miércoles, 25 de octubre de 2017

CUANDO NO ME COMUNICO

Desde que nacemos hasta que morimos, siempre estamos comunicándonos, y para ello no necesitamos hablar, utilizamos un lenguaje gestual, nuestras emociones y hasta el silencio es una forma de participar, se dice que “el que calla, otorga”. Y es que todo el cuerpo habla la entonación, las emociones y el entorno.
Cuando hablamos creemos que la otra persona nos está escuchando y además pensamos que está interpretando tal y como nosotros suponemos, sin embargo, el interlocutor, algunas veces no nos está escuchando realmente, tal vez sus pensamientos están en otra situación, puede que esté viendo la tv. o escucho un ruido y se distrajo. Hay momentos en que no estamos poniendo atención y a veces solo escuchamos palabras sueltas y se da una idea totalmente falsa o parcial de lo que sucede, terminando en un “teléfono descompuesto”. Esto a veces nos sucede cuando escuchamos en la radio una parte de la noticia y armamos una historia totalmente distinta.
A veces en nuestro “narcisismo o egocentrismo” creemos que nuestra opinión es la verdad absoluta y no queremos escuchar  las opiniones de otros. ¿Te ha pasado que tus familiares esperan que les adivines lo que piensan? Que suponen que las cosas son tan obvias que deberías de haber pensado por sus necesidades y si no lo haces se enojan.  Y es que a veces damos por hecho las cosas. De este modo, algunas personas no quieren decir lo que les pasa con la idea de no querer molestar, sin embargo, ellos cuentan con una expectativa de querer escuchar algo y si no es lo que ellos esperan, se sienten molestos, lo cual genera un descontrol para quienes los rodean, por lo cual no se puede dar un buen nivel de comunicación.
Suele haber una mala comunicación cuando se dan instrucciones, donde para uno le es fácil pues conoce el lugar o como realizarlo, mientras que para el segundo si lo es y a veces no pregunta, para no parecer estúpido, por pena o simplemente, por temor a ser juzgado.
Algunas personas no aclaran las cosas para crear confusión y generar un beneficio para sí mismas.
¿Conoces a alguien que habla por los codos, pero no escucha a los demás y tampoco deja participar? Si es así, ya habrás comprobado que puede resultar bastante molesto y cansado, además de poco adaptativo. Y no tienen por qué ser malas personas, ni mucho menos, pero ciertamente no deseamos compartir tiempo con ellas. Quizás sean personas que tienen necesidad de ser escuchadas, para ello utilizar expresiones del tipo: “como te decía…”, “disculpa que te interrumpa, quiero comentarte…”, “volviendo al tema…”, “para concretar”. Este tipo de expresiones ayudarán a que tu interlocutor tome conciencia de lo que es para ti importante tratar.
A veces estamos tan predispuestos a querer hablar con alguien que ya imaginamos lo que nos va a decir incluso, al iniciar la conversación insultamos a la persona con la que queremos hablar o lo hacemos en un tono que es molesto, a veces de tipo autoritario. Así mismo, cuando una persona quiere que la escuchemos prejuzgamos a la otra, la criticamos 
Sin duda alguna, un adulto cuenta con más experiencia que un joven o un niño, quizás lo que desean las madres es que no tengan los mismos errores que ellas tuvieron, y por lo cual se quejan que ellos no las escuchan, la pregunta sería ¿quieren que las escuchen o que las obedezcan?, acaso los padres suponen que una de sus funciones principales es que siempre deberán de aconsejar a los hijos.
Nos olvidamos de preguntar ¿Cómo quieres que te escuche? ¿quieres que te de una opinión?  y entender que cuando se da un consejo, no necesariamente se va a seguir, sino que será para tenerlo en cuenta.
 Esto me recuerda lo que Jorge Bucay dice en un texto: “Quiero que me oigas, sin juzgarme. Quiero que opines, sin aconsejarme. Quiero que confíes en mí, sin exigirme. Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mí”.


martes, 29 de agosto de 2017

¿Qué se siente cuando la esposa es independiente? ¿Te hace sentir orgulloso o te genera conflicto en la relación?

Muchos hombres se sienten incómodos e incluso inseguros ante la idea de tener al lado a una mujer “tan independiente” que no solo no necesita de su protección, sino que también puede hacerse cargo de los gastos cotidianos y de los hijos. También hay  a quienes no les gusta que su esposa trabaje fuera de casa, prefieren que se dedique a los niños y a lo doméstico. A veces también les afecta que ella tenga más preparación académica, (aunque ya lo sabían antes de casarse).Pero si la mujer debe trabajar por necesidades económicas, lo aceptan a regañadientes, y bajo ningún concepto aceptarían que ella sea quien gane más, y aunque gracias a esta realidad la economía del hogar fuese más holgada,  se sentirían amenazados en su rol masculino de no ser los principales proveedores del sustento familiar.
Sin embargo, no siempre lo que es un problema para una persona lo es para la otra y en raros casos, la mujer de verdad piensa que no es un inconveniente que él gane menos dinero o tenga menor preparación escolar. Pero como nunca he tratado de generalizar, también podemos ver el lado opuesto, donde a algunas mujeres si les hace ruido, el constante bombardeo ya sea familiar o social en las que ellas deben ser las “mantenidas”, no el hombre, eso las hace sentir que están manteniendo a un “holgazán”, aun y cuando él sea el “amo de casa”.
Clara Coria, psicóloga clínica y autora del libro "El dinero en la pareja", sostiene que el dinero sigue teniendo un tinte sexual, "y ese género sexual sigue siendo masculino, aun cuando en las últimas décadas algunas mujeres hayan accedido a la adquisición y posesión del mismo". Pero este conflicto generalmente no queda solamente ahí, sino se suele introducirse bajo las sábanas, ya que en la vida íntima de una pareja, en el deseo y en el logro de placer se expresan las incidencias del poder, es decir, muchas de las veces la competencia entre ambos se deja sentir en la cama.
Porque lamentablemente cuando nos sentimos inferiores, tendemos a buscar la superioridad tratando de herir y menos preciar al compañero y es allí donde comienzan las dificultades y donde uno se perciba  menos, se convierte en un problema de pareja.
En general este, y cualquier tipo de roce dentro de una pareja se puede superar con buena voluntad, confianza, respeto y apoyo mutuo, el camino es un diálogo constructivo, basado en los mismos puntos y que incluya las opiniones y sentimientos de cada miembro de la pareja buscando en todo momento una mayor armonía y comprensión solidificando los lazos de la relación, evitando cualquier tipo de comentarios sarcásticos o fuera de tono, que podrían resquebrajar el entendimiento o a uno de los miembros de la pareja.
Si la pareja  está bien constituida  no tendrá ningún tipo de influencia negativa proveniente de los familiares o amistades que suelen hacer comentarios, siempre y cuando ambos se respeten, se quieran y se admiren.
Indiferentemente de cual sea la situación específica, es un tema que debe ser tratado abiertamente y sin recelos dentro de la pareja, manteniendo el nivel de respeto, y jamás haciendo sentir al otro como  inferior porque tiene mayor preparación  o aporta más dinero.

¿Qué es lo mejor para los miembros de una pareja? Pues hacer todo lo posible para sentirse cómodos en la realidad que les toca vivir, aceptarla, acompañarse, estimular el crecimiento del otro sin limitarlo, y, por sobre todo, hablar de lo que les incomoda. No hay por qué subvalorarse por ser quien menos gana, hay circunstancias que observadas desde otra perspectiva pueden ser altamente ventajosas. Vale la pena tener en cuenta todas las ventajas que esta situación aporta y entender que, en una pareja, el objetivo en común es el mismo, independientemente de quién genere mayores ingresos. En la relación de pareja lo más importante es estar apoyados y sentir que los dos están consolidando un bien familiar.

¿Nos mal interpretan? 0 ¿Falta de comunicación?

