miércoles, 27 de abril de 2016

Cuidado de los ancianos y de los enfermos


Esas situaciones han existido desde hace mucho, tanto que los sesgos y estereotipos de género nos parecen ya casi cosa natural, es decir que las mujeres asuman el rol de cuidadora de niños, enfermos, discapacitados y adultos mayores, como si estuvieran genéticamente destinadas para ello y en consecuencia que los hombres no debieran participar, más al contrario, en su momento los hombres se hacen merecedores de recibir todo tipo de cuidados, como si ellos mismos no pudieran desarrollar conductas compasivas o por lo menos empáticas con sus más cercanos, al mismo tiempo, muchos de ellos se volvieron totalmente inútiles y dependientes por no saber resolver sus más básicas necesidades y cuidados, incluyendo los que tienen que ver con mantener una buena salud, como son alimentación, limpieza, ministración de medicamentos, etc.
No obstante, las nuevas realidades nos obligan a replantear cómo se llevan a cabo estas conductas altruistas y de autocuidado de la salud, queramos o no, nuestra formación y nuestros dogmas nos lo permita o no, a riesgo de vernos rebasados por situaciones que no podamos manejar o que bien podamos manejar mejor y con menos penalidades, desgaste, injusticias y pleitos familiares si asumimos conductas más solidarias y racionales.
La población está envejeciendo y con el aumento de la esperanza de vida también se incrementa la probabilidad de desarrollar padecimientos crónico degenerativos, como la diabetes y la hipertensión, las cuales sin embargo también afectan a la población infantil, pero si bien en el caso de los niños el cuidado es un asunto relativamente resuelto, en el caso de los adultos mayores además de suceder las dinámicas familiares y de género que ya mencionamos estas se agravan porque en ellos los padecimientos adquieren una evolución incierta y se multiplica el riesgo de sus complicaciones.
A ello se debe sumar la creciente saturación e incompetencia del sistema de salud, público y muchas veces también el privado, asimismo las tendencias clínicas recientes que subrayan la importancia de los procedimientos médicos ambulatorios y el auto cuidado a cargo de los pacientes y de sus propios núcleos familiares, todo ello con el fin de aliviar la sobrecarga de los hospitales, donde además los adultos mayores se exponen a contraer infecciones llamadas nosocomiales y sufrir aislamiento, malos tratos y abandono, entre otros.
Es muy sabido que los adultos mayores imploran “déjame morir en mi casa, no me lleves al hospital”. Aun en países desarrollados, donde existen unidades médicas especializadas en cuidados paliativos o últimos cuidados que apoyan a los núcleos familiares cuando se tiene un paciente crónico o terminal, es decir que aquel al que hay que asistir en las secuelas de sus crisis de salud, o bien que ya no se va a curar, la mayoría de los adultos mayores siguen pidiendo eso. Si nos ponemos a pensar quisiéramos pasar nuestros últimos días en donde tenemos nuestros afectos, trato cálido, nuestros libros, nuestra música, todo aquello que forma parte de nuestro propio universo sicosocial, lo que nos da identidad y un lugar en el mundo, así se llega a expresar y no es raro que ello reconforte un poco.
Ahora bien, ¿Qué implica hacerse cargo de un paciente adulto mayor en casa?, bueno aparte de lo obvio que resulta acondicionar, garantizar su adecuada alimentación, aprender a bañarlos, darles o vigilar que tomen sus medicamentos, tomarles la presión y la temperatura, aprender a hacer la diálisis si es un paciente de insuficiencia renal, limpiar su cuarto, valorar sus síntomas, acudir con ellos a sus citas médicas de forma oportuna, etc.
