lunes, 4 de julio de 2016

COMO APRENDEMOS A COMPORTARNOS

El hombre,  al momento de nacer comienza a aprender las tareas (valores) que existen en el mundo donde le toco vivir a partir de su propio cuerpo.  Toda  sociedad crea reglas y valores que le permiten regular el comportamiento de cada persona para garantizar la subsistencia individual y las va transmitiendo en sus prácticas de crianza. De este modo, desde nuestra forma de caminar, de comer,  hasta nuestros valores, sentimientos, conceptos sociales, la apreciación de las cosas o los juicios de valor de cada uno de nosotros, no es algo que  descubrimos personalmente, antes bien, que corresponden al grupo social al que pertenecemos.
Este grupo social dicta las reglas morales que enuncian lo que “debe ser” y cada uno las interioriza y actúa  de acuerdo con ellas, hasta el punto que en ausencia de otros, procedemos de igual modo. Muchas de esas reglas son importantes para la integración y el poder convivir con otros en armonía.
Durante la vida cotidiana, cuando somos niños aprendemos  valores los cuales en la etapa adulta nos servirán para convivir con las demás personas. ¿Cómo les enseñamos a nuestros hijos estos valores?, pues cuando un hijo rompe algo y se le pregunta quien lo hizo. El menor por temor a ser castigado puede contestar con un “no sé”. Evidentemente no se le cree, y viene el castigo.  Pero si insistiéramos en que  podría evitar la sanción por decir la verdad (promovemos su honestidad) y lo apoyamos para que repare su daño, por ejemplo, que con sus domingos compre lo que rompió y así fomentamos la responsabilidad. Muchas veces el niño se limita a comportarse bien, solo por evitar el escarmiento y no por tener una razón del porque debe serlo. El que los hijos participen en las labores de  limpieza de la casa se les enseña  a ser cooperativo, a la vez que aprende actividades para su independencia.
El niño con los juegos en grupo aprende a ser tolerante, a descubrir que hay reglas. Cuando el hijo no quiere prestar un juguete y le decimos que no sea egoísta, pero le sugerimos  al otro niño  que cuide el artefacto, pues no le pertenece y debe de cuidarlo. Son a través del juego y en las actividades de la vida diaria donde aprendemos cómo comportarnos.
Por lo cual, la formación de hábitos correctos establece una importante senda para el cumplimiento de las primeras normas morales que la sociedad le plantea al niño. Las buenas prácticas higiénicas, de autocuidado, respeto y organización son una premisa importante en la formación de las cualidades morales de la personalidad. Por ejemplo, la cualidad de ser organizado; se desarrolla cuando al niño se le exigen comportamientos concretos, orientados al orden de sus cosas: al niño debe exigírsele arreglar su cama, doblar su ropa, recoger sus juguetes, pero convenciéndolo que es bueno para la casa y para su propio bienestar.

En  actividades cotidianas les trasmitimos valores como; el  respeto hacia las personas en razón de reconocer sus cualidades, así como el respeto por uno mismo, el acto de ser justo y / o equitativo. La responsabilidad, asumir las consecuencias de los actos que uno ejecuta sin que nadie lo obligue o bien, de realizar satisfactoriamente o completar una tarea (asignado por alguien, o creado por la propia promesa) que hay que cumplir. También el valor de la humildad, ser modesto y respetuoso. La reciprocidad y  el agradecimiento,  el reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o se va a recibir. Crearles un sentimiento de seguridad en sí mismo; así como también colaborar de manera circunstancial en la causa de otros.  Y lo más importante actuar en  conformidad o en concordancia con lo que se dice con lo que se siente, se piensa o se hace. 

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