¿Te has visto envuelto en un malentendido? ¿Qué haces cuando una persona te malinterpreta?
Cuántas veces has dicho una frase sin pensar o que crees que te estás explicando claramente, y resulta que tus palabras fueron tomadas de una manera que nunca podrías haber imaginado. Peor aún, probablemente, no con la intención que pretendías o de forma negativa, y después quieres explicar y pareciera ser que se empeora la situación.
Los malentendidos son una de las primeras fuentes de tensión y conflicto en las relaciones humanas. Se producen cuando una de las partes involucradas se equivoca interpretando el comportamiento o las palabras de otra. A veces, sencillamente es que no conseguimos comunicar las ideas con la claridad y la precisión deseadas; y también existe la tendencia a malinterpretar ciertos gestos.
Esta mala interpretación tiene que ver con la percepción subjetiva de la otra persona, es decir, como todos tenemos una historia de vida, en la que  posiblemente nos han dañado con algún comentario. Pero, eso no es todo,  también contamos con conceptos que provienen de nuestras creencias, valores, recuerdos, educación, cultura, todo esto hace que, ante un mismo mensaje las personas podamos entender cosas diferentes. Y si eso no fuera poco, también, depende, y mucho, de nuestro estado físico y emocional. Así mismo, cada persona tiene una percepción propia y única, fruto de su fisiología, educación, valores y recuerdos, significa que es imposible saber cómo una persona va a descifrar el mensaje que estamos enviando. Es decir, somos dos personas con historias diferentes y cada una trae su información subjetiva. Somos dos realidades distintas y  para cada uno es verdad lo que vivimos. Ante lo cual, ambos podemos estar correctos, pero también equivocados, podemos estar viendo la misma película, y aun así,  podemos tener versiones distintas.
Después de todo esto, parece sorprendente  que, cuando hablamos, nos lleguemos a entender. Existe una frase que dice “Yo sólo soy responsable de lo que yo digo, no de lo que tú entiendas”. Así que, cuando el malentendido se produce, no puede trasladarse la responsabilidad total del mismo al emisor, por todo lo que hemos explicado.
Se puede estar de acuerdo con esta frase, aunque, sólo en parte, porque quedarse ahí significa que uno se convierte en víctima de los malos entendidos, pero cuando estamos con personas que son significativas en nuestra vida, lo que queremos es comunicarnos y hacernos entender lo mejor posible con ellas.
Efectivamente, cuando me comunico, yo no tengo la culpa que las otras personas tengan una cultura, unas creencias determinadas y que además,  esté en un estado emocional determinado. Sin embargo, hay algo que sí puedo hacer para conseguir hacerme entender. Humberto Maturana lo dice con las siguientes palabras: “Yo soy absolutamente responsable de lo que digo, pero irresponsable de lo que tú escuchas”. Sin embargo es mi responsabilidad cotejar constantemente lo que yo digo con lo que tú escuchas.
Efectivamente, si quiero que mi mensaje llegue a la otra persona, no puedo evitar que el otro individuo entienda una cosa diferente de la que yo haya dicho. Eso no está en mi círculo de responsabilidad o de influencia, pero si está en mi círculo de preocupación. Ahora bien, como es realmente importante para mí que el mensaje llegue a mi interlocutor, sí que está en mi ámbito de responsabilidad e influencia el preguntar por lo que el otro ha entendido.
Ahora bien, si ambos están dispuestos a arreglar ese mal entendido, quizás se tendrá que  mover de nuestra área de confort y ponernos en el lugar del otro, debemos de aprender a escucharlo, pues es importante que las personas se pongan humildemente a platicar y estén dispuestos a entender cómo se sintió la otra persona y como hizo sentirme. Nunca dar por hecho las cosas. Sin embargo, siempre habrá alguna persona con la que se ha tenido algún roce emocional y esta no querrá  escucharnos y sin duda alguna nos sentiremos frustrados por no haber podido aclarar la situación. Debemos entender que algunas veces estas fricciones pueden llegar a tener un arreglo, pero otras no.






lunes, 28 de agosto de 2017

¿AMOS DE CASA?

En la actualidad es más frecuente conocer familias donde los roles tradicionales han cambiado, es decir donde la madre es quien trabaja y el padre es quien se encarga de las labores del hogar.
Hay situaciones en que el esposo no consigue tener trabajo y es ella quien, si lo puede obtener por sus capacidades y porque los patrones están contratando más personal femenino, quizá porque les pagan menos o porque ahora los tipos de empleos también han cambiado. A veces puede ser por algunos lapsos de tiempo durante la vida matrimonial, otras veces suele ser permanente, donde ella termina aportando sumas mayores de dinero que su pareja o bien siendo el principal sostén de la familia. Aunque algunas mujeres se sienten mal, pues regresan a la forma de pensar que ellas deben de ser las “mantenidas”.
Hoy en día más hombres toman el “papel tradicional de la mujer” y se quedan en la casa, pero todavía no es muy común. La mayoría de ellos aún no pueden aceptar la idea de ser los maridos “amos de casa”, sin embargo, hay algunos que preferirían permanecer en la vivienda, porque a decir verdad es una vocación legítima. Y es que socialmente tampoco son bien vistos, ya que al varón que participa activamente en los quehaceres de la casa se les etiqueta como mandilón, como mantenido o “poco hombre”. Lamentablemente, también entre las mismas mujeres esto se hace más grande, por las críticas y agresiones que abundan, como, por ejemplo, la suegra que suele atacar a la nuera acusándola de ser una “fodonga”, o por no haber salido “buena mujercita”.
Cabe señalar que para aquellos hombres que han adoptado estos nuevos roles, no lo perciben como una “ayuda a la esposa”, sino que se reconocen corresponsables y entusiasmados al formar parte integrante de la familia, por ejemplo “si Yo ensucio, debo limpiar”; “disfruto cocinar y lo hago con gusto”, “cuido a los niños porque los quiero y son mis hijos”. Inclusive, la vida doméstica puede llegar a ser muy aburrida y pesada para ambos, pero ello es más llevadero si se comparten y alternan tareas domésticas. Tal vez existan faenas hogareñas que no son agradables de realizar, pero ello no es privativo de los hombres, también las mujeres tienen derecho a externarlo y ser aliviadas de estas tareas ingratas.
Aún más, si entre sus labores familiares, los hombres a la par que las mujeres hacen reparaciones en la casa, cocinan, recogen a los niños de la escuela y cuidan a los adultos mayores, ello posibilita poder convivir más con los hijos, desarrollando una paternidad que anteriormente era como ausente. A la larga esto posibilita un mejor entendimiento entre mujeres y hombres y prácticas más igualitarias.
Lo importante es que el hombre no se sienta disminuido por hacer estas tareas, como, por ejemplo; de hacerse cargo de los niños o de cocinar, ya que además se dice que ellos tienen buena sazón.
A su vez, existen también hombres y mujeres que viven solos y que también tienen que hacerse cargo de su hogar, de lavar, planchar, el aseo, etcétera, o sea estas tareas no son consustanciales al género, o como patéticamente se dice “labores propias de su sexo” o “cuida tu dignidad de varón”.
Ya sea que el padre o la madre se queden en casa, los hijos no encuentran diferencias. Lo importante que los padres les expliquen la situación y sus razones para la inversión de papeles y guarden siempre congruencia al respecto. Es necesario que ellos comprendan que su padre decidió quedarse allí porque era la mejor elección para la familia. Puesto que esto podrá generar descontrol cuando los pequeños acudan a la escuela, por no pertenecer a la “normatividad”. Si una pareja está interesada en la inversión de papeles, recomiendo que lo lleven a la práctica y que hablen mucho de este tema a fin de hacer los ajustes sobre la marcha y, bueno, como cualquier tema que afecte el rumbo de la familia debe merecer mucho cuidado y atención.
De esta forma, el padre tiende a implicarse de otra manera, es decir, con una mayor responsabilidad y compromiso que en el pasado. Las causas de este traspaso de actividades y de roles son muchas y variadas, destacando los nuevos modelos de estructura familiar, la incorporación de la mujer con más fuerza al mercado laboral, factores de evolución cultural, entre otros. Una situación ideal que esto nos lleve a encontrar a más padres que juegan con los niños, se preocupan por su educación y prestan mayor atención a su alimentación y cuidado integral.
En fin, esto redundará en beneficio de los niños y niñas que tengan la oportunidad de crecer en un ambiente con menos segmentación de roles que en el pasado, con una mejor crianza en general y menos carencias afectivas y materiales

miércoles, 9 de agosto de 2017

Te deseo lo suficiente

Hace poco tiempo cuando estaba en el aeropuerto escuché por casualidad a una madre e hija que se estaban despidiendo.
 Cuando anunciaron la partida del vuelo ellas se abrazaron y la madre dijo:
“Te amo y te deseo lo suficiente”.
La hija respondió: “Madre, nuestra vida juntas ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que he necesitado. También te deseo lo suficiente”.
Ellas se saludaron con un beso y la hija partió.
La madre pasó muy cerca de donde yo estaba sentada y noté que ella necesitaba llorar. Traté de no observarla para no invadir su privacidad pero ella se dirigió hacia mí y me preguntó:
“¿Alguna vez se ha despedido de alguien sabiendo que era para siempre?”.
Sí, lo he hecho – respondí. – Perdón por preguntar – contesté -, pero ¿por qué esta despedida es para siempre?
Yo soy una mujer vieja, y ella vive muy lejos de aquí.
 La realidad es que su próximo viaje será para mi funeral.
Cuando se despidió de ella escuché que le dijo
“te deseo lo suficiente”.
¿A qué se refiere?
Comenzó a sonreír.
 Eso es un deseo que hemos transmitido de generación en generación.
 Mis padres solían decirlo.
 Ella hizo una pausa y miró hacia arriba como si tratara de recordarlo en detalle, luego sonrió aún más.
– Cuando decimos “Te deseo lo suficiente”, es que deseamos que la otra persona tenga una vida llena de SÓLO lo suficientemente bueno para vivir.
Entonces, dirigiéndose hacia mí, ella compartió lo siguiente como si lo estuviera recitando de memoria:
“Te deseo que tengas suficiente sol para mantener tu espíritu brillante”,
“Te deseo suficiente lluvia para que aprecies aún más el sol”.
“Te deseo suficiente felicidad para que tu alma esté viva”
 “Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida parezcan más grandes”
 “Te deseo que tengas suficientes ganancias que satisfagan tus necesidades”
 “Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo lo que posees.”
 “Te deseo suficientes bienvenidas para que logres soportar las despedidas”.
Luego ella comenzó a llorar y se alejó.
Se dice que:
 toma un minuto encontrar a una persona especial,
 una hora en apreciarla,
 un día para amarla,

 pero una vida para olvidarla.
                                                                                                                  autor desconocido

jueves, 3 de agosto de 2017

¿Por qué gana más ella que yo?