Pues, empezar por el principio, reconocerse a sí mismo y hacer visible al cuidador que se va a encargar de esas tareas, remarcar su papel social y familiar, ser sensible respecto de sus necesidades a partir del rol que decidió asumir, reforzar su decisión con apoyo por lo menos moral, facilitarle la vida pues para que lleve a cabo esa responsabilidad, y si se puede compensar y premiar ese mérito.
Socialmente no está reconocido ese rol, mejor se le da mérito a los futbolistas, artistas, políticos, a los que comparten cosas chistosas o visitas a lugares exóticos y restoranes en el WhatsApp y en el Facebook, por lo mismo cuando el cuidador se tiene que excusar en el trabajo o en sus relaciones sociales por tener que entregarse al cuidado de un paciente, pues no se le entiende, no se le apoya, no se le da permiso, no se le toma en cuenta para que pueda programar su participación en eventos sociales o familiares, se le dice “pues eso te tocó y resuélvelo tu” o de plano se considera que eso no es “cool”.
En consecuencia es importante fomentar la conformación de redes de apoyo, en las que si bien sus miembros no participen activamente, por lo menos si se vuelvan sensibles, “todos vamos para allá” se suele decir, pero en realidad no se toma conciencia para prepararnos a cuidar de nuestros adultos mayores y a nosotros mismos cuando nos toqué esa realidad, a veces hasta ahí llega la “buenaondez” de nuestros amigos, familiares y vecinos, casi a nadie le llama la atención “cuidar a un anciano” ni se quiere enterar de qué se trata, ni siquiera para aprender de ello y usar dicho conocimiento a su favor cuando lo necesiten con sus adultos mayores o consigo mismos.
Otro paso igual de importante es hacer que la figura del cuidador sea neutral al género, si, no importa que seas hombre o mujer, y entonces hay que visibilizar esta parte de la vida privada y cómo se reparten los costos tanto en tiempo, esfuerzo y dinero. No hay de otra, por igual se debe participar en estos cuidados, y si no se sabe cómo pues se debe tener disposición para aprender, no se puede anteponer esa limitación de antemano, sobre todo porque no tiene una base real, está en nuestro imaginario colectivo e individual, en ello hay que pensar que además de ser un deber moral es algo que nos conviene a todos, si aprendemos a que todos dependemos de todos pues tarde que temprano se nos regresará algo del sacrificio que hagamos, por lo menos tendremos la solvencia para pedir ayuda cuando la necesitemos y que se nos ubique como alguien merecedor de ser ayudado, y se pueden sumar apoyos cuando se tiene un antecedente de cooperación y solidaridad cuando hubo un objetivo común, en este caso cuidar al padre o la madre, eso no se paga con ningún dinero ni se compra en la tienda de la esquina ni se improvisa de un día para otro.
Como seres humanos podemos actuar por convicción y hasta por imitación y para ello no es impedimento que seamos hombres o mujeres. Como se verá a continuación, sólo de una forma compartida se puede sobrellevar la carga que representa en tiempo y recursos el cuidado de un paciente adulto mayor y asumir de forma rotativa o alternada el rol de cuidador, pero bien vale la pena cuando se extiende la sobrevida, incluso en contra de cualquier pronóstico y sin “morir en el intento”. Al final nos liberaremos de la cultura ancestral de las culpas si actuamos acorde a nuestros reales sentimientos y afectos, evitamos que luego nos venga confusión y remordimientos como la señora que afuera de urgencias de un hospital llorosa y desesperada decía “ahora si, ahora si, le voy a dar todo, todo, lo que ella quiera”, refiriéndose a su paciente en estado crítico y probablemente desatendida por los familiares.
