Esa etapa de la vida a la que mucha gente quisiera llegar en
buen estado de salud y valiéndose por sí misma, pero que no todos tienen la
fortuna de lograrlo.
Para algunas mujeres llegar a la edad senil seria no dar molestias a los demás, pero en el fondo
se tiene miedo de que al final de los años se tenga que depender de los hijos y
estos no puedan o quieran hacerse cargo de uno.
A quienes les ha tocado cuidar a personas seniles, llegan a
pensar que cuando ellas alcancen a su vejez quieren estar en un asilo para no
dar molestias a los hijos. Tienen miedo y comprenden que con la edad se irán
perdiendo las capacidades físicas y mentales, a la vez que las enfermedades las
coloquen en cama y que tengan que ser cuidadas por algunos de sus hijos. Ellas
que a lo largo de la vida descubrieron que desde una edad muy corta estuvieron
solas y aprendieron que debían hacer sus tareas por sí mismas. No se explican
porque sus hijas o algunas mujeres jóvenes necesiten ayuda para realizar sus
actividades como madres para cuidar a sus hijos. Ya que ellas recuerdan que
tenían que lidiar con sus hijos, pues sus esposos solo aportaban dinero para la
casa y nunca se preocupaban por sus críos. Algunas de ellas, estaban en
condiciones semejantes al ser madres solteras. De esta forma, aprendieron a ser
madres, ya que no existía ninguna escuela que les hubiese enseñado ese oficio.
Mencionan que se daban tiempo para lavar y planchar la ropa e ir al mercado
para preparar la comida. Con remedios caseros atendían a sus proles, mientras
acudían al médico y para salir a la calle a veces cargando hasta con 4 hijos,
(amarrados en la espalda, hablándoles con firmeza que no se soltaran al cruzar
las calles). En caso de necesidades extremas, se convirtieron en comerciantes,
vendieron garnachas, cervezas, gelatinas o ropa con tal de darles una “mejor
vida” a sus pequeños o bien para apoyar al esposo en tener una vivienda propia
o en mejores condiciones.
Mujeres que han sufrido discriminación, golpes, humillaciones,
algunas fueron sumisas pues la época que les tocó vivir era una forma de subsistir.
En realidad no tenían otras opciones como en la actualidad, creyendo que eso
era la vida. No se divorciaban para no generar “complejos” a sus hijos. Siempre
los han complacido y siguen tratando de complacerlos, (siendo estos mayores de
30 años) y si ell@s les piden dinero, la televisión, trastes o cualquier cosa,
ellas deciden dárselas, pues temen que se enojen y dejen de verlas, aunque saben
que solo las visitan cuando las necesitan.
Conocieron lo que es depender de otra persona y eso las degradaba como personas, dicen que “les
robaban la voluntad”, “no las dejaban ser”, pero al quedar viudas o bien separarse emocionalmente del marido, que
aunque vivan con él, ya cada quien hace su vida. Llegaron a darse cuenta que hicieron
grandes cosas “solas”.
Ante este panorama,
no se nos cruza en el camino la idea de que tarde o temprano llegaremos a necesitar de alguien, pues el ser humano
tiene muchas vulnerabilidades y en cualquier momento de la vida pueden presentarse
enfermedades, accidentes o simplemente quedar desempleados y requeriremos que
alguien nos apoye emocional y
económicamente. Tanto los padres como los hijos pueden caer en momentos
difíciles.
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