Es un tema que puede crear situaciones de roce, de fricción y ser causante de malentendidos en la pareja, porque involucra sentimientos profundos, sensaciones de insatisfacción y de frustración así como de minusvalía del uno frente al otro.
Como hemos crecido en sociedades machistas; en las cuales se refuerza el estereotipo que el hombre es el que trabaja, el que mantiene a la mujer y la casa;  por lo tanto debe conseguir más dinero que ella. Esta imagen tiene que ver con el orgullo masculino, con su necesidad de ser respetado y valorado a través de ser quien cubre las necesidades materiales de la casa. La idea fundamental es que el hombre es el proveedor, el no hacerlo implica perder parte de su “hombría”, por lo cual, muchos hombres se sienten incomodos cuando saben que su mujer gana más que él. (o de plano quedarse en casa al cuidado de los hijos).
De esta forma, los hombres que ganan menos que sus parejas se sienten avergonzados, amenazados en su papel histórico de proveedores, piensan que han perdido una de las bases de la masculinidad. Dinero es igual a poder y respeto, esto se lee como auto valía. Cobrar menos que su mujer es faltar como hombres, es ser menos, es valer menos. Los hombres se creen del tamaño de su sueldo, para ellas no. Y aunque los hombres se han creído mejores para manejar el dinero, la mayor de las veces son ellas las mejores  administradoras.
Ellas generalmente invierten en el bienestar del hogar; mientras que ellos quieren comprar estatus: un súper carro, el mejor reloj, teléfono celular, computador. Para ellas, recibir más es poseer libertad e independencia, para ellos es perder su derecho legítimo de controlar, poseer y dominar. Muchas veces, él al sentirse amenazado tiende a descalificar todas las actividades de ella, la agrede verbal o físicamente hasta llegar a la humillación, sugiriendo que tiene coqueteos con el jefe u hombres que supuestamente la favorecen.
Al principio la pareja busca estrategias para esconder esta realidad, no quieren que se enteren los demás, ambos sienten vergüenza y mienten a su familia y a sus amigos acerca de la desproporción de sus ingresos. Sin embargo, obtener menos o más dinero, no es lo que hace a un hombre, es solo una apreciación que hacemos, además que nos encontramos con la posibilidad de que el hombre piensa que su pareja no lo valora lo suficiente, o se siente mal porque el gana menos que ella. Sin embargo, no siempre lo que es un problema para una persona lo es para la otra, en raros casos, la mujer de verdad piensa que es un inconveniente que el perciba menos dinero que ella. Quizás el mayor peso que puede sentir él, es la cuestión social, donde los familiares o amistades lo catalogan como “el mantenido”.
Este tipo de problemas depende del manejo que se le dé dentro de la pareja y de cada uno de los miembros en particular y el ejemplo que se da a los hijos en su casa. Entender que los dos son un equipo y que la pareja es para apoyarse y ayudarse. Comprender que tras siglos de desigualdades, las mujeres han conseguido más equidad incluso en el ingreso. Aunque estando en las mismas condiciones académicas y de competencias, los hombres siguen siendo mejor remunerados. Actualmente, las condiciones han cambiado y hoy son muchas las que ganan mucho más que ellos.

El objetivo en la vinculación de pareja es la felicidad. La mayoría de las parejas se valen del dinero para potenciar y condimentar esa felicidad. Juntos pueden elegir una manera de integrar la economía al amor, creando una administración solidaria en donde cada uno pague según el porcentaje de ingresos y festejen que lo importante no es quién gane el dinero sino cómo se usa para fortalecer el encuentro.

jueves, 20 de julio de 2017

TODOS QUEREMOS SER ESCUCHADOS

En la antigüedad, cuando alguien repetía un nombre dos veces seguidas significaba “te quiero decir algo importante” ponme atención.
En la actualidad, muchas veces, sentimos que no se nos pone la atención debida, cuando estamos hablando con alguien y anda viendo o haciendo algo;  y es que la mayoría de las veces se requiere del lenguaje corporal del otro, como el buscar el contacto ojo a ojo, una palabra, asintiendo, sonriendo o con gestos similares, para tener la certeza que nos están escuchando. Si bien, escuchar es un acto libre, voluntario y consciente, que tiene como propósito comprender e implicarse con el otro y que  no es lo mismo que oír, porque este es un acto involuntario. Se refiere a percibir sonidos, los cuales durante todo el día los estamos oyendo, como las alarmas, el claxon, los ladridos, los motores, etcétera.
Cuando nos sentimos escuchados experimentamos bienestar, y es que es un gozo saberse escuchado con atención y respeto. Todos queremos ser escuchados, sin embargo, el frenético ritmo de vida que llevamos nos dificulta la práctica de la escucha, y no sólo por razones externas, sino también por razones internas. No es fácil escuchar, pues hacerlo conlleva todo un proceso. No basta con saber hablar, hay que también saber escuchar, porque escuchar es ser validados, es un acto de amor, por lo cual es importante aprender a escuchar lo que dice el otro.
Muchas veces cuando alguien nos habla, lo interrumpimos e inmediatamente comenzamos a suponer lo que va a exponer y no permitimos que termine de explicar lo que quiere decir. No hay dialogo cuando queremos que prevalezca nuestra posición frente a la del otro. Muchas veces, escuchamos cuando  estamos tan metidos en nuestro propio ruido interno, (en nuestros pensamientos) y eso evita ponernos en contacto con el otro. Tampoco escuchan cuando no están interesadas en esta interrelación personal, es decir, que  si en una relación no te importa cómo se siente la otra persona, pues no habrá comunicación. Muchas veces armamos una historia que eventualmente no tiene nada que ver con lo que en realidad sucedió.
Se suele decir que la gente, en especial los hijos “no escuchan”, cuando se les dice que hacer, pero aquí cabría la posibilidad de analizar si lo que queremos es que nos escuchen o que nos obedezcan.
Definitivamente después de escuchar, se puede dar una opinión con amabilidad, pero eso no implica necesariamente que se seguirá el consejo. También se puede dar un abrazo o alguna señal que retroalimente la comunicación. A veces el silencio permite reflexionar sobre lo que la otra persona ha dicho, aunque pueda parecer incómodo.
Pero hay veces que ni a nosotros mismos nos escuchamos, lo cual significa que estamos pensando en voz alta, esto nos ayuda a  reflexionar, y es que cuando hablamos con el otro nos reconocemos, nos auto explicarnos, y  al momento de hacerlo nosotros mismo estamos dando una solución.

Platicar, dialogar con otros nos ayuda a humanizar nuestras relaciones y de entender que puede haber diferencias las cuales son comunes y positivas para llegar a un acuerdo.

martes, 20 de junio de 2017

¿a qué edad nos sentimos viejos?

