Muchas mujeres se casan o viven en unión libre, suponiendo
que podrán ser consideradas adultas y poder tomar decisiones; que su vida será
“color de rosa” y así podrá escapar de la autoridad paterna, y en algunos casos para no llegar a
ser una “quedada”. Algunas de ellas, por desconocer el funcionamiento de su
cuerpo quedan embarazadas y asumiendo sin más la maternidad. Regularmente su
primera relación sexual la practican en la mayor de las ignorancias y esperando
por lo menos, mucha ternura de parte de su pareja, que regularmente lo que
busca es sólo el trofeo para presumir a los amigos.
Una vez que ellas
aceptaron su embarazo, tuvieron que enfrentar la descalificación de la pareja o
bien de los posibles suegros que inquisidoramente le preguntan “Estas segura
que, él es el padre “. Cuando generalmente, o fue su primer novio o fue el
primer hombre con quien tuvo su primera relación sexual. A veces han tenido un
noviazgo corto y en contra de sus familiares, que no aprobaban la relación. Así
sin conocer más hombre que el actual esposo pasan de la autoridad paterna a la
conyugal.
Nadie les explico que
el matrimonio acarrea una serie de responsabilidades y como no recibieron
información sobre la sexualidad, no sospechaban que el casarse implicaba tener
relaciones sexuales, las desearan o no. Para algunas, las madres las alertaron,
sobre la infidelidad del marido, pero que a pesar de ello,-según su consejo-, tienen
que “cargar con su cruz”, deben soportar
golpes, humillaciones y maltratos.” El matrimonio es para toda la vida”, eso
les sentenciaron. Así sin conocer más
hombres que con el que se casaron, no tienen punto de comparación, salvo algún
novio anterior, en caso de haber tenido esa oportunidad.
Una de sus grandes preocupaciones es la economía familiar,
siendo la causa principal de las discusiones, cuando el dinero no alcanza para
satisfacer sus necesidades, tales como los gastos para cubrir la escuela, el
transporte o bien enojos con los hijos cuando les piden para la compra de
juguetes o dulces y que ellas no cuentan con el capital para adquirirlos.
Se quejan de que sus maridos no valoran el trabajo doméstico,
no reconocen el tener la casa limpia, el lavado y planchado de la ropa, la
preparación de la comida, el aseo de los hijos, ser enfermeras, costureras,
meseras, educadoras, recamareras etc.
Aunado a esto, no se les toma en cuenta su opinión para las decisiones
familiares. Con el tiempo, las relaciones sexuales se han vuelto monótonas y
cada vez más espaciadas, hasta el punto de preferir no tenerlas.
Para algunas de ellas, “Hasta que la muerte los separe” se realiza su
liberación.
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