jueves, 3 de marzo de 2016

EL DISFRUTE DEL CUERPO

Socialmente se ha considerado al hombre como el poseedor de la capacidad de goce sexual, mientras que se cree que la mujer no tiene este impulso natural tan desarrollado, e incluso, que es nulo.
Este mito está arraigado fuertemente en nuestra sociedad y ha subsistido durante generaciones. Nuestras madres y abuelas consideran que las mujeres deben cuidar su reputación y evitar cualquier manifestación que represente seducción, pues parte del “encanto” y los valores femeninos más preciados radican en mostrarse recatadas y ajenas al placer sensual.
Ésta creencia ha llevado a muchas mujeres a reprimir sus deseos para no ser consideradas como “fáciles”, pues se inculca que de lo contrario la posibilidad de una pareja estable no es factible e incluso muchos hombres lo llegan a pensar así.
Se ha demostrado que las mujeres acumulan la misma tensión sexual que los varones y además las zonas erógenas no solo se limitan a la estimulación del clítoris y la penetración vaginal, sino que disfrutan plenamente de dar y recibir sexo oral, además de otros juegos que son considerados como degenerados por desconocimiento del gran placer que se puede experimentar al compartir con la pareja las “travesuras” que sólo se piensa pueden practicar las mujeres “fáciles”. Muchas mujeres se siguen reprimiendo a sí mismas y no se permiten expresar sus fantasías, y mucho menos practicarlas.
Se sabe que en la prehistoria la mujer gozaba plenamente de la sexualidad sin las limitaciones que ahora tiene, y con el desarrollo de la sociedad, esta capacidad de goce se fue reprimiendo por considerarlo una manifestación tan animal que se le permitió solo al varón complacerse.
Como en esos tiempos no se tenía registros, los historiadores han mencionado que en la prehistoria nuestros antepasados gozaban del sexo en grupo. Han descubierto juguetes sexuales con 28 mil años de antigüedad cerca de Ulm en Alemania, además, se menciona que Cleopatra en una noche practicó felación a cien soldados, y esto para su propia satisfacción, ya que la sensibilidad de la boca no solo se limita al beso oral.
Además, cabe destacar la capacidad de sentir placer de la mujer, que a diferencia del varón puede experimentar múltiples orgasmos durante un encuentro sexual a la vez que su recuperación entre orgasmos es más rápida que en la del varón, esto siempre y cuando no tengan miedo a dejar fluir sus sensaciones.
En el libro del Kama Sutra mencionan que hay tres tipos de hombres y de mujeres: las hay de pasión o deseo carnal débil, mediana e intensa.  A la vez hay tres arquetipos de ambos y que dependen  por el tiempo que se emplea en el acto sexual: los que invierten poco, moderado y los que emplean mucho tiempo.  Apunta que en la copula el hombre cesa por sí mismo tras la eyaculación, quedando satisfecho, lo que no ocurre con la mujer. A este respecto, ponen como objeción que si el hombre dura más, las mujeres lo querrán y lo amaran más. Mientras que si es de corta duración ellas quedan descontentas, pues  ellas siguen experimentando gran placer y requieren de mucho tiempo para calmar su deseo.
Es cuestionable, en las religiones monoteístas, como el islam, que condenaron el placer sensual de la mujer y las posiciones sexuales, incluso en algunos países de Asia, África, Medio Oriente, Europa, Australia e incluso América, practican en la actualidad  un ritual de iniciación a las niñas conocido como la ablación sexual, que consiste desde la mutilación del prepucio del clítoris hasta de los genitales externos femeninos.
Por otro lado, en la cultura occidental, se conjuntaron varios pensamientos religiosos y de orden económico- político para restringir la sexualidad exclusivamente a la reproducción. Tales como el calvinismo, los luteranos, el puritanismo y la santa inquisición, consolidándose en la época victoriana. Más tarde Freud colabora con estos prejuicios de que las mujeres sean inferiores sexualmente. Generando en ellas el sentirse avergonzadas e ineptas, ante la sociedad como degeneradas.
Lamentablemente en la actualidad, a las mujeres que se han empoderado, a pesar que estamos en el siglo XXI son mujeres juzgadas por el mismo género por vivir el sexo con libertad y plenitud. Ser simpatizante del sexo casual sigue siendo blanco de comentarios denigrantes. Algo anda muy mal en aquellas féminas que se toman el derecho de faltar al respeto a las mujeres libres.
En realidad, la mujer es cada vez más consciente de su cuerpo y, se responsabiliza del mismo. Se están rompiendo mitos y ahora ellas están abiertas al goce y se reconocen con la libertad de buscar alternativas de satisfacción, aún a pesar de lo que conlleva socialmente permitirse relaciones eventuales, compañeros sexuales y espacios de encuentro que le den la posibilidad de vivir su sexualidad.
Existen diferentes canales de socialización orientados a tener experiencias placenteras cada vez más difundidos y diversos. Lo más importante de todo es que las mujeres que están superando prejuicios y se permiten ejercer su sexualidad a plenitud, lo logran sin culpa, con curiosidad y reportan cada vez más el incremento de su autoestima gracias a reconocerse capaces de ser autosuficientes, sin los vínculos que la sociedad impone para poderse reconocer plenas.

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