Socialmente se ha considerado al
hombre como el poseedor de la capacidad de goce sexual, mientras que se cree
que la mujer no tiene este impulso natural tan desarrollado, e incluso, que es
nulo.
Este mito está arraigado
fuertemente en nuestra sociedad y ha subsistido durante generaciones. Nuestras
madres y abuelas consideran que las mujeres deben cuidar su reputación y evitar
cualquier manifestación que represente seducción, pues parte del “encanto” y
los valores femeninos más preciados radican en mostrarse recatadas y ajenas al
placer sensual.
Ésta creencia ha llevado a
muchas mujeres a reprimir sus deseos para no ser consideradas como “fáciles”,
pues se inculca que de lo contrario la posibilidad de una pareja estable no es
factible e incluso muchos hombres lo llegan a pensar así.
Se ha demostrado que las
mujeres acumulan la misma tensión sexual que los varones y además las zonas
erógenas no solo se limitan a la estimulación del clítoris y la penetración
vaginal, sino que disfrutan plenamente de dar y recibir sexo oral, además de
otros juegos que son considerados como degenerados por desconocimiento del gran
placer que se puede experimentar al compartir con la pareja las “travesuras”
que sólo se piensa pueden practicar las mujeres “fáciles”. Muchas mujeres se
siguen reprimiendo a sí mismas y no se permiten expresar sus fantasías, y mucho
menos practicarlas.
Se sabe que en la prehistoria
la mujer gozaba plenamente de la sexualidad sin las limitaciones que ahora
tiene, y con el desarrollo de la sociedad, esta capacidad de goce se fue
reprimiendo por considerarlo una manifestación tan animal que se le permitió
solo al varón complacerse.
Como en esos tiempos no se
tenía registros, los historiadores han mencionado que en la prehistoria
nuestros antepasados gozaban del sexo en grupo. Han descubierto juguetes
sexuales con 28 mil años de antigüedad cerca de Ulm en Alemania, además, se
menciona que Cleopatra en una noche practicó felación a cien soldados, y esto
para su propia satisfacción, ya que la sensibilidad de la boca no solo se
limita al beso oral.
Además, cabe destacar la
capacidad de sentir placer de la mujer, que a diferencia del varón puede
experimentar múltiples orgasmos durante un encuentro sexual a la vez que su
recuperación entre orgasmos es más rápida que en la del varón, esto siempre y
cuando no tengan miedo a dejar fluir sus sensaciones.
En el libro del Kama Sutra
mencionan que hay tres tipos de hombres y de mujeres: las hay de pasión o deseo
carnal débil, mediana e intensa. A la
vez hay tres arquetipos de ambos y que dependen por el tiempo que se emplea en el acto sexual:
los que invierten poco, moderado y los que emplean mucho tiempo. Apunta que en la copula el hombre cesa por sí
mismo tras la eyaculación, quedando satisfecho, lo que no ocurre con la mujer.
A este respecto, ponen como objeción que si el hombre dura más, las mujeres lo
querrán y lo amaran más. Mientras que si es de corta duración ellas quedan
descontentas, pues ellas siguen
experimentando gran placer y requieren de mucho tiempo para calmar su deseo.
Es cuestionable, en las
religiones monoteístas, como el islam, que condenaron el placer sensual de la
mujer y las posiciones sexuales, incluso en algunos países de Asia, África,
Medio Oriente, Europa, Australia e incluso América, practican en la
actualidad un ritual de iniciación a las
niñas conocido como la ablación sexual, que consiste desde la mutilación del
prepucio del clítoris hasta de los genitales externos femeninos.
Por otro lado, en la cultura
occidental, se conjuntaron varios pensamientos religiosos y de orden económico-
político para restringir la sexualidad exclusivamente a la reproducción. Tales
como el calvinismo, los luteranos, el puritanismo y la santa inquisición,
consolidándose en la época victoriana. Más tarde Freud colabora con estos prejuicios
de que las mujeres sean inferiores sexualmente. Generando en ellas el sentirse
avergonzadas e ineptas, ante la sociedad como degeneradas.
Lamentablemente en la
actualidad, a las mujeres que se han empoderado, a pesar que estamos en el
siglo XXI son mujeres juzgadas por el mismo género por vivir el sexo con
libertad y plenitud. Ser simpatizante del sexo casual sigue siendo blanco de
comentarios denigrantes. Algo anda muy mal en aquellas féminas que se toman el
derecho de faltar al respeto a las mujeres libres.
En realidad, la mujer es cada
vez más consciente de su cuerpo y, se responsabiliza del mismo. Se están rompiendo
mitos y ahora ellas están abiertas al goce y se reconocen con la libertad de
buscar alternativas de satisfacción, aún a pesar de lo que conlleva socialmente
permitirse relaciones eventuales, compañeros sexuales y espacios de encuentro
que le den la posibilidad de vivir su sexualidad.
Existen diferentes canales de
socialización orientados a tener experiencias placenteras cada vez más
difundidos y diversos. Lo más importante de todo es que las mujeres que están
superando prejuicios y se permiten ejercer su sexualidad a plenitud, lo logran
sin culpa, con curiosidad y reportan cada vez más el incremento de su
autoestima gracias a reconocerse capaces de ser autosuficientes, sin los
vínculos que la sociedad impone para poderse reconocer plenas.
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