En sociedades como la nuestra donde se exalta la juventud, llegar a los 60 es excluir a las personas de la actividad económica y social, ahora pareciera que la longevidad es sinónimo de decadencia, cuando antiguamente era sabiduría.
 Sin embargo, muchos jóvenes parecen haber sido siempre “viejos” –usando un toque peyorativo- pues se sienten arcaicos, prematuramente envejecidos no sólo en su aspecto físico sino en su estado anímico,  son personas entre los 40 y los 50 años completamente deterioradas que parecen ancianos. Unos gordos poco saludables, otros flacos cadavéricos, mal vestidos y abandonados en su apariencia.
Del otro lado, existen personas mayores de 60 años francamente envidiables, ágiles, en buena forma, elegantes e irradiando energía. Esto no significa que con los años, aún bien llevados no vengan algunas enfermedades y achaques. Es cierto, el cuerpo humano va sufriendo desgastes, llámeles por herencia, otros por circunstancias y accidentes, pero por supuesto que aquellos provocados son los que más pronto afloran, como el cigarro, el exceso de licor, la vida con estrés y la mala alimentación, entre otros.
A veces se critica a los “viejos” por sentirse jóvenes, “ya no están en edad de ponerse esa ropa, de salir a la calle, de bailar, de tener pareja, de, de, de, de,…”.
Y es que el concepto de vejez es tan relativo, afortunadamente, siempre hay seres extraordinarios que nos hacen ver que la vejez  no es sinónimo de decadencia, de vivir con problemas de articulaciones o bien estar  atados a un bastón o  silla de ruedas. Algunos ejemplos de ello está el ciclista francés Robert Marchand de 105 años de edad quien rompió record, demostrando  que a su edad se puede andar en bicicleta. Este hecho me recordó a Rosario Iglesias Rocha, mejor conocida como Doña Chayito, la atleta mexicana de 95 años; el Dr. Charles Eugster, suizo levantador de pesas a sus 93 años y vienen a mi mente los videos de mujeres octogenarias bailando o demostrando su elasticidad, como Tao Porchon-Lynch que a sus 98 años tiene una fuerza increíble y sus movimientos de Yoga lo demuestran, además baila increíblemente bien.
 Esto nos da un ejemplo de que llegar a ser un adulto mayor nada tiene que ver con estar encorvado o achacoso, ni con dolencias de articulaciones  o del uso del bastón o andadera. No existe la vejez, existe la edad interior, la que sentimos.
Es muy frecuente que las ideas que tenemos acerca de los ancianos sean erróneas, esto en parte se debe que reflejan creencias tan caducas y otras contradictorias, muchas de ellas basadas en ciertas concepciones filosóficas.  Eurípides decía “ AHORA QUE HE LLEGADO A LA VEJEZ, ¡COMO LA DETESTO¡”, en cambio Platón, predicaba “REPRESENTA UN GRAN PLACER CONVERSAR CON LAS PERSONAS DE EDAD. ELLAS HAN RECORRIDO EL CAMINO QUE TODOS DEBEMOS SEGUIR Y SABEN DÒNDE ÈSTE ES ÀSPERO Y DIFICIL Y DÒNDE ES LLANO Y FACIL “.
Jean Paul Sartre  dijo alguna vez, “Un viejo nunca se siente viejo. Mi vejez no es entonces algo que de por si me enseñe nada, como si lo hace la actitud de los demás con respecto a mí. La vejez es una realidad mía que no siento pero que otros perciben. Me ven y dicen: “ese viejo”. Y son amables porque pronto moriré: los otros son mi vejez”.
Envejecer puede ser algo hermoso si lo sabemos llevar, partiendo del entendimiento lógico del paso de los años y saber aceptarlo, preparase para ello física y mentalmente, saber llevar los años con dignidad, con optimismo e ilusión, pues no se trata de acumularlos sino de vivirlos. La vida es bella y hay que saberla vivir con acierto y dignidad. Hay tantas cosas que se pueden hacer, siempre y cuando se esté creciendo y aprendiendo, la edad no importa. Cuando las personas se detienen es cuando comienzan a ponerse viejos, el  ser útil nos hace sentir vivos.
La sociedad ve en los ancianos exclusivamente su comportamiento, su capacidad para relacionarse con las personas, con las cosas, pero no ve los afectos que revisten en su conducta. Los afectos es lo más valioso que el ser humano tiene. Podrán cambiar infinidad de situaciones pero al final de la vida lo que queda son los afectos. En los senescentes, los afectos son su riqueza y nadie se los podrá quitar.
Los ancianos  deben ser respetados en sus sentimientos y en sus afectos-El envejecimiento debe ser considerado una etapa de plenitud.                         

¿A qué edad se les debe hablar de sexualidad a los niños?

La sexualidad es el aspecto central del ser humano desde el nacimiento hasta su muerte; esta abarca el sexo, las identidades, los roles de género, los sentimientos, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. La sexualidad se vivencía y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos y creencias, actitudes, valores, conductas prácticas, papeles y relaciones interpersonales. Hablar de sexualidad implica al ser humano integral. Por lo cual, no se puede hablar de una sexualidad única, sino que existen tantas sexualidades como seres humanos en el mundo porque cada uno de nosotros posee una construcción individual de su sexualidad.
De esta forma, desde que nacen los infantes empiezan a recibir una educación sexual, que tiene que ver con el tipo de ropa que se les viste, el tipo de juguetes que reciben y hasta la manera en que se le habla, pero generalmente la pregunta va encaminada a cómo explicarles sobre la diferencia entre hombre y mujer, que son los besos, como nace un bebe, etcétera. Se puede charlar de sexualidad a partir de los 5 años,  pero todo a su nivel y de manera sencilla y directa. Uno de los mejores momentos es cuando ellos preguntan. Así que lo primero que debemos hacer es investigar que quiere saber sobre ese tema, ¿cuál es su idea?, ¿por qué lo cuestiona?, ya que ellos ya tienen formuladas algunas teorías sobre lo que están preguntando.
Cuando les hablamos a nuestros hijos sobre sexo, es importante adaptar la conversación a su edad. Si un pequeño de cinco años pregunta: “¿qué significa dar a luz?” podemos responder: “es cuando un bebé sale de la barriga de la mamá”. Si uno de diez años pregunta lo mismo, nuestra respuesta debe ser más detallada y podría comenzar así: “Después de que un bebé crece durante nueve meses en el útero de la mamá, sale por su vulva…”.
Brindar información adecuada a la edad les facilita a los niños entender que el sexo es una parte natural del ser humano y del desarrollo emocional. También hace que sea más sencillo hablar con ellos acerca de aspectos más complejos de la intimidad sexual a medida que crecen.
Cuando tu hijo esté en la escuela primaria, háblale acerca de los enamoramientos. Escucha cuando esté investigando acerca de los abrazos y besos, a muchos niños los besos les genera vergüenza quizás porque han formulado que después del beso nacerá un bebe.
Si tu hijo te hace preguntas, siempre respóndele con honestidad, no le ocultes la verdad. Si no sabes la respuesta, ambos pueden buscar en un libro o en internet. La honestidad siempre es la mejor política, eso le generará más confianza en ti. Habrá que evitar frases que lo descalifiquen o mitos sociales que lo confunden, por ejemplo: decir “Te lo diré cuando seas un poco mayor” o “La cigüeña trae a los bebes y vienen de Paris”.
 A veces da más pena a los adultos hablar al respecto que a los críos, ya sea, por prejuicios o mala información. Pero es que también están involucradas nuestras creencias sobre la vida, el amor, el noviazgo, el placer, el cuerpo, la masturbación, las relaciones sexuales, la amistad, la maternidad, la paternidad, tu propio yo, etcétera. Realiza un lista de tus creencias y pon una palomita a las que consideres positivas y un tache a las que puedan dañar a la sexualidad de tus hijos.
Esta educación hará la diferencia en ellos, por ejemplo, en algunas sociedades la llegada de la menstruación puede ser motivo de alegría, pensar que ya entra en el mundo de los adultos, poder ser madre, sentirse feliz y agradecida o bien como en nuestra sociedad donde se piensa que es algo horrible y vista como una enfermedad, cuando la madre le dice, “pobrecita ya empezaste con esa friega

En la sexualidad se ven involucrados los pensamientos religiosos, los sociales, la manera en que la sociedad te trata de acuerdo con tu sexo y la forma en cómo aprendiste a pensar, sentir y actuar como hombre o como mujer.  El no transmitir las creencias erróneas a nuestros hijos  ayudara a futuras generaciones a no tener ideas que no les ayuden a crecer.

