Muchos
adultos mayores se quejan diciendo que “todo tiempo pasado fue mejor”, que las nuevas generaciones son muy groseras,
que las jovencitas actuales son menos recatadas que lo que ellas fueron, cada
día se exhiben más.
Ante lo cual les cito las siguientes frases:
1.-Nuestra
juventud gusta del lujo y es maleducada, no hace caso a las autoridades y no
tiene el mayor respeto por los mayores de edad. Nuestros hijos hoy son unos
verdaderos tiranos. No se ponen de pie cuando una persona anciana entra.
Responden a sus padres y son simplemente malos.
2.-Ya no
tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma
mañana el poder. Porque esta juventud es insoportable, desenfrenada y
simplemente horrible.
3.-Nuestro
mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin
del mundo no puede estar muy lejos.
4.- Esta
juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores
y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no
será capaz de mantener nuestra cultura.
5.- ¿A quién
hablaré hoy? Los hermanos son malos. No es posible querer a los amigos de hoy.
¿A quién hablaré hoy? Reina la avaricia. Todos se apropian de los bienes
ajenos. ¿A quién hablaré hoy? El desgraciado se consuela con el desgraciado,
porque el hermano se ha convertido en enemigo. ¿A quién hablaré hoy? No hay en
quien confiar. Y los amigos nos tratan como desconocidos. ¿A quién hablaré hoy?
El pecado, la plaga del país, no tiene fin.
La primera
es cita de Sócrates (470-399 A.C.), la segunda es de Hesíodo 720 A.C., la tercera de un sacerdote
2000 años A.C., la cuarta fue encontrada en una vasija 4000 años en la antigua
Babilonia y la ultima es un poema egipcio del siglo VII A.C.
Podemos
pensar que el problema entre generaciones no es algo nuevo, puesto que desde
tiempos muy remotos se han quejado de lo mal que están los jóvenes.
Y es que ser
joven es sinónimo de transformaciones. La adolescencia es un periodo de cambios
físicos, hormonales, sociales y psicológicos, se trata de un proceso de autoafirmación, que suele
aparecer rodeado de conflictos y resistencias, en los cuales el púber busca
alcanzar su independencia. De la manera en que enfrente este periodo dependerá
su autonomía y parte de su personalidad. Como padres debemos recordar nuestra
adolescencia y nuestra necesidad de ser autónomos, esa búsqueda de diferenciarnos
de nuestros padres. Debemos tener presente como nos hubiese gustado que nuestros
padres nos hubieran tratado, pero sin olvidar nuestra experiencia obtenida.
Seguramente nuestros padres pensaron lo mismo de nuestra juventud.
Ya lo dijo
Salvador Allende “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción”.
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