¿Es
difícil ser hombre? ¿O ser un hombre de verdad?
Este 19 de noviembre fue el Día del Hombre,
¿también tienen su día?, en efecto, y tiene el mismo sentido que el Día de la Mujer,
si bien su origen fue para concientizar sobre los problemas de salud de ellos,
actualmente esta sirviendo de marco para reflexionar sobre la masculinidad
moderna, sobre los nuevos modelos positivos, camino en el cual las mujeres nos
llevan una gran ventaja.
En este sentido, ser un hombre de verdad, tal vez sea una pregunta
que pocos hombres se hacen, o tal vez sea una pregunta que se siguen formulando
los adolescentes. “Se un hombre”,
“responde como hombre”, “Compórtate como un verdadero hombre” son frases que se
pueden escuchar a diario, pero no se logra entender bien su significado. A este
respecto, Elizabeth Badinter, menciona “Implica que no se es algo que se dé por
sentado y que la virilidad puede no ser tan natural como pretende”. Se dice
que, para el hombre, la búsqueda de su identidad es más compleja que para las
mujeres, pues para él se requiere aceptar y asumir un papel cultural que
tradicionalmente se le exige ser, y eso puede ser hasta arbitrario y
discrecional por parte de quien detenta algún poder.
El problema es que no basta con nacer hombre, aunque ya mostrarse
como tal, es recibir una crianza basada en un privilegio, pero a diario un macho
tendrá que demostrar a la sociedad que realmente lo es. Freud hablaba que las
mujeres tenían el complejo de la envidia del pene, y según algunos de sus
seguidores, él se refería a que ellas lo que verdad envidiaban es la serie de
privilegios que él tiene solo por ser varón, pero también existe en el
imaginario social el miedo a ser catalogado como homosexual o afeminado como si
eso fuera lo peor.
A veces se dice que las mujeres prefieren a los hombres “verdaderos”
con clara connotación sexual y genital, l busqueda de un macho, un real macho que me domine y para la idea opuesta se acuñó el
clásico “pareces nena”, también figuran el “quiero encontrar en mi vida un
verdadero hombre”, “un hombre en amplio sentido de la palabra”, algo difícil de
entender, pues cabría preguntarse a qué se refiere “verdadero” y en qué
contextos es válido.
En nuestra sociedad mexicana, el
modelo tradicional masculino es el que define cómo deben sentir, pensar los
varones y dicta las normas de lo que les está permitido o prohibido hacer.
Aunque dichas normas no son muy rigurosas y fundamentadas. Sin embargo, la masculinidad es un
conjunto de características, valores y comportamientos que una sociedad impone
como el "deber ser". Entre algunos de los
atributos que se deben poseer para considerarse como un “verdadero hombre”
están ser poderoso, fuerte, rudo,
ocultar su miedo y su dolor, se fomenta la competencia entre ellos, en todos
los ámbitos, incluido el sexual, y se expresa en poseer más mujeres, ser dominante,
triunfador, seguro de sí mismo, decidido, agresivo, fuerte, arriesgado, poco
emotivo.
La práctica de lo masculino suele
identificarse con experiencias extremas, como el ganar batallas, seducir a
mujeres o ejercer el mando, demostrar que eres más capaz que
otros congéneres, ¡La pura
adrenalina! Todo eso significará que serán más hombres y que tienen un
material genético superior que merece ser trasmitido de manera prioritaria, se
convierten en un “buen partido”.
Debe ser el proveedor de la familia, lo
cual es una gran responsabilidad para él y que ciertamente lo libera de las
tareas domésticas y cuidados. El hombre es el que sabe hacer casi de todo, ser
mecánico, plomero, electricista, etc., saber resolver cualquier tipo de
problema que se presente, estar siempre presto a las relaciones sexuales.
Además, como lo masculino debe ser lo contrario de lo que se considera
femenino, tiene prohibido manifestar emociones como la ternura y la delicadeza,
o sentimientos de debilidad como el llanto, el miedo y la inseguridad. Habrá
que tener mucho cuidado de no caer para no perder la hombría.
Se impone una
manera rígida de comportarse, basada en aspectos de poder y de violencia,
características que él debe mostrar y reafirmar constantemente, es decir,
siempre debe estar demostrando lo macho que es, aunque se equivoque, se
contradiga y haga el ridículo en el intento.
Aunque en nuestra sociedad se espera
que un hombre llegue a pensar, sentir y actuar conforme a un modelo de lo
masculino, es difícil que algún hombre llegue a cumplir con todas estas
exigencias. Lo mismo ocurre con las mujeres, toda vez que tienen que demostrar
día a día que son femeninas y cualquier comportamiento fuera de este pueden ser
catalogadas como marimachas.
