Algo muy común en las
sociedades machistas, y que hacemos sin ser consciente de ello, es descalificar
los actos de los otros y que la mayoría de las veces tiene que ver con el
comportamiento de las mujeres.
Si algún conductor maneja mal, inmediatamente se piensa “de
seguro es mujer”. Sin embargo, las estadísticas dicen que un alto porcentaje de
accidentes automovilísticos son provocados por hombres (1) . Cuando se trata de
labores domésticas, la mayoría de los hombres se niegan a hacerlas pues se
supone que son prestezas que les corresponden a ellas, y suelen hacerlas
parecer como actividades denigrantes.
Para algunos tipos de trabajos, que bajo la lupa de nuestra
sociedad se consideran “masculinos”, se da por entendido que la mujer no tiene
idea de cómo se hacen las cosas, no fueran labores domésticas pues se asegura que ellas saben perfectamente cómo
se realizan, desde sacar todo tipo de
manchas en la ropa hasta preparar el platillo más sofisticado, como si
esas actividades fueran inherentes a
ellas, incluso en los comerciales, cuando se trata de la venta de artículos de
limpieza, siempre hay una mujer que los recomienda, como si los hombres
solteros nunca hicieran el aseo de la casa o lavaran ropa. Sin embargo, en algunas sociedades lo que nosotros suponemos actividades femeninas son
practicadas por hombres.
En fin, tanto hombres
como mujeres tienden a desconfiar y descalificar las conductas de las mujeres,
un ejemplo de ello, es que muchas veces
las mujeres prefieren ser atendidas por médicos varones que por mujeres, pues
justifican que un hombre está mejor
preparado.
Sin embargo el hecho de descalificar las acciones de otros
incumbe a ambos sexos. Descalificamos a otros en alguna tarea, cuando ni uno
mismo es capaz de realizar dicha
actividad; por ejemplo, estacionar un
carro, es criticado, cuando el que lo critica
ni siquiera sabe conducir, pero
la finalidad es hacer sentir mal al
conductor. O bien, no dejar que otros tomen sus decisiones, como por ejemplo,
cuando una mujer va a comprar algo y su pareja no se lo permite con cualquier
argumento que implique hacerla sentir menos. Sencillamente guardando silencio,
como si lo que dijo no tuviese importancia. Esto nos hace sentir que no
podremos hacer las cosas bien, que somos torpes o que son tan difíciles que
nunca las podremos hacer, declinando con ello nuestra autoestima. Nos crean inseguridades y miedos.
A final de cuentas, lo principal de estos eventos es hacer
sentir al otro que vale menos o que es un torpe. El mensaje es “ yo soy superior a ti”. Si durante mucho tiempo nos dan esos mensajes
terminamos por creer que no somos capaces de realizar cierto tipo de
actividades y suponemos que la otra persona es mejor que uno, cuando en
realidad, algunos hemos desarrollado
ciertas habilidades diferentes a otras personas.
(1)
http://diario.latercera.com/2011/10/01/01/contenido/pais/31-85388-9-estudio-muestra-que-el-74--de-los-accidentes-de-transito-es-protagonizado-por.shtml
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