martes, 23 de mayo de 2017

Los niños tienen derecho a saber la verdad sobre la muerte

.Muchas veces como adultos nos es difícil hablar de la muerte a  los niños, pues suponemos que están muy pequeños para comprender lo que sucede o que van a sufrir si saben que alguien está muy enfermo, con posibilidades de morir o bien que ya falleció.
Sin embargo, es importante que los niños tengan un concepto de muerte que les permita encontrarle un sentido a la vida, esto se da cuando hablamos con los niños acerca de la muerte y de las experiencias que el menor vaya teniendo y su interpretación de las cosas.
En los infantes menores de 5 años, la muerte no tiene no tiene un significado,  es fácil ver cuando los niños juegan, ellos se matan y en cuestión de segundos reviven, pero a partir de ahí,  algunos empiezan a desarrollar su idea de ella y tiene que ver  lo que van  viviendo en su entorno, como el deceso de familiares,  con la naturaleza (mascotas y plantas), incluso algunos de ellos han vivido separaciones dolorosas,  tales como las separaciones de amigos o maestros, con los cambios de escuelas, de cuidad o bien la separación de los padres.
Platicar de la muerte es un tema que involucra a la religión que practicamos, pero también puede ser vista como algo espiritual, puede ser vista como el camino en que cada ser humano descubre su particular y personal forma de entrar en contacto con la “Energía Divina”. El concepto de muerte es diferente de persona a persona, lo más importante es que los hijos aprendan a ver la bondad y la belleza de la vida misma y que se dé cuenta que hay ciclos y nosotros no somos la excepción. Que cada vida tiene un determinado tiempo, distinto para cada quien y hay que ser feliz disfrutando de este maravilloso  mundo.
Es importante que le encuentre un sentido a su existencia, vivir con esperanza y no asustado por lo que le espera en el final de sus días o que piense que lo mejor es morir para disfrutar de las maravillas que habrá después de vida.
Si a tu hijo se le muere su mascota, es un buen momento para platicar de ello, pero no lo ridiculices, como decirle es tan solo un animal, pues se han generado sentimientos hacia ella. que tampoco cabe la idea de comprarle otra, pues esta nunca la sustituirá. Dale tiempo de vivir su perdida y  él decidirá cuando tener una nueva mascota, (no necesariamente tendrá que ser la misma especie que tuvo).
El niño tiene derecho a saber la verdad sobre la muerte, a ponerse triste y expresar sus sentimientos, hacer un pequeño ritual de entierro y despedida, incluso hasta de orar de acuerdo a su religión. Si tiene algún amigo o familiar enfermo, hay que explicarle con palabras sencillas lo que está sucediendo. Llevarlo a visitar a su amigo y permitirles que jueguen, si esto no es posible llamarlo.
Antiguamente la mayoría de las personas morían en casa con los cuidados de toda la familia, esto permitía que los infantes también participaran en ello, podían convivir y jugar con las personas enfermas. Si el enfermo permanece en casa, los niños pueden jugar, hacer pequeñas tareas de ayuda para sentirse que son tomados en cuenta.
 Actualmente, la mayoría de los enfermos son hospitalizados, (con la idea de no generar problemas a la familia) donde los horarios de visita se ven limitados y muchas veces no permiten la entrada a niños en las visitas. Una forma de mantener contacto con estos familiares puede ser que  escriban cartas o hagan dibujos para que ellos puedan expresar su cariño y sus sentimientos.
Como cualquier persona, algunos niños pueden expresar tristeza por el sufrimiento de los otros, rabia contra su ser querido enfermo, porque este no mejora, contra los médicos o contra Dios. Puede sentirse abandonado. También puede negar la posibilidad de muerte, creer que no se va a morir. Incluso, en algunos casos, sentir culpa, al suponer que fue su mala conducta la causante de la enfermedad o muerte. Así  mismo, algunos menores pueden entonces presentar bajas notas escolares, agresividad, mucha tristeza, desordenes en el apetito y sueño, lo mismo que puede exteriorizar un adulto.

Ante todo esto el niño tiene derecho, si así lo quiere, de asistir al velorio, entierro o cremación de sus seres queridos, ya que estos rituales le permitirán cerrar ciclos e iniciar procesos de duelo.  

viernes, 12 de mayo de 2017

¿COMO QUEREMOS MORIR ?

Si puedes curar, cura, si no puedes curar, calma, y si no puedes calmar, consuela. Augusto Morri, Médico italiano.
México es un país donde se convive y se le rinde culto a los muertos, nuestros aztecas pregonaban que nacer es empezar a morir, Nezahualcóyotl anunciaba que la vida del hombre en la tierra es sólo un momento, que somos viajeros momentáneos en la tierra y la seguridad de la muerte es inminente aunque no podamos saber el momento exacto de la nuestra. Sin embargo, a muchas personas no les gusta hablar de la muerte y cuando tenemos un familiar que ya no tiene posibilidades de recuperar la salud muy difícilmente se habla de ello con él, pero siempre se mantiene la esperanza de que de un momento a otro se recupere.
A veces se oculta a nuestros enfermos que tienen una enfermedad terminal, sin embargo, no lo podemos engañar, sabe, siente y ve a donde se le lleva, el mismo va descubriendo que cada día va perdiendo fuerzas, que en lugar de mejorar se siente cada día peor y cuando lo revela, se le dice: “no pienses en eso”. No fácilmente se le plantea si ha pensado en como despedirse, cuáles son sus deseos.
Hay que tener presente que la mayoría de las personas quisieran una muerte “tranquila”, tal vez el sueño de muchos es morir en casa, en cama y sin dolor, no dejar problemas a la familia y estar rodeado de nuestros seres queridos. Algunos otros, en un hospital para no causar problemas a los familiares, aunque se tenga que padecer estar alejados de ellos y tal vez conectados a las maquinas hospitalarias.
Muchas de las veces los familiares sin tomar en consideración al enfermo, lo canalizan al hospital para prolongar la vida, de algo que ya es inminente, a veces los médicos influyen, otras veces por la presión social o el miedo al “qué dirán”, que la demás gente piense que no se quiere al familiar y por lo tanto actúan de esta forma, pareciera ser que se preocupan más por no quedarse solos, que por el sentir del enfermo, ya que muchas veces el aquejado ya no quiere vivir y los familiares no saben cómo actuar.
Sin embargo, el tener una enfermedad terminal puede ser visto desde otro punto de vista, pues a  veces el enfermo tiene un dolor emocional que tienen que ver con los problemas familiares, culpas, pendientes, etcétera. Donde al doliente se le brinda la oportunidad de cerrar, concluir, despedirse y de arreglar todo lo que pueda. Pues  muchas veces cuando un enfermo  está hospitalizado no le da tiempo de comunicar que pendientes tiene, incluso no puede gastar su tiempo con sus seres queridos ya que en los hospitales les restringen el tiempo.
Es un tema muy difícil de tratar, pero que debemos de aprender hablar, comunicar a nuestros seres queridos nuestros últimos deseos, incluso dejarlo por escrito si se desea que una muerte natural o no.

Ante lo cual dejo esta pregunta para reflexionar. ¿Cómo ayudaríamos a una persona a bien morir?

martes, 28 de marzo de 2017

Las lágrimas cada vez brillan más por su ausencia.

Mucha gente supone que el duelo y el luto son sinónimos, pero el duelo es un sentimiento subjetivo provocado por la muerte de un ser querido, transcurre por la mente de las personas y puede estar formado por pena, impotencia, tristeza o culpa. El luto es el conjunto de ritos sociales que ayudan a superar el duelo y son aquellas manifestaciones externas que reflejan la tristeza, como puede ser usar ropa negra, prohibiciones, los rosarios, oraciones e ir a la iglesia. 
Actualmente,  el luto es considerado como una "costumbre obsoleta", arraigado sólo en el medio tradicional y los funerales suelen ser breves, la cremación es cada vez más frecuente y las lágrimas cada vez brillan más por su ausencia.
Desde épocas bíblicas y griegas se ha considerado el llanto excesivo como algo peligroso, tanto para la persona como para la comunidad. Por ser las lágrimas y los gritos la primera manifestación del duelo interno son dolorosas tanto para quien llora como para quien las observa, además se teme que las personas que están a un lado también lloren por ser una emoción altamente contagiosa entre las personas, o, que lleguen a desfallecer. En la antigua Grecia las demostraciones de pena eran desgarradoras, tanto los hombres como las mujeres  podían manifestarse sin ningún límite hasta el punto del desmayo.
Todavía en la Edad Media el llanto era permitido,  entre los caballeros de la mesa redonda, mientras ellos aceptaban su destino como algo natural, en paz y con tranquilidad, sus compañeros podían estallar en lágrimas y protagonizar escenas violentas y llenas de desesperación. Ya a finales de este periodo, se separó a que las mujeres y los hombres siguieran lutos distintos, a ellas se les dio el papel de demostrar su afectividad con el llanto, mientras que a él  solo se le permitía apretar los dientes y guardar el dolor porque socialmente el hombre representa la sobriedad y la dominación de uno mismo. San Agustín promovía que ante un muerto se debería estar alegre, pues si fue un buen cristiano estaría en el reino de los cielos, además queda la esperanza para el día de la resurrección, a pesar de ser una prohibición impuesta, las lágrimas continúan brotando.
La muerte causa una perturbación enorme y duradera en el equilibrio de la persona. Preservar el luto es cumplir con una serie de obligaciones y prohibiciones que desde la antigüedad se ha considerado como una manera de haber demostrado afecto a la persona que se nos fue y de quedar en paz. La duración del luto ha sido diferente en cada religión y cada época. Para los católicos puede estar regida con la misa del año, aunque hay personas que les toma hasta 2 años en aceptar la perdida.
Socialmente se acepta que una persona no llore y la consideramos como entera, incluso se le dice: “debes ser fuerte”, pero cuando hay un duelo hay dolor, sufrimiento y cada pérdida necesita su periodo de transición, guardar las emociones nos hace daño, nos puede volver insensibles o enfermar. Pero cada persona expresara sus emociones o llanto de diferente forma, y esto no significa que no lo sienta. Esto tiene que ver con el tipo de personalidad, la forma de la perdida, la capacidad de recuperación de cada quien, incluso la edad. No se comprende la partida a los 5 años, en la adolescencia, juventud, madurez o a mayor edad. Si fue una larga agonía o una muerte repentina.