Ahora bien, siguiendo las pautas de prevención y control médico de los padecimientos en realidad tampoco es tan difícil el cuidado de los adultos mayores, por eso debemos ir a sus consultas con ellos y entender su situación, esto a fin de reducir las visitas a urgencias y escenarios inesperados, comúnmente se dice “los viejitos se mueren de una caída, de una gripa o de una diarrea”, pues así de fácil, se debe procurar no tener ese tipo de descuidos o percances que agraven el curso natural de los padecimientos pre adquiridos que ya tengan, en el extremo opuesto, se debe evitar la sobre protección y hacer que los adultos mayores se hagan dependientes cuando aún no requieren ayuda para vestirse, bañarse, tomar sus medicinas o bien hipocondriacos o hipersensibles.
Lo anterior nos lleva al tema de la relación cuidador-paciente, tampoco se ha estudiado mucho al respecto, y menos se nos ha educado en ello, por lo mismo, por lo pronto cada quien debe encontrar su camino para compaginar los roles de familiar con los de cuidador, nunca olvidar que el adulto mayor aunque esté bajo nuestro cuidado y es circunstancialmente nuestro “paciente”, no deja de ser nuestra madre o nuestro padre.
Ello es difícil, ya que por un lado SI se requiere total disciplina para seguir los tratamientos e instrucciones médicos y que en ello no interfiera el posible deterioro cognoscitivo o emocional de los pacientes sobre todo cuando se trata de enfermedades crónicas y degenerativas o que inflijan dolor y malestar generalizado en ellos y minen su fortaleza y entereza al punto de que se conviertan en personas irreconocibles. En este caso se debe aprender a controlar nuestra propias emociones, desde el enojo o la decepción que nos genera una falta de apego por parte del paciente, su mal estado de ánimo o conductas de chantaje o incluso recibir su violencia física, verbal o sicológica.
Pero por otro lado, es importante no tratar de asumir un comportamiento ajeno o frio o incluso de resentimiento por la “mala suerte del paquete que nos tocó”, en realidad no nos convertimos en personal médico o de enfermería y mucho menos a sueldo, seguimos siendo hijos e hijas, y una buena parte de la recuperación y mantener un estado de buena salud depende de que los pacientes se sientan en su hogar, respetados, apreciados, queridos y a veces hasta corregidos en sus conductas cuando así sea necesario. Todo ello según las reglas de nuestra convivencia familiar y que son parte de la propia identidad, en este sentido, algo que ayuda mucho es hacerles saber y entender a los adultos mayores que por estar en el núcleo familiar deben sentirse protegidos, sin embargo que ello también les genera responsabilidad para dejar que todos los otros integrantes se sigan desarrollando y viviendo sus vidas y proyectos y en la medida de lo posible hacerse cargo de sus propias necesidades, físicas y emocionales. La palabra clave siempre será GRACIAS, gracias por lo que ellos aportaron pero también por lo que están recibiendo y recibirán, hasta el fin de sus días, no verlos como personas achacosas, quejumbrosas, sino anteponer siempre las cosas que le han dado sentido a estar juntos.
Claro que no hay escuela para aprender esto, pero también es cierto que conviene más darse cuenta de que algún día surgirán esas situaciones y no tratar de imponer pautas de la noche a la mañana con las fricciones o apatía del caso, hay que iniciar esta reflexión, detectar nuestras fisuras y debilidades tanto en la construcción de nuestras estructuras familiares como personales y pensar cómo las vamos a remediar, y si no tienen remedio pues tomar decisiones y aunque suene radical, buscarse una familia ampliada o hasta adoptiva con quien SI esté dispuesto a ello, formar redes de apoyo, aprender a envejecer y a cuidarnos mutuamente.

