viernes, 4 de marzo de 2016

CUALQUIER MUJER PUDE SUFRIR UNA.

Violación
                                                                     “la que se calla ante la larga fila de mujeres calladas ya no necesita opresor:
                                                                             lo lleva dentro porque ha interiorizado la ley del silencio “ Magda Bogin.
Me contaron una anécdota … Una mujer que cruzaba de Guatemala a Chiapas para trabajar en labores domésticas, de repente faltó a su trabajo por unos días. Al regresar, le preguntaron ¿qué le había pasado?, a lo que ella respondió: “fracasé”. A los pocos meses volvió a faltar y dijo lo mismo, por lo que le cuestionaron ¿a qué se refería con “fracasé”?  Ella contestó que en el camino se topaba con unos soldados y -a su modo dio a entender- que habían abusado sexualmente de ella.
En la sociedad, si alguna mujer es violada, inmediatamente se le culpa y se le juzga con frases como: “la violaron por vestirse así”, “por exhibicionista”, ”por provocadora”, “porque ella se lo buscó”. Es tanta la presión social que muchas mujeres, después de ser violadas -ya sea de niñas o adultas- se sienten culpables, creyendo toda la vida que fue culpa de ellas. Y cómo no se van a sentir de esta manera, si  la sociedad y la familia las asumen a ellas como las provocadoras. Históricamente se ha etiquetado a las mujeres como las tentadoras, las hechiceras que encantan a los hombres para que las seduzcan.
Son ideas machistas que las mismas mujeres asumen y reproducen cotidianamente, no conscientes de ello, pero que se las repiten a otras, sin considerar que cualquier mujer puede ser violada en cualquier momento. Todas son víctimas potenciales, no por ser tullidas, gordas, flacas, jóvenes, viejas, casadas, viudas o solteras estarán libres de ello.
Existe una doble moral en torno a la mujer, por un lado, los empleadores exigen a la mujer trabajadora vestir la ropa ceñida, tacones altos, maquillarse, “excelente presentación”. Podemos ver que en los comerciales utilizan mujeres de buen cuerpo, jóvenes, con ropa que les hace mostrar sus atributos sexuales, en algunos casos semi desnudas, haciendo fantasear a la mayoría de los hombres para  tener una mujer escultural a su lado. La propaganda nos dice que si usas tal producto atraerás al hombre que tú quieres y caerá rendido a tus pies.  Promueven la imagen de mujer débil, pasiva, sumisa y atractiva sexualmente.
Por otro lado, la doble moral que mencionaba, exige a la mujer que se vista recatadamente, que no manifieste públicamente sus deseos sexuales. Que se “dé a desear”, porque es  parte del “encanto femenino”, pero que defienda activamente su “honor”, lo que  para los hombres sería el premio de la virginidad. Tal pareciera que la mujer no tiene derecho a lucir su cuerpo, a usar minifaldas, escotes o ropa ceñida, mientras que a las artistas o  quienes trabajan en los medios masivos de comunicación si se les espera ver despampanantes y provocativas.
Se ha generado la idea de  que muchas mujeres buscan a un hombre agresivo, que las domine, porque suponen que así debe ser un “hombre de verdad”, pero ¿qué tanto tiene que ver con algunas novelas donde perpetúan la fantasía de que a las mujeres les gusta ser violadas, mancilladas?. Podemos ver que la mujer se resiste a quien la ataca, sea novio o desconocido, y de un momento a otro, se derrite de amor por su agresor. Se enamoran del tipo que las cela todo el tiempo y duda de ella a cada paso. El hecho que, tanto hombres como mujeres, puedan tener fantasías sexuales donde pudiera haber un grado de violencia o tener una relación agresiva o intensa, como el clásico beso mordelón, encajar las uñas, producir cierto dolor que pueda ser gozoso para ambos, no significa que desea ser violada. Una cosa  es tener una fantasía erótica  y estar en común acuerdo con su pareja, y otra ser agredida  sin su consentimiento. Una fantasía nunca significa una amenaza real de daño físico o de muerte, pero una violación sí.

Las mujeres que han sufrido de abuso sexual,  es importante que sepan que ésto se puede resolver  en terapia psicológica o con grupos de autoayuda.

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