Si tienes ganas de llorar, hazlo y no pienses en que haces el ridículo, desahógate para realizar los trámites que tendrás que cumplir.

jueves, 16 de marzo de 2017

Amarse así mismo


Existen personas más sensibles a los dictados sociales o de la moda que se dejan impresionar por ellos. De este modo suponen que si no tienen algún artículo de lujo, ell@s no valen. Incluso, tienden a regalar objetos “lujosos” porque la otra persona se “lo merece” o lo “vale” o los exigen pues es una manera de saber que son importantes para los otr@s. Algunas de estas personas han asimilado que primero se debe pensar en los demás y luego en ell@s, pues la sociedad nos dicta que no debemos ser egoístas y por lo cual  debemos pensar primero en los demás. Generalmente cuando algún familiar se enferma inmediatamente nos preocupamos por él y buscamos todos los remedios posibles, pero cuando uno mismo se enferma dejamos para después la cura, pensamos que al rato va a pasar el malestar o que no es necesario acudir al médico.
Desde niños nos  enseñan a no ser egoístas y darles a otros nuestros objetos, (dulces, ropa, aparatos electrónicos, juguetes, etc.) , pero el compartir no es el problema sino más bien el hecho de dar todo a los otros hasta el punto de anular a la propia persona. Es cuando algún amante dice dar todo por la persona amada y se queja de no recibir nada a cambio.
La religión nos dice ama a tu prójimo como a ti mismo, pero, ¿cómo amar al otro si se hemos aprendido a derogarnos? ¿Cómo amar al otro si no nos amamos a nosotros mismos? .La sociedad nos dice que la “buena educación” es no pensar en uno mismo.
La sociedad, sobre todo los medios de comunicación, a cada instante nos recuerdan que no amemos a nuestro cuerpo. Cuántas veces hemos pensado o dicho que no nos agrada alguna parte de nuestro cuerpo, cómo es: el tipo de nuestro cabello, que si es rizado se desea lacio, que si tenemos demasiado largas o cortas las piernas, que el tipo de ojos, el color de la piel, etc.  No es fácil ponernos a pensar que parte es la que nos gusta de nuestro cuerpo, ya que la televisión  nos bombardea con  anuncios de lo imperfecto que es nuestro cuerpo, ya sea un abdomen abultado, no poseer una dentadura perfecta, y así podemos encontrar miles de ejemplos donde los comerciales nos exigen un cuerpo perfecto que no existe. La industria y la sociedad nos envían constantemente mensajes para avergonzarnos de nuestro cuerpo y tenerlo que disfrazar con algún producto.
Y no es que tengas un excelente cuerpo, tu eres tu cuerpo y el que no te guste alguna parte no significa que no te aceptes a ti mismo como ser humano, puede que ese fragmento de tu cuerpo sea fácil de modificar como el abdomen con dieta y ejercicio, pero aquellas otras que desapruebas y que no pueden ser modificadas, como el color de la piel, pueden ser vistos bajo una óptica diferente. Se puede descubrir las ventajas de nuestro cuerpo, por ejemplo, que beneficios tiene ser alto, ser bajo, ser delgado, tener las manos largas o cortas, podemos encontrar un sinfín de utilidades que tiene nuestro cuerpo.
El amarse implica el amar el propio cuerpo y la posibilidad de disfrutar del mismo. Gozar de ser uno mismo. Si algunas vez has odiado tu cuerpo o has actuado de una forma que no te ha gustado, no lo veas así, piensa que eso te inmoviliza y te perjudica, aprovecha que eso te sirvió de aprendizaje y no los asocies con tu autoestima. ¿Cómo puedes dar amor si no te amas a ti mismo?.


lunes, 13 de marzo de 2017

Como expreso mis emociones a mis hijos.

Hay momentos en que nuestros pequeños nos sacan de nuestras casillas, nos desesperan, nos hacen enojar y hasta se llega a pensar que lo hacen a propósito. Generalmente es mal visto manifestar emociones “negativas” con nuestros hijos, como enojarse, sentir desesperación, gritarles.  A muchos padres les da vergüenza corregir a sus hijos en el momento preciso frente a otras personas por temor a ser criticados.  En cambio, sentir alegría, cariño, protección es aceptable e incluso reforzado por los medios de comunicación, como los comerciales. Se nos impone manejar la imagen de que siempre tenemos que ser generosos, amorosos,  mostrar gratitud y deseo de entrega, de complacer en todo a nuestros críos.
Esto ha generado un sentimiento de culpa alrededor de la educación de los hijos donde jamás se debe de regañar, gritar, incluso ni  dar un pequeño jalón. Cuantos de nosotros no recibimos una fuerte reprimenda de nuestros padres para corregirnos, por diferentes razones, como  haber llegado tarde a casa sin avisar, por haber pegado a alguien o tomado algo que no nos pertenecía. Sin embargo, es importante señalar que el problema no es que nuestros hijos nos hagan enojar, sino como expresamos el enojo, pero ¿cómo podemos expresar nuestro enojo sin llegar a la ira o a la violencia?
Muchas veces sentimos confusión, porque en realidad se está aprendiendo a educar a los hijos, ya que no se asistió a una escuela para padres y ni los hijos vienen con un instructivo  bajo el brazo. ¿Qué palabras o actitudes utilizas para expresar tu enojo? Muchos padres utilizan  la mirada, un grito, un “oye te estoy hablando”, ponerse serios, no dejándolos salir, castigándolos de cualquier otra manera.
 Es de suma importancia no humillar, a veces es mejor, avisar que queda pendiente y hablar al día siguiente, cuando la ira haya disminuido, porque en un momento de cólera podemos humillar, discriminar, amenazar, denigrar y hasta golpear. Hay una gran diferencia entre lo que digo y como lo digo. Una cosa es ser fuerte, recio, manifestar autoridad y otra ser agresivo.
 Conocer nuestras emociones como padres implica que además de sentir alegría, también podemos sentir enojo con nuestros hijos, pero que eso no significa que los dejamos de querer. Actualmente pareciera ser que los padres  esperan la aceptación de los hijos. No los quieren lastimar emocionalmente, debo tener mucho cuidado en lo que digo. Que le hablara muy lindo y no enojarme, querer complacerlos en todo. A veces repetimos la manera en que fuimos educados de niños, pero también queremos hacer lo contrario de como fuimos educados y pasamos a los extremos, donde no les damos responsabilidades ni obligaciones a los hijos. Donde se les da todo, tan solo por ser hijos. Nunca los padres podrán dar todo a sus hijos y esas carencias suelen ser positivas para la vida.

Existe una presión social de que papa y mama deben desempeñarse como “buenos” padres,  en tal caso podría señalar que  en realidad lo que se necesita son padres lo suficientemente buenos, es decir, que sean capaces de dar cabida al desarrollo del verdadero yo del niño, es decir acoger su gesto espontáneo, en el sentido de lo que el niño quiere expresar, e interpretar su necesidad y devolvérsela como gratificación, lo que  importa es que se dé un equilibrio entre una madre suficientemente buena y una "madre banalmente dedicada" al niño.

lunes, 27 de febrero de 2017

Lo que cuenta la gente sobre el sexo, no siempre es verdad.


Cuando se habla de educación sexual inmediatamente se piensa en una enseñanza otorgada fuera de casa, como pudiera ser en una institución escolar.
 Se nos vienen a la mente varias cosas relacionadas, entre ellas: lo que la publicidad nos hace creer, lo que las películas nos ofrecen, los memes de WhatsApp, los albures y hasta  las que están envueltas en cuestiones de ética, moralidad o pecado, o bien, se identifica con técnicas coitales.
 Pero hablar de sexualidad es mencionar al ser humano integral, donde se incluye al ser biológico, ser psicológico y ser social. Este vocablo nos refiere al ser humano sexual que es, que piensa y que convive con otros seres humanos que también son, piensan y conviven. La sexualidad implica desde el tipo de ropa que usamos, los modos de caminar, de mirar, de reír, de actuar, de coexistir con otros, así como la idea que las niñas “deben” usar aretes y los niños prendas de color azul, que los niños practiquen juegos rudos o que las niñas sean “femeninas”.
A veces otorgamos de forma consiente un significado simbólico a esas pautas y lo adoptamos como parte de ver las cosas, incluso nos hace cambiar nuestro comportamiento a través de la educación y la información científica. Sin embargo, es muy común que asumamos las cosas sin reflexionar.
Una buena parte de esto la aprendemos de manera informal, así,  sin reparar le damos un trato diferente a una niña que a un niño. Sin embargo, siempre  estará presente  la forma en que un niño durante su desarrollo vaya reuniendo e identificándose con estos elementos y los adopte como propios, es decir, que el pequeño va incorporando a su ser la vivencia psíquica y emocional de ser hombre o mujer. Pero hay una educación sexual que es la principal fuente de información, pero muchas veces son ideas erróneas, pero que a la vez son más persistentes  y que se dan cotidianamente como son las charlas con la familia o los amigos, la que los medios masivos de comunicación nos transmiten día con día a través de comerciales o películas. En la que todos hemos recibido y aún más, también somos educadores sexuales. Vamos transmitiendo ideas erróneas entre broma y broma o comentarios que hemos escuchado decir a otros, pero no estamos seguros de que sean ciertos.
En algunas otras ocasiones, cuando tenemos dudas con nuestra sexualidad, acudimos, en primera instancia, a los sacerdotes, al médico, al maestro, al psicólogo, a la enfermera, al psiquiatra, ginecólogo, etcétera  y suponemos que ellos nos pueden resolver nuestras dudas pero, también pueden surgir situaciones confusas, discrepancias en juicios valorativos y moralidades prejuiciosas que en lugar de ayudarnos  limitan nuestro desarrollo psicosocial.
Muchas veces suponemos que por ser profesionistas, por tener ciertos estudios, cuentan con información fidedigna, sin embargo, esta puede estar cargada de ideas erróneas, como por ejemplo: “cuando hacen creer que la masturbación es nociva, (que se puede convertir en vicio)”, “que los hombres nunca deben fallar en la cama”, o bien “que todas la mujeres sangran cuando pierden la virginidad”, “que la pareja debe tener orgasmos sincronizados”, etcétera, asumimos esa información como válida aunque este cargada de juicios valorativos.