En la presentación del artículo se puede poner:
“Alejandro León, colaborador de este artículo, cuidó por diez años, junto con su hermano Francisco, a su madre Edelmira quien sufrió insuficiencia renal, si bien enfrentaron muchas vicisitudes contaron con el apoyo solidario de muchas personas en diferentes momentos y se logró para Edelmira una sobrevida de diez años, cuando el promedio es de tres para este tipo de pacientes. Durante estos años y a la fecha, Alejandro pudo  una gran familia extendida, asimismo Francisco formó su propia familia gracias a lo cual Edelmira realizó el sueño de conocer a su primera nieta.”



CUIDADO DE LOS ENFERMOS Y ANCIANOS 1


Algunas personas de la tercera edad les molesta que las hagan sentir inútiles, aunque ellas empiezan a sentir que hay algunas perdidas de sus capacidades intelectuales y motoras, como la perdida dela visión, la audición o disminuir su fuerza física y que sus articulaciones no son como las de antes pues les es doloroso moverse con rapidez, incluso sentarse, esto las hace sentir avergonzadas y desvalorizadas. Por ejemplo, cuando se llegan a caer, los hijos y los profesionales de la salud, les restringen las salidas por miedo a que puedan tener otra caída y esta ser más grave, si bien es cierto, que esto les pueda suceder, ya que algunas sufren de  osteoporosis, eso no significa que tengan más accidentes que un niño, pues a partir de ahí  tratan de hacer las cosas con más calma para no tener accidentes. Sienten que ya no les toman en cuenta para las decisiones familiares, ni incluso en sus deseos o necesidades.
Les molesta que los médicos les resten importancia a sus malestares, incluso la manera en que son atendidas. Plantean que por ser “viejas” no existe algún remedio que les aminore el dolor, o bien  les piden ir acompañados de un familiar cuando ellas todavía se sienten bien para hacer su vida cotidiana.
Consideran que los ancianos deben ser cuidados por la familia, así como ellas fueron cuidadas por sus padres, piensan que es una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que les dieron de niñas. Y así como adaptaron la casa para cuidar de sus bebés, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora tal vez sea necesario  cambiar la distribución de los muebles para nuestros padres, como poner barras en el cuarto de baño y en la regadera, pues han oído mencionar que a los ancianos les da miedo bañarse y creen que es porque tienen miedo de resbalarse o enfermarse.
Consideran que es injusto que los demás hermanos no quieran cooperar con los cuidados de los padres. Aunque socialmente se considera que es una actividad que le corresponde a las mujeres, pues a veces tienen que cuidar a la suegra. Los hermanos ponen de pretexto que ellos se hacen cargo de su propia familia o que viven muy retirados. En algunos casos, si bien les va, solo aportan dinero, suponen que con eso es suficiente su ayuda. En el peor de los casos, los hijos se aprovechan de los recursos económicos de los padres. También se quejan que las madres prefieran ser cuidadas por sus hijos varones, aun y cuando estos realmente ni se preocupan por ellas. Esto para ellas es un motivo de discusiones y enojos y las hacen sentir devaluadas.

De esta forma, los demás hermanos no ponen en peligro su nivel de bienestar social y así eluden  lidiar con el carácter de los padres, que en algunos casos al estar encerrados o encamados, se  sienten  un estorbo se tornan huraños y hasta groseros.

QUIERO QUE ME OIGAS

Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías, que mas te disgustan, que las aceptes y que no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas hoy, por lo menos hoy, tu puedes contar conmigo sin condiciones.

Jorge Bucay


MI MADRE TENÍA MUCHOS PROBLEMAS.


Había estado adelgazando peligrosamente y estaba deprimiéndose.
Era irritable, gruñona y amargada.
Hasta que un día, de pronto, ella cambió. La situación estaba igual, pero ella era distinta.
"Viejita -dijo mi padre- llevo tres meses buscando trabajo y no he encontrado nada, voy a echarme unas chelas con los amigos."
-Ah, okey.-Contestaba mi madre. -Ya encontrarás.
"Mamá -dijo mi hermano- reprobe todas las materias en la facultad."
-Ah, okey. -Respondió mi madre. -Ya te recuperarás y si no pues repites el semestre. Pero te lo pagas tú.
"Mamá- dijo mi hermana- Choqué el carro."
-Ah, okey. -Suspiró mi madre. -llévalo al taller, busca como pagar y por lo pronto muévete en combi.
"Nuera -llegó diciendo su suegra, que siempre la fustigaba y encaraba-, vengo a pasar unos meses con ustedes."
-Ah, okey. -dijo mi madre. -Acomódese en el sillón y agarre unas cobijas del clóset.
Todos se reunieron preocupados al ver estas "no reacciones" de mi madre. Sospechaban que hubiera ido al médico para que le recetara unas pastillas de Alpinchimadrina de 1000 mgs.
Seguramente estaría ingiriendo una sobredosis.
Propusimos hacer una "intervención" a mi madre para alejarla de cualquier posible adicción que tuviera hacia algún medicamento anti-encabritamiento.
Pero cual fue nuestra sorpresa que, cuando nos reunimos en torno a ella, explicó:
-"Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que cada quien es responsable de su vida. Me tomó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi enojo, mi insomnio y mi estrés, no sólo NO resolvían sus problemas sino que AGRAVABAN los míos.
YO NO SOY RESPONSABLE DE LAS ACCIONES DE LOS DEMÁS, PERO SÍ SOY RESPONSABLE DE LAS REACCIONES QUE EXPRESE ANTE ESO.
Por lo tanto, llegué a la conclusión de que mi deber para conmigo misma es mantener la calma y dejar que cada quien resuelva lo que le corresponde. He tomado cursos de yoga, de meditación, de Milagros, de Desarrollo Humano, de Higiene Mental y de Programación Neurolingüística... y hay un común denominador: QUE YO SÓLO PUEDO TENER INJERENCIA SOBRE MÍ MISMA, USTEDES TIENEN TODOS LOS RECURSOS NECESARIOS PARA RESOLVER SU PROPIA VIDA.
Yo sólo podré darles mi consejo si acaso me lo pidieran y de ustedes depende seguirlo o no. Así que de hoy en adelante, yo dejo de ser el receptáculo de sus responsabilidades, el costal de sus culpas, la lavandera de sus remordimientos, la abogada de sus faltas, la depositaria sus deberes o su llanta de refacción para cumplir sus responsabilidades.
Los declaro a todos adultos independientes y autosuficientes."
Todos se quedaron mudos.
Ese día la familia comenzó a funcionar mejor...

