Hace tiempo
vi una película europea en la cual a una mujer de la tercera edad le regalaron
un par de aretes que decide ponérselos para su siguiente encuentro con sus
amigas. Hasta ahí no tendría nada de extraño, pero lo curioso fue que empezó a
recibir críticas por parte de sus amigas porque sus aretes eran largos. Ellas
le hicieron notar que las mujeres de su edad deberían de usar unos broqueles. A
partir de ese momento, solo los contemplaba tristemente en la soledad de su
habitación.
Varias
mujeres de la tercera edad son motivo de burlas hasta por parte de sus propios
hijos, tan solo porque han decidido verse bien. Les dicen que ya no están para
lucirse delante de la gente, que hacen el ridículo, que ya están viejas y feas
o simplemente que ya no están para buscar marido. También las empiezan a
limitar en sus acciones, como el no dejarlas salir, las critican si tienen
alguna actividad física o recreativa, esto se amplifica si han sufrido algún
accidente, en su lugar quisieran verlas sentadas frente al televisor y tejiendo
prendas para la familia.
Tal pareciera
que la gente de la tercera edad ya no tuviera derecho de arreglarse para verse
bien o que cierto sector de la
población, incluyendo a algunos profesionistas de la salud suponen que llegar
la tercera edad es sinónimo de declive en todos los sentidos y que por ello
deben permanecer encerrados en casa. Mucha gente cree que tienen más accidentes
que cualquier infante, pero en realidad tienden a ser más cuidadosos.
Cuando los
empiezan a limitar, ellos y ellas sienten que les están dando poca importancia.
Se sienten personas inútiles y torpes, y poco a poco van suponiendo que sus
hijos tienen razón, sintiéndose cada día peor.
Esto trae a
mi memoria a Rita Levi-Montalcini, neuróloga y premio nobel de medicina en
1986. A casi sus 100 años de vida seguía trabajando en su pasión que es la
investigación y para dar becas a niñas africanas. Ella dice que las personas al
jubilarse abandonan y matan a su cerebro, que el cuerpo se arruga pero el
cerebro debe mantenerse ilusionado, activo y tener pasiones; no hay diferencias
entre los hombres y la mujeres en las áreas cognitivas cerebrales de ambos
sexos.
En un
estudio que se hizo a mujeres y hombres alrededor de los cien años se menciona que
es importante hacer ejercicio, seguir manteniéndose activas y aprender cosas
nuevas. Contar con un grupo de amistades. Tratar de ser útiles para otros,
tener una ocupación, una pasión, estrechar las relaciones con la familia. Ser
positivos y alejarse de las personas que las hagan sentir mal. Dejar de auto-llamarse viejo y considerarse
enfermo o bien de menospreciarse, diciéndose inútil. Aceptar los cambios y
sentirse orgullosos de permanecer en este mundo con nuevas ideas.
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