Ahora con tanta información en librerías, programas de televisión, incluso en internet de fuentes serias e institucionales y que pueden ser consultadas de forma discreta si así lo decidimos, no hay pretexto para  limpiar nuestras telarañas mentales sobre nuestra sexualidad.

EL TEMA DE LA INCLUSION, AUN EN PAÑALES

Antiguamente a la gente especial era considerada como un secreto familiar puesto que  se les mantenía encerrados para ocultarlos ante la sociedad de esa pequeña “imperfección” que dañaba la imagen de la familia admirable. Se había generado tal idea que la familia nuclear, contaría con  la imagen de papa, mama e hijos exclusivamente, y viviendo felices. La llegada de un niño con discapacidad podría ser la vergüenza. Y es que desde los registros que se tienen, los griegos a estos niños los sacrificaban para tener una sociedad de gente perfecta.
En la actualidad,  en los  años cuarenta y cincuenta, donde se generan cambios importantes,  se aborda la idea de cuestionar la supuesta incurabilidad de las discapacidades, se asimila que esta población puede ser educable. De esta manera ya en los años sesentas y setentas, esta influencia de factores sociales y culturales toma más fuerza y los centros docentes tienen la obligación de favorecer el desarrollo de los alumnos con alguna característica “deficitaria”.
Si bien es cierto que el mundo no había volteado a ver a este tipo de población, puesto que habían sido excluidos de las escuelas primarias comunes o bien eran escondidos por los padres, por lo cual había grandes lagunas de conocimientos al respecto, incluso todavía  se vienen arrastrando ideas ancestrales, como suponer que eran gente poseída por demonios, personas sin raciocinio, pues en algunos casos se les consideraba como un peligro para la sociedad o bien, bajo la idea de ser protegidos se les recluía en centros alejados de la población.
A nivel sociedad todo esto nos ha perjudicado enormemente para su inclusión, pues todavía causa asombro ver a alguien con alguna discapacidad, se llega a pensar que no nos entienden, que no podrán hacer sus tareas, que son irresponsables. Sin embargo, ellos día a día se enfrentan a grandes retos en las tareas cotidianas tales como su arreglo personal, transitar por las calles, hacer labores domésticas, practicar algún deporte, en fin, que con un poco de pericia e imaginación suelen realizarlas. Mientras que muchos de nosotros no valoramos nuestra condición,  no apreciamos nuestras fortalezas, pero si nos quejamos de nuestras carencias.
Ninguna familia o madre está preparada para recibir la noticia de tener un hijo con requerimientos especiales, por lo cual no estamos preparados para educar a ese hijo, ni cómo orientar tanto a ellos como a la sociedad, de la misma forma que muchas de las veces no sabemos cómo comportarnos o decirle algo a una persona que esta triste.
 Cuando un bebé nace con una discapacidad, no la entiende como tal, solo llegan a percibirla  cuando a otros les causa curiosidad, lo externan, a veces logrando incomodar a quien la padece. Este asombro muchas veces es para saber que le paso, porque esta así. Y puede ser mal interpretado, en algunas otras, puede llegar a ser motivo de burlas, y suele pasar que tanto los padres como profesores, directores o gente alrededor  no saben que comentar al respecto. Quizás nos topemos con niños con discapacidad que suelan tener un comportamiento no muy socialmente correcto y lleguemos a suponer que todos son iguales, pero esto llega a suceder con cualquier infante, aunque en estos casos puedan justificar que su hijo es especial. Es por ello importante el convivir, acercarnos desde niños y saber más al respecto sobre sus necesidades y sentimientos.
Es importante hacerlos sentir felices y capaces de realizar tanto, como cualquier persona. Como padres animarlos con amor y paciencia, a que sus hijos hagan las cosa por si solos, que usen su creatividad para superar esos retos que día a día enfrentan, porque si realmente se lo proponen podrán hacer maravillas. Porque queramos o no, muchos de nosotros solemos ser incapaces de realizar ciertas tareas. No digamos que no podemos, porque si ellos hacen grandes proezas ¿porque nosotros no podríamos?
Como sociedad todavía nos falta mucho camino por recorrer para la inclusión de personas con diferentes capacidades, pero es un proceso que se dará poco a poco, en cuanto hagamos conciencia y entendamos que en cualquier momento podemos sufrir alguna discapacidad.


Yo lo cuido, pero a mi ¿quién?

Cuando tenemos un enfermo en casa, suele ser muy desgastante para la persona quien lo cuida, sobre todo si es una enfermedad degenerativa.  A partir de ese instante se debe de tomar en cuenta que habrá un cambio de estilo de vida en la familia, en especial del que lo va a cuidar, ya que generalmente le dejan la responsabilidad a uno solo y en la mayoría de los casos es a una mujer. Y muchas de las veces
Desde ese momento y sin darse cuenta, se empieza a renunciar a una vida social, y poco a poco irá perdiendo su individualidad. La persona a cargo sufre un fuerte desgaste, que pasa desapercibido para quienes están a su alrededor. Observa en sí mismo de alteraciones físicas, psicológicas y sociales, que le generan el estar al pendiente de una persona enferma. Así mismo se deprime al ver como se deteriora cada día tanto físicamente como en su salud mental y también por no ser reconocido por el grupo familiar.  Se crea una dependencia entre el paciente y el cuidador que cuando este no puede atenderlo, el otro suele no cooperar cuando otra persona se hace cargo de él. O bien el cuidador supone que nadie más sabrá atenderlo como él lo hace. Es tanto el entendimiento entre ellos,  que uno sabe lo que necesita el otro. Nuestro personaje en cuestión se preocupa tanto por el enfermo que no se cuida a sí mismo, no se otorga  tiempo suficiente para sus  tareas domésticas, para divertirse, visitar amigos y tener su  apoyo emocional. Sin embargo, dependiendo de la duración  de la enfermedad  se va aprendiendo a buscar un término medio, para darse espacios para sí. No obstante, siempre llegara un momento en que sus cuidados sean insuficientes y se requiera de algún servicio especializado.
A veces los médicos o especialistas al dar información sobre el estado del paciente,  sentencian que ya no hay nada que hacer, y  eso limita a quienes  padecen la situación generándoles más angustia, tensiones y rechazo. Los enfrentan a una desesperanza, cuando de alguna manera se puede hacer algo a nivel familiar.
Muchas veces los familiares se sienten culpables por no haber puesto más atención a su paciente y haber actuado a tiempo, pero a pesar de todo, a veces no se da con el procedimiento indicado, o bien, los familiares ni tenían idea de lo que estaba sucediendo. A veces suponen que no fueron unos buenos hijos si no tomaron las decisiones correctas en cuanto a cuidado y tratamiento.
Por ello es importante que la familia trabaje en conjunto con el paciente para que le puedan dar un respiro al cuidador. La familia debe centrarse en lo mejor para el individuo que requiere cuidados y repartirse tareas,  integrando a todos los miembros de la familia, niños adolescentes y adultos para aprender los cuidados, con la idea de que  para cuando se dé el caso poder atender a otro familiar. La mayor de las veces los familiares no se quieren comprometer en los cuidados del enfermo, pues tienen miedo de “no saber cómo cuidar”, de igual forma, no ayudara en el cambio de pañales, pero bien puede hacerse cargo de otras actividades, como comprar medicamentos, la despensa, lavar la ropa, etcétera, a veces suponen que con apoyar económicamente están haciendo su parte, pero no solo es la ayuda económica la que importa, el paciente necesita de los apapachos del resto de la familia. Además es una forma de trasmitir y  sensibilizar a toda la familia para cuando otro miembro o uno mismo lo requiera.
Es posible que al principio se experimente negación, incluso odio a la vida, pero poco apoco el cuidador va aceptando la situación, comprende su situación, aunque habrá momentos en que sienta que su paciencia se agota. Entre más largo se hace el periodo de la enfermedad, eventualmente se piensa en la muerte como una mejor opción.
Posiblemente será necesario acudir con un psicólogo o tanatólogo, pues aunque pudiese sonar fuerte, cuando el paciente está en proceso terminal, tanto el que recibe los cuidados como el que los proporciona, requieren un apoyo profesional,  no es fácil tomar  esta decisión, porque el desear la muerte  se puede percibir como algo negativo.
Si en algún momento los familiares  llegan a pensarlo, es por ver el sufrimiento de su paciente,  pues ya no hay una posibilidad de cura, pero en cambio se le pueden brindar los cuidados paliativos que permitan que el paciente viva con dignidad sus últimos momentos y que los aproveche tanto como pueda, al lado de los suyos con el menor dolor posible. Además, brinda a los familiares la oportunidad de consolarlo y apoyarlo durante el tiempo restante.