Porque cuando mamá está bien, todos en la casa sabrán lo que les toca hacer...
anonimo

jueves, 14 de abril de 2016

¿TU DEBER ES PROTEGERLO?

Hace un par de años vi un comercial donde un niño pequeño (2 o 3 años) corre por el comedor y pereciera que va a estamparse con la mesa. Suena una alarma y la madre corre a tomarlo entre sus brazos. La leyenda dice tu deber es protegerlo.
Recuerdo que en mi juventud visite a una pareja que tenían un niño de un año aproximadamente, se me hizo curioso percibir que no tenían casi muebles, ni artículos decorativos, los tomacorrientes sellados, y pregunte a que se debía, a lo que respondieron que era para que su bebe no se hiciera daño. Lo queremos dejar libre por todo el departamento, pero que no rompa las cosas.
Más que sobreproteger a su hijo, los padres  deberán enseñar a su hijo el uso de las herramientas, aprender donde debe o no debe tocar. Controlar su conducta. Saber que objetos puede aventar y en qué lugares puede hacerlo. Así a determina edad tendrá que aprender a usar los utensilios punzo cortantes, como el cuchillo y las tijeras. Es a través del contacto con las cosas  que aprenderá a tener un equilibrio y varias capacidades para su integración a la vida escolar, adolescencia y adultez.
Debemos tener en cuenta que nuestros hijos están aprendiendo a realizar las tareas y nosotros como adultos debemos enseñarles cómo realizarlas, lo que haga el niño primero con ayuda de un adulto, podrá hacerlo solo posteriormente. A veces los niños no entienden y uno tiene explicarles y adecuarse a ellos. Si nos bajamos a su nivel podrán entendernos y hacer las cosas mejor. Pero muchas veces para que no nos hagan perder el tiempo preferimos hacerlos y así les resolvemos sus responsabilidades. O en otros casos, los descalificamos con frases: “No te fijas, hazlo con cuidado, eres un tonto, no sabes hacer las cosas, eres un bueno para nada”.
Son en estas actividades donde el menor aprende a valorarse. Sin embargo, bajo nuestros patrones de crianza actuales están más encaminados a exaltar  a los niños por sus realizaciones, mientras que a otros se les crítica y se les rechaza sin reconocerles ningún aspecto positivo, Cuantas veces al día nos fijamos en las cosas erróneas que hacen nuestros hijos, y no en sus cualidades como organizado, persistente, colectivista.
Se debe tener  cuidado en la valoración del niño por parte de los padres, pues la vida cotidiana nos plantea que hay niños que se destacan por encima de otros, mientras que los otros son objeto de crítica y discriminación. Que no debe dar lugar a que unos niños se sientan inferiores y poco capaces, mientras otros se sientan superiores. No es una tarea fácil, pues siempre recurrimos a nuestros antiguos patrones de crianza.
Los juegos en grupo nos permiten aprender esas reglas de convivencia y fomentar en ellos la no discriminación y el cooperativismo.


sábado, 2 de abril de 2016

¿QUIEN PONE LIMITES A LA TERCERA EDAD?

