que no tendría porque estarlo si el nació siendo hombre y ha estado del lado del privilegio.
Sera difícil erradicar de nuestra cultura el código del hombre por defecto, tan arraigado ya que ha  estado durante muchos siglos rigiéndose por sus normas, sin embargo, paso a paso se va cambiando de ideología gracias a las discusiones acerca de la cuestión de género que las feministas han impulsado.  Indudablemente la búsqueda de soluciones implica necesariamente un cambio cultural y educativo y la urgencia de que el hombre reconozca y renuncie a sus privilegios.

jueves, 23 de abril de 2020

¿El machismo ha desaparecido en nuestra sociedad?.


A veces se piensa que el machismo ha desaparecido en México, gracias a los enormes cambios económicos y socioculturales de las últimas décadas. Es inevitable ignorar la manera en como la incursión masiva de las mujeres en el mercado laboral y del consumo ha erosionado o puesto en tela de juicio los valores del machismo tradicional.

Asimismo, un número creciente de mexicanos considera que las mujeres deben estudiar y trabajar; ya no se le deposita tanta importancia a la virginidad premarital; algunas brechas entre niñas y niños y mujeres y hombres se han reducido, como en el acceso a la educación, salud o vivienda, aún cuando siguen siendo considerables e inaceptables; hay mayor convencimiento de que los hombres deben participar en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, por mencionar algunos aspectos que marcan una diferencia sustantiva.

La Ley y la sanidad pública reconocen que la planificación familiar compete a la mujer y no es una decisión del marido, y mucho menos un asunto en el que las iglesias deban tener injerencia. También, vemos que en algunos sectores sociales el paradigma masculino ha dejado de ser tan autoritario y más comunicativo e involucrado con la familia, como en épocas cuando el patriarcado no era hegemónico.

Sin embargo, tanto en las ciudades y, sobre todo, en los lugares más remotos de nuestra republica todavía se sigue perpetrando el machismo, y frecuentemente para ello no obsta el estatus social, ya que, las expresiones más viles, como el feminicidio y la violencia intrafamiliar, afectan sin distingo a las mujeres de cualquier posición socioeconómica. No es que antes las cosas fueran mejor, sino que había un silencio e invisibilidad propicios para dejar impunes a los agresores y a revictimizar a las agredidas.

Todavía podemos observar a nivel nacional e internacional, cada vez que un político habla, llega a mostrar en sus discursos discriminación y machismo en todos los niveles, asimismo, la clase política y cúpulas empresariales soslayan la presencia de las mujeres en los puestos de dirección, se les niega el derecho a su desarrollo político y a ejercer su liderazgo y capacidad gerencial, se les condiciona y escatima el acceso a posiciones de mayor responsabilidad aunque tengan más mérito que los hombres, se les exige más y con ello se les impone “techos de cristal”, se les descalifica por embarazarse, decidir por la maternidad y por ser “hormonales”, las burbujas de poder y las élites son dominadas por varones y prevalece el compadrazgo y la arbitrariedad en el reparto de componendas.

En muchos ámbitos las mujeres son, en esencia, “objetos estéticamente agradables", se llega a decir que “si una mujer quiere ser periodista, debe ser sensual”, "Las noticias malas sobre ti no importan mientras tengas una novia sexy”, dijo Donald Trump. El expresidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior, Castelao Bragaño, llevaba dos días en su cargo en octubre de 2012 cuando al reclamar el acta de una reunión, al ver que faltaba un voto para formalizar un documento, dijo: “No pasa nada. ¿Hay nueve votos? Poned diez… Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”. 

Los políticos mexicanos y líderes de otros sectores y comunidades del país también han sido pródigos en difundir estereotipos y proferir violencia verbal y de todo tipo, pero también en ser omisos o minimizar la gravedad de la situación que padecen las mujeres, de igual forma, la discriminación y exclusión se han vuelto más sutiles, pero para nada desaparecen.

Apenas en marzo pasado, tras una ola de feminicidios, el Gobierno Federal irritó a los colectivos de mujeres por no dar centralidad a este cáncer y seguir con sus prioridades hasta ese momento, como la rifa del avión presidencial.

Si bien la violencia contra las mujeres tiene décadas de estar enquistada y es resultado del modelo neoliberal que aliena el valor de la vida y dignidad humana y descompone el tejido social, en los últimos años se ha agravado porque no ha habido persecución del delito, protección de víctimas, ni impartición de justicia suficientes, ello no está adecuadamente atendido tanto en su causa raíz como en sus efectos funestos, que es la muerte y daño irreversible tanto físico, como moral y sicológico de miles de mujeres.

Hoy día, la pandemia del COVID-19 quitó los reflectores de ese tema, pero muchísimas mujeres están confinadas con sus agresores, las siguen matando y violentando, incluso sigue habiendo desapariciones y las mujeres no están seguras en las calles pero tampoco en sus casas.

Con el llamado “home office”, o tele trabajo, a muchas mujeres se les triplicó la carga de trabajo y responsabilidad, y no hablemos del personal de limpieza, predominantemente femenino que sigue yendo a trabajar a las casas de los privilegiados, aparecen furtivamente y en segundo plano en los “tik toks”, transmisiones en vivo, video conferencias y demás maravillas de la tecnología, con escobas, cubetas, lavando los trastes, cocinando ricas viandas, y obvio, tienen que seguir saliendo a la calle por necesidad poniéndose en riesgo a ellas y a sus familias.

Todo esto parece estar ausente de las leyes, de los programas de gobierno y de la agenda de los políticos de todos los partidos y tendencias, también de los grupos intelectuales y “críticos” del gobierno, aún más, de la de algunos grupos de feministas que salieron a marchar el 8 de marzo y que hicieron paro el día siguiente, las que pudieron, claro está.

A esto último, la Maestra Evangelina García Prince le llamó interseccionalidad e intersectorialidad, señalando que no basta que haya igualdad entre mujeres y hombres, sino que para ello se necesita considerar también las diferencias y desigualdades socio económicas entre cada sector y grupo de personas los que pertenecen.

El machismo, además de estar sustentado en prejuicios e ignorancia, tiene muchas desventajas tanto para hombres como para mujeres, desde la violencia, soledad, desequilibrio mental y emocional, exponerse a situaciones de riesgo individual y colectivo, e incluso la muerte.

Con el machismo perdemos todos.

En este epidemia tampoco ha faltado el privilegiado que, sin respetar el derecho humano a la decisión informada, y que con masculinidad violenta asevera que el virus no existe, que tampoco debería haber vacunas para ninguna enfermedad, que llama a no hacer caso de las autoridades de salud y que se regodea por denostar el uso de cubrebocas y otras medidas de política pública de contención del contagio, se envalentona pues. En el otro extremo están quienes subrayan que las mandatarias de Alemania, Nueva Zelanda, Taiwan y otros países están manejando mejor la crisis sanitaria, como tratando de encajar la imagen de las mujeres líderes en el estereotipo de madre protectora, que custodia las funciones de reproducción social.

Sin duda, falta mucho por hacer, por darle la vuelta a las desiguales relaciones entre mujeres y hombres, este cambio inevitablemente es social y político, una de las condiciones es que mucho más mujeres lleguen a las posiciones de toma de decisiones para que impulsen los cambios en las leyes, programas, prácticas y acciones públicas y privadas para que, con una visión del mundo que compagine la perspectiva de ambos sexos, sus necesidades y expectativas, haya un reparto paritario y consensuado de responsabilidades, esfuerzos y beneficios.