lunes, 27 de febrero de 2017

Yo lo cuido, pero a mi ¿quién?

Cuando tenemos un enfermo en casa, suele ser muy desgastante para la persona quien lo cuida, sobre todo si es una enfermedad degenerativa.  A partir de ese instante se debe de tomar en cuenta que habrá un cambio de estilo de vida en la familia, en especial del que lo va a cuidar, ya que generalmente le dejan la responsabilidad a uno solo y en la mayoría de los casos es a una mujer. Y muchas de las veces
Desde ese momento y sin darse cuenta, se empieza a renunciar a una vida social, y poco a poco irá perdiendo su individualidad. La persona a cargo sufre un fuerte desgaste, que pasa desapercibido para quienes están a su alrededor. Observa en sí mismo de alteraciones físicas, psicológicas y sociales, que le generan el estar al pendiente de una persona enferma. Así mismo se deprime al ver como se deteriora cada día tanto físicamente como en su salud mental y también por no ser reconocido por el grupo familiar.  Se crea una dependencia entre el paciente y el cuidador que cuando este no puede atenderlo, el otro suele no cooperar cuando otra persona se hace cargo de él. O bien el cuidador supone que nadie más sabrá atenderlo como él lo hace. Es tanto el entendimiento entre ellos,  que uno sabe lo que necesita el otro. Nuestro personaje en cuestión se preocupa tanto por el enfermo que no se cuida a sí mismo, no se otorga  tiempo suficiente para sus  tareas domésticas, para divertirse, visitar amigos y tener su  apoyo emocional. Sin embargo, dependiendo de la duración  de la enfermedad  se va aprendiendo a buscar un término medio, para darse espacios para sí. No obstante, siempre llegara un momento en que sus cuidados sean insuficientes y se requiera de algún servicio especializado.
A veces los médicos o especialistas al dar información sobre el estado del paciente,  sentencian que ya no hay nada que hacer, y  eso limita a quienes  padecen la situación generándoles más angustia, tensiones y rechazo. Los enfrentan a una desesperanza, cuando de alguna manera se puede hacer algo a nivel familiar.
Muchas veces los familiares se sienten culpables por no haber puesto más atención a su paciente y haber actuado a tiempo, pero a pesar de todo, a veces no se da con el procedimiento indicado, o bien, los familiares ni tenían idea de lo que estaba sucediendo. A veces suponen que no fueron unos buenos hijos si no tomaron las decisiones correctas en cuanto a cuidado y tratamiento.
Por ello es importante que la familia trabaje en conjunto con el paciente para que le puedan dar un respiro al cuidador. La familia debe centrarse en lo mejor para el individuo que requiere cuidados y repartirse tareas,  integrando a todos los miembros de la familia, niños adolescentes y adultos para aprender los cuidados, con la idea de que  para cuando se dé el caso poder atender a otro familiar. La mayor de las veces los familiares no se quieren comprometer en los cuidados del enfermo, pues tienen miedo de “no saber cómo cuidar”, de igual forma, no ayudara en el cambio de pañales, pero bien puede hacerse cargo de otras actividades, como comprar medicamentos, la despensa, lavar la ropa, etcétera, a veces suponen que con apoyar económicamente están haciendo su parte, pero no solo es la ayuda económica la que importa, el paciente necesita de los apapachos del resto de la familia. Además es una forma de trasmitir y  sensibilizar a toda la familia para cuando otro miembro o uno mismo lo requiera.
Es posible que al principio se experimente negación, incluso odio a la vida, pero poco apoco el cuidador va aceptando la situación, comprende su situación, aunque habrá momentos en que sienta que su paciencia se agota. Entre más largo se hace el periodo de la enfermedad, eventualmente se piensa en la muerte como una mejor opción.
Posiblemente será necesario acudir con un psicólogo o tanatólogo, pues aunque pudiese sonar fuerte, cuando el paciente está en proceso terminal, tanto el que recibe los cuidados como el que los proporciona, requieren un apoyo profesional,  no es fácil tomar  esta decisión, porque el desear la muerte  se puede percibir como algo negativo.
Si en algún momento los familiares  llegan a pensarlo, es por ver el sufrimiento de su paciente,  pues ya no hay una posibilidad de cura, pero en cambio se le pueden brindar los cuidados paliativos que permitan que el paciente viva con dignidad sus últimos momentos y que los aproveche tanto como pueda, al lado de los suyos con el menor dolor posible. Además, brinda a los familiares la oportunidad de consolarlo y apoyarlo durante el tiempo restante.

En esos momentos se piensa que es un largo periodo y que la vida se nos va, pero todo pasa y cuando suceda les quedara el grato recuerdo de haber estado ahí y haberlo hecho. De sentirse satisfechos de saber que se dio todo el amor, toda la comprensión que humanamente que se pudo dar, esto es algo que con el tiempo retribuye a ellos mismos, y puedan decir que hicieron lo que estuvo en sus manos.

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