Hace tiempo vi una película europea en la cual a una mujer de la tercera edad le regalaron un par de aretes que decide ponérselos para su siguiente encuentro con sus amigas. Hasta ahí no tendría nada de extraño, pero lo curioso fue que empezó a recibir críticas por parte de sus amigas porque sus aretes eran largos. Ellas le hicieron notar que las mujeres de su edad deberían de usar unos broqueles. A partir de ese momento, solo los contemplaba tristemente en la soledad de su habitación.
Varias mujeres de la tercera edad son motivo de burlas hasta por parte de sus propios hijos, tan solo porque han decidido verse bien. Les dicen que ya no están para lucirse delante de la gente, que hacen el ridículo, que ya están viejas y feas o simplemente que ya no están para buscar marido. También las empiezan a limitar en sus acciones, como el no dejarlas salir, las critican si tienen alguna actividad física o recreativa, esto se amplifica si han sufrido algún accidente, en su lugar quisieran verlas sentadas frente al televisor y tejiendo prendas para la familia.
Tal pareciera que la gente de la tercera edad ya no tuviera derecho de arreglarse para verse bien o  que cierto sector de la población, incluyendo a algunos profesionistas de la salud suponen que llegar la tercera edad es sinónimo de declive en todos los sentidos y que por ello deben permanecer encerrados en casa. Mucha gente cree que tienen más accidentes que cualquier infante, pero en realidad tienden a ser más cuidadosos.
Cuando los empiezan a limitar, ellos y ellas sienten que les están dando poca importancia. Se sienten personas inútiles y torpes, y poco a poco van suponiendo que sus hijos tienen razón, sintiéndose cada día peor.
Esto trae a mi memoria a Rita Levi-Montalcini, neuróloga y premio nobel de medicina en 1986. A casi sus 100 años de vida seguía trabajando en su pasión que es la investigación y para dar becas a niñas africanas. Ella dice que las personas al jubilarse abandonan y matan a su cerebro, que el cuerpo se arruga pero el cerebro debe mantenerse ilusionado, activo y tener pasiones; no hay diferencias entre los hombres y la mujeres en las áreas cognitivas cerebrales de ambos sexos.

En un estudio que se hizo a mujeres y hombres alrededor de los cien años se menciona que es importante hacer ejercicio, seguir manteniéndose activas y aprender cosas nuevas. Contar con un grupo de amistades. Tratar de ser útiles para otros, tener una ocupación, una pasión, estrechar las relaciones con la familia. Ser positivos y alejarse de las personas que las hagan sentir mal.  Dejar de auto-llamarse viejo y considerarse enfermo o bien de menospreciarse, diciéndose inútil. Aceptar los cambios y sentirse orgullosos de permanecer en este mundo con nuevas ideas.

MUJER EN LA EDAD SENIL

Esa etapa de la vida a la que mucha gente quisiera llegar en buen estado de salud y valiéndose por sí misma, pero que no todos tienen la fortuna de lograrlo.
Para algunas mujeres  llegar a la edad senil seria  no dar molestias a los demás, pero en el fondo se tiene miedo de que al final de los años se tenga que depender de los hijos y estos no puedan o quieran hacerse cargo de uno.
A quienes les ha tocado cuidar a personas seniles, llegan a pensar que cuando ellas alcancen a su vejez quieren estar en un asilo para no dar molestias a los hijos. Tienen miedo y comprenden que con la edad se irán perdiendo las capacidades físicas y mentales, a la vez que las enfermedades las coloquen en cama y que tengan que ser cuidadas por algunos de sus hijos. Ellas que a lo largo de la vida descubrieron que desde una edad muy corta estuvieron solas y aprendieron que debían hacer sus tareas por sí mismas. No se explican porque sus hijas o algunas mujeres jóvenes necesiten ayuda para realizar sus actividades como madres para cuidar a sus hijos. Ya que ellas recuerdan que tenían que lidiar con sus hijos, pues sus esposos solo aportaban dinero para la casa y nunca se preocupaban por sus críos. Algunas de ellas, estaban en condiciones semejantes al ser madres solteras. De esta forma, aprendieron a ser madres, ya que no existía ninguna escuela que les hubiese enseñado ese oficio. Mencionan que se daban tiempo para lavar y planchar la ropa e ir al mercado para preparar la comida. Con remedios caseros atendían a sus proles, mientras acudían al médico y para salir a la calle a veces cargando hasta con 4 hijos, (amarrados en la espalda, hablándoles con firmeza que no se soltaran al cruzar las calles). En caso de necesidades extremas, se convirtieron en comerciantes, vendieron garnachas, cervezas, gelatinas o ropa con tal de darles una “mejor vida” a sus pequeños o bien para apoyar al esposo en tener una vivienda propia o en mejores condiciones.
Mujeres que han sufrido discriminación, golpes, humillaciones, algunas fueron sumisas pues la época que les tocó vivir era una forma de subsistir. En realidad no tenían otras opciones como en la actualidad, creyendo que eso era la vida. No se divorciaban para no generar “complejos” a sus hijos. Siempre los han complacido y siguen tratando de complacerlos, (siendo estos mayores de 30 años) y si ell@s les piden dinero, la televisión, trastes o cualquier cosa, ellas deciden dárselas, pues temen que se enojen y dejen de verlas, aunque saben que solo las visitan cuando las necesitan.
Conocieron lo que es depender de otra persona  y eso las degradaba como personas, dicen que “les robaban la voluntad”, “no las dejaban ser”, pero al quedar viudas o  bien separarse emocionalmente del marido, que aunque vivan con él, ya cada quien hace su vida. Llegaron a darse cuenta que hicieron grandes cosas “solas”.