Sin embargo, bajo
estas premisas, los machistas no toleran ser contrariados y en muchas ocasiones
se niegan a escuchar opiniones distintas, esto suele manifestarse como necedad;
“no me importa lo que piense la gente”, como una forma autoritaria; “yo soy el
que manda aquí”, incluso llegan a considerar poco varonil el tener que pedir
perdón y rectificar. Cómo los
conceptos de cómo ser hombre no son claros y específicos, se generan tantas
ideas falsas en torno de cómo comportarse y no parecer mujer, que pueden entrar
ideas que se nos pueden parecer inverosímiles, por ejemplo, para algunos el
baile está considerado como un afeminamiento, en especial si piensan estudiar
danza. Algunos no desean ir al médico, pues rompe con su concepto de macho, de
soportar dolores y de verse avergonzados. Otros no quieren usar alguna crema en
su piel, pues es algo femenino tener las manos limpias y cuidadas, incluso
comer verduras y ensaladas, y así se podrá hacer una gran lista. Esto comprueba
que no todos asumen el rol masculino en forma hegemónica y automática, pero estas
preconcepciones se dan en una amplitud en el imaginario social.
Esto parecería ser propio de
generaciones del pasado, pero aún hoy los chavos se burlan entre ellos, al
decir “qué señora eres” o “siéntese ñora” si alguien se atreve a hacerse cargo
del lavado de su ropa, de prepararse sus alimentos o no excederse en el consumo
de alcohol y sustancias.
Grayson Perry, ha escrito un
manifiesto para hombres titulado “La Caída del Hombre”, en el año 2018, donde
analiza con humor fenómenos tan masculinos como la violencia, el exhibicionismo
físico y la competitividad. Menciona que todo hombre simplemente por nacer con
pene recibirá una educación diferente y siempre será a partir de un privilegio,
más aún cuando este es blanco, rico y heterosexual. Su mirada del mundo será a
partir de ese privilegio.
La contraparte de esta supremacía
es que hoy por hoy son hombres quienes mayoritariamente incrementan las
estadísticas de violencia, ya sea muertes o lesiones, son perpetradores de
crímenes de alto impacto y más propensos al fraude y la corrupción, también son
más proclives a las adicciones, los desórdenes mentales y las enfermedades,
principalmente las crónico degenerativas. Bajo esta óptica algunos expertos empiezan
a poner en duda de alguna manera al patriarcado como sistema de opresión,
porque resulta que los opresores pagan un altísimo costo, aun así, confirman
que el machismo campea y seguirá muy presente como fenómeno medible y
demostrable.
Una de las propuestas que propone Grayson
Perry, es renunciar a la voluntad de poder y asumir las emociones como parte esencial
de nuestra felicidad.
¿Qué pasaría si redefiniésemos la
vieja, machista y anticuada versión de la masculinidad para abrazar una nueva
manera de “ser hombre” ?, hasta ahora han sido las mujeres las que han
encabezado el debate sobre el género, al fin y al cabo, han sido ellas las que
se han visto más oprimidas por sus restricciones, en el sentido de que se le
adjudica un rol pasivo al respecto.
Sin embargo, como ya dijimos, también
el hombre ha sido víctima de sus propios entuertos, aun y cuando éste ha estado
privilegiado, porque recibe beneficios y no quiera arreglar algo que supone que
está bien. Por lo mismo, retomando a Grayson, la masculinidad podría ser una
camisa de fuerza que está impidiendo ser ellos mismos y en su afán de dominio
se están descuidando aspectos esenciales de su propia humanidad. En esa lucha
por querer ser masculinos, podrían estar impidiendo que su Yo sea más feliz y
menos atormentado. Sin embargo, cada hombre tiene la capacidad de decidir si está de
acuerdo con los patrones de conducta impuestos, o bien, prefiere vivir su
masculinidad de manera diferente, a modo de que no exista una, sino muchas
masculinidades.
Afortunadamente existen hombres que fueron educados fuera del
machismo tradicional y otros que desde pequeños se han estado cuestionando acerca
del “deber ser un hombre”, y han optado por un cambio, situación que no es
fácil, ya que tanto hombres como mujeres no lo ven con buenos ojos, así que
muchos de ellos tendrán que afrontar en sus culturas todo tipo de burlas,
hostilidad y cuestionamientos acerca de su hombría. Saben que, al actuar con
valentía, cuestionar las normas, alzar la voz y hacer públicas sus creencias y
emociones se arriesgan a ser marginados y atacados por ser considerados raros y
trasgresores.
Es de vital importancia que sepan que existen grupos de hombres
que están apoyando a otros y en búsqueda de nuevas masculinidades, donde se reconoce
que no es suficiente con ser buenos o sensibles con las mujeres, que no es
suficiente con combatir el sexismo y la violencia masculina y su poder
autodestructivo, sino que su lucha debe encaminarse en acciones proactivas,
estratégicas, positivas, concretas y asumirlas con determinación y compromiso
para erradicar las pautas de opresión, y junto con ello también sumar causas
como el caso de la lucha contra el clasismo, el racismo y la homofobia.
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