Hace un par de años vi un comercial donde un niño pequeño (2
o 3 años) corre por el comedor y pereciera que va a estamparse con la mesa.
Suena una alarma y la madre corre a tomarlo entre sus brazos. La leyenda dice
tu deber es protegerlo.
Recuerdo que en mi juventud visite a una pareja que tenían
un niño de un año aproximadamente, se me hizo curioso percibir que no tenían
casi muebles, ni artículos decorativos, los tomacorrientes sellados, y pregunte
a que se debía, a lo que respondieron que era para que su bebe no se hiciera
daño. Lo queremos dejar libre por todo el departamento, pero que no rompa las
cosas.
Más que sobreproteger a su hijo, los padres deberán enseñar a su hijo el uso de las
herramientas, aprender donde debe o no debe tocar. Controlar su conducta. Saber
que objetos puede aventar y en qué lugares puede hacerlo. Así a determina edad
tendrá que aprender a usar los utensilios punzo cortantes, como el cuchillo y
las tijeras. Es a través del contacto con las cosas que aprenderá a tener un equilibrio y varias
capacidades para su integración a la vida escolar, adolescencia y adultez.
Debemos tener en cuenta que nuestros hijos están aprendiendo
a realizar las tareas y nosotros como adultos debemos enseñarles cómo realizarlas,
lo que haga el niño primero con ayuda de un adulto, podrá hacerlo solo
posteriormente. A veces los niños no entienden y uno tiene explicarles y adecuarse
a ellos. Si nos bajamos a su nivel podrán entendernos y hacer las cosas mejor.
Pero muchas veces para que no nos hagan perder el tiempo preferimos hacerlos y
así les resolvemos sus responsabilidades. O en otros casos, los descalificamos
con frases: “No te fijas, hazlo con cuidado, eres un tonto, no sabes hacer las
cosas, eres un bueno para nada”.
Son en estas actividades donde el menor aprende a valorarse.
Sin embargo, bajo nuestros patrones de crianza actuales están más encaminados a
exaltar a los niños por sus
realizaciones, mientras que a otros se les crítica y se les rechaza sin
reconocerles ningún aspecto positivo, Cuantas veces al día nos fijamos en las
cosas erróneas que hacen nuestros hijos, y no en sus cualidades como
organizado, persistente, colectivista.
Se debe tener cuidado
en la valoración del niño por parte de los padres, pues la vida cotidiana nos
plantea que hay niños que se destacan por encima de otros, mientras que los
otros son objeto de crítica y discriminación. Que no debe dar lugar a que unos
niños se sientan inferiores y poco capaces, mientras otros se sientan
superiores. No es una tarea fácil, pues siempre recurrimos a nuestros antiguos
patrones de crianza.
Los juegos en grupo nos permiten aprender esas reglas de
convivencia y fomentar en ellos la no discriminación y el cooperativismo.
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