 Ante este panorama, no se nos cruza en el camino la idea de que tarde o  temprano llegaremos  a necesitar de alguien, pues el ser humano tiene muchas vulnerabilidades y en cualquier momento de la vida pueden presentarse enfermedades, accidentes o simplemente quedar desempleados y requeriremos que alguien nos apoye  emocional y económicamente. Tanto los padres como los hijos pueden caer en momentos difíciles. 

¿LO VIEJO NO SIRVE ?

En sociedades primitivas, las personas mayores que sobreviven, son individuos fuertes y su función es la transmisión de conocimientos debido a su experiencia acumulada, en sociedades más complejas, los ancianos tienen mayor jerarquía, por su poder económico, tienen propiedades y son los depositarios de las tradiciones, pero conforme avanza el progreso, los ancianos viven solos en sus propios hogares y a veces reciben ayuda de sus descendientes mientras no pongan en peligro su nivel de bienestar social, a veces se olvidan de ellos y cuando los ancianos no pueden valerse por sí mismos, difícilmente es aceptado por algún miembro de la familia en su hogar.
Con el desarrollo de la industrialización, los valores cambiaron de sentido y quedo fuera de si toda actividad que no fuese utilitaria, consolidando que todo lo útil, práctico y moderno se considerara como lo mejor, lo viejo pasó a segundo término. Ante este marco hemos generado estereotipos sobre la vejez, al concebirla como etapa cargada de achaques físicos, con abundancia de enfermedades y trastornos psicofisiológicos y, desde la perspectiva de la cercanía de la muerte.
Sin embargo, la vejez es la etapa que mayor cantidad de variaciones de personalidades individuales presenta, pues existen tantas maneras de ser viejos como veteranos hay. Es frecuente encontrar personas mayores creativas, activas y bien adaptadas, es decir, integras tanto físicamente como psíquicamente.
La negación de posibilidades en la tercera edad se debe a nuestros mitos y creencias sociales al considerar los años vividos damos por asentado el envejecimiento.
Se piensa que los ancianos deben estar exentos de actividades y responsabilidades. Pero es todo lo contrario: hacer cosas los hace sentirse útiles, y eso los ayuda a vivir. Y es una forma también de salud: la motivación de servir para algo o para alguien es un motor muy grande para seguir adelante. El abuelo que cuida a su nieto también tiene un rol sumamente valioso, se siente útil, está ayudando a su hija, a su hijo…puede ser un medio para transmitir juegos y valores.
Se suele creer que los adultos mayores tienen más accidentes que los niños o los jóvenes, sin embargo, se ha demostrado lo contrario las personas mayores, a pesar de ser más vulnerables debido al deterioro de sus capacidades cognitivas, sensoriales y motoras, también son conscientes de ello y por tanto, evitan situaciones que pueden ser de riego y en algunos casos, quieren comprobar que tan capaces son de hacer las cosas que antes realizaban.
Pueden aprender prácticamente igual que una persona joven si se encuentran motivados en la tarea. Únicamente necesitan más tiempo y mayor número de ensayos.

Se debe tener cuidado con los estereotipos porque tanto éstos como los papeles sociales que se le atribuyen a las personas mayores pues determinan el auto concepto, la autoimagen que la persona mayor tiene de sí misma y las expectativas que las personas en general tienen con respecto a la vejez. Una imagen negativa de la vejez, como la que existe en la actualidad, provoca rechazo pero no sólo de la persona mayor sino de la propia vejez lejana o cercana.