En esos momentos se piensa que es un largo periodo y que la vida se nos va, pero todo pasa y cuando suceda les quedara el grato recuerdo de haber estado ahí y haberlo hecho. De sentirse satisfechos de saber que se dio todo el amor, toda la comprensión que humanamente que se pudo dar, esto es algo que con el tiempo retribuye a ellos mismos, y puedan decir que hicieron lo que estuvo en sus manos.

jueves, 2 de febrero de 2017

EL AMOR Y LA DISCAPACIDAD

El amor desde los tiempos antiguos es el tema con mayores interrogantes, sin embargo, es uno de los procesos más intrínsecamente interpersonales y más relevantes para el ser humano, el cual se relaciona con la felicidad, la salud, el bienestar, la calidad de vida y la satisfacción en general. Pero, ¿qué hace sentirte cautivo de una persona? ¿Su similitud?, ¿su personalidad?, ¿sus gustos? o ¿es el amor que ingresa por los ojos? es decir, nos enamoramos de lo que vemos, se trata del amor a primera vista. Socialmente suponemos que se deben de atraer “una mujer bella y hombre guapo”,  lo vemos en películas, programas de televisión, en las revistas incluso la familia y las amistades comentan: tu novio es guapo, tu novia es bonita.
Pero  ¿dónde queda el amor entre las personas con discapacidad? ¿Tienen el mismo derecho de enamorarse? Efectivamente,  tienen las mismas necesidades socio-afectivas y sexuales que cualquier persona.
Existen muchos  casos de novios, parejas, esposos y familias donde uno de ellos tiene alguna discapacidad como ceguera, sordera, paraplejias, amputaciones, etcétera. Este es un mundo donde se puede enamorar o no,  de ser o no correspondido, así como también de  personas capaces de enamorarse sin importarle la discapacidad o lo que diga la sociedad.
Así como  en esta vida hay triunfadores que encontraron el amor y lucharon  en contra del que dirán,  también hay historias donde las personas con discapacidad suponen que no podrán hacer feliz a otra persona, que no podrá  llenar las expectativas y que siempre serán un lastre o no podrán ser la pareja “ideal”, sin considerar lo que piense o sienta la otra persona que si está dispuesta a tener una relación duradera.
Por otro lado, muchos padres de discapacitados tienen miedo de que sus hijos al llegar a la adolescencia se enamoren y sean rechazados por la persona amada, pero en realidad esto sucede con cualquier joven que se emociona con otro ser, sea o no discapacitado. Todos estamos expuestos a no ser atraídos por  la otra persona. De igual modo, suele pasarnos a todos, se llega a enamorar de personas que no corresponden a nuestros sentimientos como puede ser el caso de algún maestro,  amigo o amiga, sin embargo, se puede dar una amistad.
Algunas personas suponen que las personas con discapacidad no pueden llevar una vida normal ni tampoco tener una pareja, o bien que les será más difícil y pueden sufrir por no lograrlo, pero en la vida cotidiana muchos de nosotros también hemos sufrido por el rechazo de la persona amada. Actualmente existen parejas de discapacitados que han encontrado el amor, se han casado y son padres quienes luchan día a día por tener una buena economía y que su vida sea digna de admirarse.              
Parece ser que tanto los profesionales como la sociedad están progresando en posturas más liberales, aceptan y comprenden a las personas con discapacidad, pero todavía existen limitaciones en torno al matrimonio y la posibilidad de tener hijos o ser herederos, es ahí donde la sociedad limita sus posibilidades de desarrollo. Estas limitaciones más imaginarias que reales ponen a prueba algo en lo que muchas personas, discapacitadas o no, fallan al no lograr el amor maduro, la estabilidad de las relaciones y la debida comunicación en las parejas, eso sí es una real falta de capacidad, muy grave porque nos hace menos seres humanos y condena a nuestras relaciones humanas a una ínfima calidad.


                 

¿Porque me culpan?, si yo lo cuido.

Después de muchos años sin saber de él, mi padre se presentó en mi casa, enfermo y pidiendo ayuda. Lo acepte, sin saber que tenía trastorno neuro-cognitivo (demencia senil). Opte por hacerme cargo de él, por sentirme obligada, por mis creencias religiosas y bueno era mi padre, aunque nos había abandonado cuando yo era una niña.  El cuidarlo ocasiono grandes problemas en mi matrimonio hasta el punto de llegar a un posible divorcio. Como mujer me daba vergüenza bañar a mi padre, así que se lo tuve que pedir a mi esposo. Mis hermanos no quisieron apoyarme, argumentando que para ellos era un desconocido. En realidad los problemas se presentaron cuando no podíamos controlarlo, defecaba u orinaba en cualquier parte de la casa, se quitaba los pañales y los aventaba o los escondía, andaba desnudo en su cuarto. Un día se salió de la casa, no sé cómo sucedió, es muy difícil estar todo el día tras él. Tuve que reportarlo como perdido, al día siguiente lo encontré, de ahí un gran calvario, pues las autoridades me hicieron sentir que yo no lo cuidaba, que lo maltrataba, que lo había abandonado. Este fue el punto que estaba por destruir mi vida familiar. Afortunadamente logramos colocarlo en un centro de asistencia y ahí se hacen cargo de él. Pero me siento culpable de haberlo llevarlo a esa institución, aunque sé que lo tratan bien”.
A veces no entendemos que les pasa a nuestros padres o abuelos cuando empiezan a tener una pérdida de la memoria, cuando colocan cosas donde no deber de ir, cuando por momentos no saben dónde están o como llegar a casa. A veces pensamos que lo hacen para hacernos enojar. En algunos casos, la familia tiene resentimiento hacia el adulto mayor y no lo quieren cuidar,  otras, porque les cambia la vida, porque complican la vida familiar y personal,  ya no pueden salir tan fácilmente, pero también es un temor de verse reflejados la propia vejez.
Otras veces, llegan a desesperar cuando preguntan lo mismo o cuentan la misma historia varias veces, pero el problema no es el tipo de olvido de “donde deje tal objeto” como a cualquiera nos puede suceder, sino cuando no recuerdan para qué sirve ese objeto. Cuando comienzan a tener conductas “inapropiadas” como presentarse desnudos ante las visitas. ¿Hasta dónde es el límite para poderlo tener en casa y hasta dónde acudir a alguna institución? y no sentirse culpable de ya no poderse hacer cargo de ese familiar porque ya está en riesgo la propia familia y su economía.
Algunos familiares al no entender este nuevo comportamiento, pues muchas veces se desconocen los síntomas, la manera de comportarse y al quererlo controlar, pueden caer en la desesperación y llegar a un maltrato. Como en los inicios de este problema son situaciones espontaneas suele uno no poner la debida atención y la familia sigue suponiendo que la persona está capacitada para seguir haciendo su vida cotidiana. Es muy complicado estar atrás de ellos todo el tiempo, estar al pendiente de ellos, pues es difícil hacer las tareas de uno mismo. Llevarlos a las citas médicas, estar tras su aseo personal y más complicado si el cuidador tiene que trabajar por ser el único sostén de la familia. Esto conlleva al cuidador a presentar una serie de síntomas, que no son claramente percibidos por los otros miembros de la familia.

Si bien es cierto que, cuando tenemos que cuidar un paciente con una enfermedad degenerativa debemos de contar con una sobredosis de paciencia  y de amor, habrá un límite para la persona que lo cuida. Muchas veces son adultos mayores los que se cuidan a sí mismos o bien a una persona con alguna discapacidad y que en algún momento  tendrán que recurrir a una institución, el caso es contar con los recursos económicos para sus cuidados.